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  • Cómo es el misterioso asteroide que estaba oculto por la luz del Sol y sorprendió a los científicos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/10/2025 16:54

    El asteroide 2025 SC79 orbita más cerca del Sol que Venus, su hallazgo revela una región poco explorada del Sistema Solar (NASA/JPL-CALTECH) El hallazgo de un asteroide desconocido llamó la atención de los científicos. Se trata de una roca espacial que estaba oculta por la luz del Sol. Los astrónomos la nombraron 2025 SC79 y su hallazgo actualiza la lista de los cuerpos más cercanos a la Tierra. El hallazgo fue realizado por el astrónomo Scott S. Sheppard del Instituto Carnegie para la Ciencia. “Los asteroides más peligrosos son los más difíciles de detectar”, explicó Sheppard en el comunicado que acompañó la noticia. “La mayoría de las investigaciones sobre asteroides encuentran estos objetos en la oscuridad de la noche, donde son más fáciles de detectar", sumó. Descubierto en el observatorio Cerro Tololo en Chile, 2025 SC79 pertenece al grupo de los raros asteroides Atira “Los asteroides que acechan cerca del Sol solo pueden observarse durante el crepúsculo, cuando el Sol está a punto de salir o ponerse. Si estos asteroides ‘crepusculares’ se acercan a la Tierra, podrían representar un grave riesgo de impacto”, aseguró el astrónomo. Un viajero veloz en territorio solar El 27 de septiembre de 2025, el cielo del desierto chileno ofreció el escenario perfecto para un descubrimiento que parecía improbable. En el Observatorio Interamericano del Cerro Tololo, Sheppard utilizó la Cámara de Energía Oscura (Dark Energy Camera), instalada en el telescopio Blanco de 4 metros de la Fundación Nacional de Ciencias, para observar el cielo crepuscular. Su objetivo era detectar los llamados asteroides “ocultos”, aquellos que orbitan tan cerca del Sol que su luz se pierde entre los destellos de la estrella. Con un diámetro de 700 metros y una órbita de 128 días, 2025 SC79 es uno de los asteroides más veloces conocidos Entre esos destellos, el astrónomo distinguió un movimiento casi imperceptible, una pequeña mancha que no encajaba con ninguna estrella conocida. Era 2025 SC79, una roca de unos 700 metros de diámetro, el tamaño de un estadio de fútbol, que se desplazaba en una órbita interior a la de Venus. Su descubrimiento marcó un hito: solo se conoce otro asteroide con una trayectoria tan próxima al Sol. Este nuevo objeto pertenece al grupo de los asteroides Atira, un conjunto diminuto dentro de los objetos cercanos a la Tierra (NEOs). A diferencia de la mayoría, los Atira giran alrededor del Sol en órbitas que se mantienen siempre dentro de la órbita terrestre. Hasta ahora se registraron apenas 39 miembros en este grupo, y 2025 SC79 se convirtió en el número 39. Su proximidad al Sol dificulta la observación, los astrónomos solo pueden detectarlo durante el amanecer o el atardecer Su órbita es particularmente extrema. Cruza la de Mercurio, se interna en la de Venus y completa una vuelta alrededor del Sol cada 128 días, lo que lo ubica entre los cuerpos más rápidos conocidos. Solo dos asteroides tienen un año más corto, de apenas 115 días, lo que convierte al nuevo visitante en uno de los corredores más veloces del vecindario cósmico. La velocidad no es su único rasgo distintivo. Su posición lo expone a temperaturas que fundirían la mayoría de los metales terrestres. Aun así, sobrevive. Esta resistencia despierta interrogantes sobre su composición, que podría ofrecer pistas sobre cómo ciertos materiales soportan el intenso calor solar. Los científicos esperan nuevas observaciones cuando reaparezca detrás del Sol en los próximos meses. Un asteroide con pasado incierto y futuro en estudio Los científicos creen que 2025 SC79 podría haberse desprendido del cinturón principal de asteroides y migrado hacia el Sol (Crédito: X / @esa) Sheppard y su equipo no lo encontraron por casualidad. Su trabajo forma parte de