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» Misionesparatodos
Fecha: 23/10/2025 01:21
Kicillof se pone la campaña al hombro: cuestiona el acuerdo con EE.UU., el nuevo endeudamiento y la economía de “mesa de dinero”. Axel Kicillof decidió ponerse la campaña al hombro. A días de las elecciones legislativas nacionales, el gobernador bonaerense abandonó el tono institucional y se lanzó de lleno a la arena política con un mensaje que busca polarizar: el contraste entre un modelo financiero —el de Javier Milei y Luis Caputo— y uno productivo, el que reivindica desde la gestión provincial. En entrevista con Mauro Federico en Wake Up por Delta 90.3, Kicillof consolidó un perfil de oposición económica y política que lo coloca como la principal figura del arco opositor. En ese diálogo, el gobernador dejó una frase que recorrió el país: “La macro de Milei le viene bárbaro a J.P. Morgan, pero no al hotel de la Costa, al que produce, a la gente que no llega a fin de mes y se endeuda con la tarjeta.” El textual sintetiza su estrategia comunicacional: ligar la política económica del Gobierno a los intereses del capital financiero internacional en un momento en que la Casa Rosada busca mostrarse alineada con la Casa Blanca. Kicillof intenta recuperar para el peronismo la bandera de la soberanía económica, reposicionando su figura como antítesis del binomio Milei-Caputo. Un gobernador en clave nacional Aunque su nombre no figura en las boletas del domingo, Kicillof juega a fondo. Su imagen —más estable y con mejor evaluación que la del oficialismo nacional— se convirtió en el activo central de la campaña peronista. En actos, recorridas y en la nota con Delta 90.3, combinó la crítica económica con la enumeración de logros: caminos, rutas, viviendas, saneamiento, defensas hidráulicas. Citó ejemplos concretos: Luján y La Plata, donde las obras provinciales evitaron nuevas inundaciones, y Bahía Blanca, donde reclama que la Nación retome los proyectos hídricos postergados. “La obra pública no es gasto, es inversión que salva vidas”, insistió. El contraste es deliberado. Mientras Milei exhibe superávits y festeja la confianza de los mercados, Kicillof sostiene que “el equilibrio fiscal no sirve si la gente no puede comer”. Su discurso busca instalar que el ajuste no es un plan económico sino una demolición del Estado. “Nos tiene hace dos años cruzando el desierto” La entrevista con Mauro Federico le permitió afinar su registro simbólico. Con tono llano, Kicillof diagnosticó: “Milei nos tiene hace dos años cruzando el desierto y le da anchoas a la gente.” La frase, mitad denuncia y mitad sarcasmo, con referencia al mesianismo de Milei, quien se compara con Moisés (y su cruce del desierto que duró 40 años), resume su mirada sobre una economía que, según dijo, “está seca, sin crédito, sin consumo y sin esperanza”. El gobernador intenta quebrar el relato libertario de la austeridad como virtud: para él, el sacrificio no redime, solo empobrece. “La industria está parada, y en la provincia hay desesperación por lo que va a pasar este verano”, advirtió En su análisis, el discurso oficialista convierte la privación en mérito. Kicillof, en cambio, intenta reinstalar la idea de bienestar como derecho, no como privilegio. Caputo y la “mesa de dinero” El blanco central de sus críticas fue el ministro de Economía. “Están convirtiendo al Ministerio en una mesa de dinero”, dijo, acusando a Caputo de gestionar para los mercados. El señalamiento no es casual: evoca la batalla que Kicillof dio en 2014 contra los fondos buitre y le permite mostrarse coherente en su rechazo a la financiarización. “El problema no es la casta política, sino la casta financiera que gobierna desde las sombras”, añadió. El gobernador reforzó el mensaje con una enumeración de nombres y trayectorias: “Francos entró al Estado el año que yo nací, 1971, y no paró nunca. Pasó por todos los signos políticos. ¿Más casta que Caputo? Se le multiplicó la fortuna.” Y remató con ironía: “La leona, el león, el gato… Venimos en un camino de felinos poco eficaces.” Trump, la carne y la doble desgracia En Wake Up, Kicillof extendió el análisis al frente internacional. Cuestionó las recientes declaraciones de Donald Trump —quien aseguró que “Argentina se está muriendo” y prometió comprar carne— y explicó cómo esas frases repercuten en los precios locales. “Trump dice que va a comprar carne argentina, sube 8 % en las carnicerías; después un funcionario suyo dice que no va a comprar porque tiene aftosa, pero acá la carne no vuelve a bajar. Es una doble desgracia.” La referencia no fue casual: el gobernador buscó mostrar que la política exterior de Milei no genera beneficios concretos, sino volatilidad y dependencia. Citó incluso críticas de Bloomberg y el Financial Times como respaldo a su visión Campaña a contracorriente Kicillof eligió mantenerse en la primera línea cuando muchos gobernadores y otras figuras del peronismo prefieren el silencio (los principales candidatos de Fuerza Patria por caso). Su protagonismo responde tanto a la necesidad de sostener el voto peronista bonaerense como a un cálculo de proyección nacional. En la nota radial con Mauro Federico recordó el resultado de septiembre: “Lo de septiembre fue una sorpresa, las encuestas nos daban perdedores. La sociedad valoró a un gobierno que, con las limitaciones que tiene la provincia, hizo.” Esa noción del “hacer” es la base de su mensaje final: “No mentimos, mejor que decir es hacer. No insultamos, no andamos a los gritos, no hacemos papelones. Yo tengo un montón de hobbies, pero no le pido a la gente que me vea en un escenario.” El cierre fue, otra vez, contraste puro: frente a la motosierra, obra pública; frente al JP Morgan, producción nacional; frente a la deuda, soberanía. A días de las urnas, Axel Kicillof actúa como portavoz de un peronismo que intenta reconstruir su identidad desde la provincia más grande del país.
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