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  • Productores frutihortícolas tiran o regalan mercaderías porque no cubren los costos

    » Impactocorrientes

    Fecha: 24/10/2025 03:17

    Productores frutihortícolas tiran o regalan mercaderías porque no cubren los costos La caducidad del Decreto 514/2021, que permitía compatibilizar planes sociales con empleo rural temporario, agrava la crisis en el campo. En Corrientes, horticultores cosechan “a ciegas” y entregan producción sin precio. “Es tristísimo ver cómo se pudre el alimento”, dicen desde Santa Lucía. Compartir en Facebook Compartir en Twitter Productores del NEA advirtieron que, si el gobierno nacional no prorroga el Decreto 514/2021 -que caducó el 30 de septiembre y permitía compatibili­zar empleo rural tem­porario con planes so­ciales-, "muchas eco­nomías regionales van a estar complicadas". La norma, vigente cuatro años y prorro­gada en 2023, permitió registrar mano de obra estacional sin que los trabajadores perdieran subsidios. "Benefició a más de 120.000 fami­lias y amplió cobertura previsional en tareas migrantes", recordó el titular de Uatre y Re­natre, José Voytenco. La escena se repite y se vuelve costumbre: camiones que salen igual, aun sin pre­cio. Cajas que se cargan "para que no se funda la fruta". Productores que admiten que regalan o dejan perder la mercadería porque vender por debajo del costo ya no es negocio, pero tampoco cose­char para tirarla. Es el sínto­ma visible de una crisis que, en Corrientes, ya perforó la línea de flotación. En Santa Lucía, el pro­ductor hortícola Miguel To­masella dijo sin rodeos en diálogo con Radionord: "Se­guimos complicados. Para la próxima campaña veremos qué pasa, pero por ahora ni siquiera nos dan precio". Contó que el último embar­que de tomates salió literal­mente "a ciegas": entregaron sin saber cuánto les pagarán. "Sacamos para que no se pu­dra, calculo que quedará en­tre $ 1.000 y $ 2.000 el cajón, pero no hay nada claro". Ese número -entre $ 1.000 y $ 2.000 por cajón- no guar­da proporción con los costos reales de producción. No cubre insumos, ni mano de obra, ni combustible, ni lo­gística. Es apenas un intento desesperado de no perder todo. Y sin embargo, la pér­dida igual ocurre: el margen desapareció. Lo peor es que en las verdulerías los precios se disparan y el consumidor paga entre $ 2.000 y $ 4.000 el kilo de tomates. La crisis no es aislada ni local. En el cinturón papa del Sudeste bonaerense, con más escala y capital, el final es el mismo: productores que dejan pudrir la papa en el campo. La bolsa de 18 kilos cayó de $ 3.000 a $ 1.500. Es decir, hoy el precio de venta cubre apenas el 20% de la inversión. Y entonces, dejan de levantar: no paga. Hay lo­tes completos abandonados. La federación del sector calculó que un productor medio de 100 hectáreas perdió este año 640.000 dó­lares. Aun así, muchos eli­gieron no cosechar. Detrás de ese dato hay un espejo: si con escala y músculo finan­ciero el negocio no cierra, en Corrientes -de estructu­ra dominada por pequeños y medianos- la ecuación es inviable. Lo que duele -dicen pro­ductores correntinos- no es sólo la plata que se va. Es la contradicción moral: ver alimento que se pudre mientras hay familias que no comen. En Santa Lucía la ex­presión es similar a la del Su­deste bonaerense: "Es tristí­simo". Pero junto a la tristeza hay otra palabra que aparece cada vez más: miedo. Miedo a la próxima cam­paña porque no hay hori­zonte de precios. Miedo a endeudarse para no vender. Miedo a achicar superficie porque después no se vuel­ve. Miedo a quebrar y des­aparecer. "Muchos no van a poder volver", admiten los referentes del sector. Sobreoferta en algunos rubros, caída de la demanda interna, costos dolarizados, tasas altas y ausencia de he­rramientas de estabilización componen el mismo cóctel en todos los cinturones pro­ductivos del país. La dife­rencia es que en Corrientes el impacto es doble: la hor­ticultura no sólo produce ingresos, sostiene pueblos enteros. Mientras se pide previsibi­lidad, el mercado opera a la intemperie: cuando sobra, el precio se derrumba; cuando falte, subirá. Es el ciclo re­petido del péndulo. Por eso los técnicos advierten que, si cae la siembra por retira­da forzada, el año próximo habrá menos oferta y los precios saltarán -pero ya con menos productores vivos para aprovecharlo. En Santa Lucía -como en el Sudeste bonaerense- el mensaje de fondo es el mis­mo: sin precio no hay siem­bra; sin siembra no hay fu­turo. Y en el medio, hoy, una postal que debería escanda­lizar: alimento tirado para evitar perder más plata.s

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