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  • El segundo Orión: fortalecimiento de capacidades y catalizador estratégico para la defensa nacional e intereses marítimos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/10/2025 14:23

    La incorporación del segundo sistema Orión constituye un fortalecimiento de las capacidades nacionales de vigilancia y control del espacio marítimo (Fotos: Armada Argentina) El mar ha adquirido un protagonismo estratégico creciente en la dinámica geopolítica contemporánea. Los episodios recientes en el Mar Rojo, el estrecho de Bab el-Mandeb, el Mar del Sur de China y el Mar Negro lo evidencian con claridad. Estos casos no sólo confirman su centralidad operativa, sino que revelan que el mar ha dejado de ser un mero medio físico para convertirse en un espacio de poder, influencia y disputa por la soberanía. En el mar, la frontera trasciende lo cercano y configura una interfaz abierta. Su extensión va más allá del horizonte inmediato y se proyecta hacia espacios distantes, donde confluyen intereses globales, rutas críticas y escenarios de competencia silenciosa, con potenciales amenazas que no siempre provienen del vecino más próximo. En Argentina, la atención suele centrarse en la pesca, pero la cuestión marítima excede esa dimensión. Si bien la actividad pesquera -por su impacto económico, ambiental y soberano- merece un lugar destacado en la mirada nacional, reducir el enfoque a lo ictícola limita la comprensión de una realidad mucho más vasta. La complejidad marítima trasciende lo extractivo: involucra la superficie, el subsuelo y el espacio aéreo, articulando soberanía, geopolítica y proyección estratégica. Es tránsito y permanencia. Es comercio, exploración, investigación científica; también implica vigilancia, disuasión y control. Esta amplitud conceptual exige una mirada estratégica que reconozca la naturaleza multidimensional del entorno marítimo y la necesidad de contar con capacidades adaptativas, persistentes y tecnológicamente integradas para su monitoreo eficaz. "La complejidad marítima trasciende lo extractivo: involucra la superficie, el subsuelo y el espacio aéreo", afirmó el autor Las agendas que se despliegan en el ámbito marítimo pueden ser simultáneas, divergentes e incluso contradictorias. Mientras una nación lleva adelante tareas científicas, otra puede estar explorando recursos sin autorización, y una tercera transitando con fines comerciales o militares. Esta coexistencia de actores y propósitos convierte al mar en un escenario de competencia silenciosa, donde la anticipación, la vigilancia y la presencia efectiva resultan fundamentales. Reforzar estos conceptos fundamentales en el conjunto de la sociedad -desde el dirigente político hasta el ciudadano común- es clave para consolidar una conciencia marítima que reconozca el valor estratégico del espacio marítimo y la necesidad de protegerlo con decisión y conocimiento. Segundo Orión: potenciador de la vigilancia marítima La incorporación del segundo sistema Orión constituye un fortalecimiento de las capacidades nacionales de vigilancia y control del espacio marítimo, imprescindibles para un país como la Argentina, que no puede desatender la compleja agenda que se despliega en el ámbito oceánico, y que exige una presencia activa, en el mar. Dotado de sensores de largo alcance, capacidad de patrullaje prolongado y sistemas de detección, el avión permite extender el horizonte operativo necesario para un país como la Argentina. La motivación que se genera en los miembros de la Armada por esta aeronave que se suma al inventario aeronaval -especialmente en los pilotos más jóvenes que ingresan a la Institución con una genuina vocación de servicio naval- constituye un incentivo de alto valor. No se trata solo de entusiasmo operativo: es la reafirmación de una identidad profesional que se nutre de la misión, se fortalece en la acción y se proyecta con claridad en la mirada institucional. La Escuadrilla Aeronaval de Exploración, respaldada por una trayectoria consolidada y una experiencia técnica específica, ha enfrentado en los últimos años -como gran parte del instrumento militar- restricciones que han impactado en su ritmo operativo y proyección. Operativos de custodia de aguas nacionales No obstante, sus tripulaciones mantienen intacto el legado de Malvinas y el ADN operativo que la define. Cada vuelo sobre el mar encarna una afirmación integral: presencia activa, vigilancia constante y entrega sostenida a la defensa del espacio nacional, mientras alimenta la vocación, fortalece la pertenencia y perfecciona los procedimientos tendientes a garantizar la eficacia institucional. Más allá de su valor como herramienta, el Orión representa una expresión concreta de voluntad estratégica. Su presencia en el litoral, además de fortalecer la capacidad de respuesta ante amenazas, proyecta una señal inequívoca de compromiso con la soberanía, el control del espacio propio y la defensa de los intereses nacionales en un entorno cada vez más disputado. Sin embargo, esa voluntad estratégica, si permanece circunscripta únicamente al plano operativo, corre el riesgo de diluirse en el corto o mediano plazo, sin alcanzar continuidad ni proyección. Su consolidación exige el respaldo de una política nacional de defensa que habilite una mirada de largo alcance: coherente, sostenida y articulada con los desafíos del siglo XXI, concebida como auténtica política de Estado -y no como iniciativa circunstancial o sectorial- sigue siendo una asignatura pendiente. Lamentablemente, ninguna de las administraciones de los últimos años ha intentado