un programa de búsqueda sistemática de objetos potencialmente peligrosos para la Tierra. Utilizan telescopios como el Gemini y el Blanco, diseñados para detectar los débiles reflejos de rocas que se mueven en regiones donde la luz del Sol impide la observación directa. El desafío técnico es enorme: las observaciones deben realizarse en un breve lapso, justo antes del amanecer o después del atardecer, cuando el resplandor solar se atenúa lo suficiente para que las cámaras capten algo más que luz blanca. Estos cuerpos, llamados asteroides crepusculares, son los más esquivos. Su descubrimiento exige paciencia, precisión y la capacidad de mirar en dirección al Sol, un territorio prohibido para la mayoría de los instrumentos astronómicos. Cada detección abre una ventana al pasado del Sistema Solar y, al mismo tiempo, una advertencia sobre los peligros que acechan en su interior. Sheppard describió su importancia con una claridad inquietante: “Los asteroides que acechan cerca del Sol solo pueden observarse durante el crepúsculo... Si estos asteroides ‘crepusculares’ se acercan a la Tierra, podrían representar un grave riesgo de impacto”. No se trata de una exageración. Según las estimaciones, una roca de 700 metros como 2025 SC79 podría provocar un impacto continental si chocara contra la Tierra. No extinguiría a los dinosaurios como el famoso asteroide de Chicxulub, pero sus consecuencias serían devastadoras: destrucción masiva, alteraciones climáticas y millones de víctimas. Este objeto espacial sobrevive a temperaturas extremas, lo que intriga a los astrónomos sobre su composición y origen Afortunadamente, el nuevo visitante no representa una amenaza inmediata. Su órbita se mantiene estable, aunque su proximidad al Sol impide seguirla con continuidad. Durante varios meses permanecerá oculto detrás del astro, y recién entonces podrá volver a observarse. Cuando reaparezca, los científicos planean medir su composición y densidad, además de buscar indicios sobre su origen. Una hipótesis sugiere que podría haberse desprendido del cinturón principal de asteroides, ubicado entre Marte y Júpiter, y que luego fue empujado hacia el interior del sistema por interacciones gravitacionales. Si esto se confirma, su estudio permitirá entender cómo las perturbaciones planetarias alteran las trayectorias de las rocas espaciales y las envían hacia regiones donde la detección resulta casi imposible. En palabras del propio Sheppard, “comprender cómo llegaron a estos lugares puede ayudarnos a proteger nuestro planeta y también a aprender más sobre la historia del Sistema Solar”. El descubrimiento de 2025 SC79 no solo aporta un nuevo objeto al catálogo de asteroides conocidos. También desafía la manera en que los astrónomos buscan amenazas potenciales. Hasta ahora, la mayoría de los programas de vigilancia se concentraron en el cielo nocturno, donde la oscuridad facilita el rastreo de puntos luminosos en movimiento. Pero los asteroides interiores, los que orbitan entre la Tierra y el Sol, permanecieron fuera del alcance de esas búsquedas. Los asteroides que orbitan dentro de la órbita terrestre son pocos, 2025 SC79 se convirtió en el número 39 de ese exclusivo grupo (NASA vía AP) Con este hallazgo, se refuerza la necesidad de ampliar las estrategias de observación hacia las zonas más próximas al astro rey. Instrumentos especializados, cámaras de gran sensibilidad y programas de observación crepuscular se vuelven esenciales para mapear esa región desconocida. El propio Sheppard fue uno de los pioneros en insistir en esta tarea. En los últimos años descubrió varios asteroides con órbitas extremas, algunos incluso más veloces que 2025 SC79. En 2021, por ejemplo, identificó un objeto que completa su vuelta al Sol en apenas 113 días, el récord actual. Cada uno de estos descubrimientos revela cuánto ignoramos sobre el interior del sistema y cuánto depende nuestra seguridad de detectarlos a tiempo.

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