abordarla con el compromiso que la coyuntura exige. Su formulación, con el aporte plural de las fuerzas políticas, al margen de coyunturas partidarias, representaría la expresión concreta de un interés estratégico compartido. Este marco rector permite planificar estratégicamente, con estabilidad institucional y continuidad de recursos, para enfrentar desafíos geopolíticos y proteger los espacios vitales. Ante la ausencia de una política nacional de defensa, las decisiones en el ámbito se fragmentan y se circunscriben a los ciclos de la directiva de política de defensa nacional, cuyo horizonte se limita a cuatro años. (“Ciclo de Planeamiento de la Defensa Nacional”, Art. 1º). Los trabajos de custodia de la Armada En lo específico, no se trata solo de incorporar capacidades: se trata de inscribirlas en una arquitectura doctrinaria que oriente el esfuerzo nacional, garantice continuidad institucional y afirme, con decisión, el compromiso de la Nación con la defensa. El Vicealmirante Segundo Storni, figura central en el pensamiento estratégico marítimo argentino, planteó con claridad que “la política naval es, ante todo, una acción de Gobierno; pero es indispensable, para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos se arraiguen en la Nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento de las clases dirigentes, y una inspiración constante de todo el pueblo argentino”. La incorporación de medios para una Armada —y, por extensión, para el conjunto de las Fuerzas Armadas— debe ser comprendida como una inversión estratégica de una Nación que piensa en una proyección de futuro y no como una respuesta coyuntural. Por el contrario, condicionar esa incorporación a vaivenes políticos o presupuestarios, resulta indeseable para un sistema que exige presencia sostenida, disponibilidad plena y capacidad de respuesta eficaz ante escenarios dinámicos y crecientemente complejos. Concebir una política de Estado representa un gesto generoso orientado a las nuevas generaciones de ciudadanos que aspiran a un porvenir soberano; es expresión de una cultura de defensa madura. Intereses marítimos en el Congreso: asimetrías y desafíos institucionales No es posible referirse a la incorporación de un medio aeronaval para la vigilancia y el control de los espacios marítimos sin mencionar los intereses marítimos. Tal decisión debe inscribirse en una visión integral que contemple dichos intereses como núcleo estratégico. Ante esta mirada, resulta esencial que los intereses marítimos reciban tratamiento institucional acorde a su jerarquía. No se trata de una cuestión accesoria ni circunstancial. Por el contrario, constituye un eje estructural del pensamiento estratégico argentino, y debe ser abordada con la centralidad conceptual y operativa que su entidad impone. Los submarinos, otros de los instrumentos claves a la hora de vigilar el Mar Argentino En este sentido, es ilustrativo el contraste entre ambas cámaras del Congreso de la Nación. Mientras la Cámara de Diputados cuenta con una comisión permanente dedicada exclusivamente a los intereses marítimos, en el Senado la temática permanece subsumida en la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca. Esta asimetría institucional revela la necesidad de otorgar a los intereses marítimos entidad propia y tratamiento específico en todos los niveles del Estado, mediante un abordaje integral y coordinado, fuera de toda coyuntura partidaria. Tal enfoque exige una voluntad política sostenida y un entramado normativo y estructural perdurable, capaz de trascender los ciclos administrativos y consolidar una cultura estratégica con vocación de permanencia. Custodia del mar: política, medios y conciencia estratégica La vigilancia del mar no es una tarea episódica ni reactiva: es una función permanente e integral que abarca múltiples dimensiones. En tiempos de competencia global y transformación geopolítica, cuidar el mar es cuidar el futuro. Requiere presencia activa, voluntad política y conciencia nacional, pero también medios navales y aeronavales capaces de sostener esa presencia con eficacia, continuidad y alcance. Defender el mar es afirmar soberanía, proyectar futuro y consolidar autonomía en un escenario cada vez más competitivo. El mar es frontera, pero también es futuro: y defenderlo es construirlo. "Se reconoce al mar como frontera dinámica, patrimonio estratégico y escenario de decisión", afirmó Cisneros Custodiar el mar implica proteger rutas, recursos y capacidad de decisión en un entorno global cada vez más disputado. Esta tarea no puede abordarse de manera fragmentaria: exige una política nacional de defensa como concepto rector, capaz de articular medios, voluntades e instituciones en torno a una visión estratégica sostenida. Cada misión reafirma una tradición de vigilancia activa, presencia persistente y vocación profesional, consolidando una cultura de defensa que reconoce al mar como frontera dinámica, patrimonio estratégico y escenario de decisión. Para proyectar esa cultura con continuidad y eficacia, resulta indispensable contar con una política que garantice planificación de largo plazo, coherencia institucional y compromiso sostenido. El mar exige doctrina, presencia y decisión. Quien lo vigila, lo entiende. Quien lo entiende, lo protege. *El autor es Contralmirante, retirado en 2018. Su carrera se desarrolló principalmente como helicopterista de la Armada. Además fue Agregado Naval y Defensa a la Embajada Argentina en la República Federativa del Brasil (2012 y 2014). Su último cargo fue Secretario General de la Armada

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