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  • Las tres lecciones que las Abuelas de Plaza de Mayo inculcaron a la generación que seguirá su búsqueda cuando ellas ya no estén

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/10/2025 08:34

    Las Abuelas de Plaza de Mayo surgieron como un desprendimiento de las Madres, en medio de una ronda en la Plaza. Exigían saber dónde estaban los bebés secuestrados junto a sus padres o nacidos en cautiverio. Foto: Abuelas de Plaza de Mayo El 22 de octubre de 1977 fue sábado. Las Madres de Plaza de Mayo ya llevaban varios meses de ronda alrededor de la pirámide central del epicentro político de la Argentina. Habían desafiado la orden de la Policía, que las había instado a “circular”. Sin parar de caminar y con un pañal de tela de sus hijos desaparecidos en la cabeza, esas madres exigían saber dónde estaban esos chicos y chicas de los que no se sabía nada. Acababan de convertir la represión hacia su búsqueda en el símbolo que sostiene su lucha hasta hoy. Ese 22 de octubre, hace exactamente 48 años, una madre se salió de la ronda y preguntó algo que resonó en varias: “¿Quién está buscando a su nieto, o tiene a su hija o nuera embarazada?“. En total, fueron doce las mujeres que se aferraron a esa pregunta en ese mismo instante y organizaron su búsqueda, su lucha, su vida alrededor de encontrarle una respuesta. No sabían, ninguna de las doce, que estaban fundando una de las organizaciones de Derechos Humanos que casi medio siglo después sostiene esa búsqueda, que impulsó los avances científicos necesarios para dar con sus nietos y que ya logró restituir la identidad de 140 de esos bebés que fueron apropiados por la dictadura militar a través de un plan sistemático. En julio de este año, las Abuelas encontraron al nieto 140: su hermana lo buscaba desde hacía años. (Photo by Luis ROBAYO / AFP) Primero se llamaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, pero no mucho después adoptaron el nombre con el que las llamaba el periodismo internacional, siguiendo la huella de las Madres: Abuelas de Plaza de Mayo. Cada 22 de octubre, por ser el aniversario de la creación de la organización, se celebra en la Argentina el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, un derecho impulsado desde los ochenta por esas mujeres que un sábado de 1977 empezaron a buscar a sus nietos. Fueron más de doscientas, quedan sólo dos El sitio web oficial de las Abuelas da cuenta de que, en total, fueron 204 las mujeres que participaron en la búsqueda activa de sus nietos. Mujeres que acababan de convertirse en abuelas o estaban a punto de ver nacer a ese nieto que esperaban hace entre 44 y 48 años, estimativamente. De esas más de doscientas mujeres que instalaron el nombre de su organización en la comunidad internacional de lucha por los Derechos Humanos, sólo quedan dos con vida: Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas desde 1989, y Buscarita Roa, vicepresidenta de la asociación. Estela tiene 94 años, Buscarita, 88. Las dos encontraron a los nietos que buscaban desde que la dictadura los robó. Las dos son integrantes de una comisión directiva que, durante décadas, sólo integraron abuelas pero que desde hace algunos años y para construir su propia sucesión, empezaron a integrar también nietos restituidos, hermanos que buscan a ese bebé que robaron a su familia y que ahora ronda los 45 años, y también tías que buscan a sus sobrinos, sustraídos durante la última dictadura. En la comisión directiva de Abuelas se toman las decisiones que orientan el funcionamiento de la organización. Por el correr de los años, la asociación ya no cuenta prácticamente con ninguna de sus integrantes originales, así que lleva al menos 15 años abriendo el juego a las generaciones que heredarán la misión que empezó a gestarse ese sábado de 1977 en la Plaza de Mayo. Ganarle al paso del tiempo “Las abuelas no son de indicarte qué hacer: son de mostrarte haciendo, entonces es verlas y absorber todo lo que construyeron. Hace casi cincuenta años que hacen docencia con gran templanza y tenacidad”, dice Manuel Gonçalves Granada, un nieto que recuperó su identidad en 1997 y el primero de los nietos restituidos en sumarse a la comisión directiva de Abuelas, a la que se integró en 2011. Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido en 1997, junto a Martina, su hija, y Matilde, su abuela paterna. Hoy es secretario de Abuelas e integra su comisión directiva Manuel, que tiene 49 años, es el único sobreviviente de la Masacre de San Nicolás, un ataque orquestado por el Ejército, la Policía Federal y la Policía bonaerense en noviembre de 1976. En ese ataque, fueron asesinadas cinco personas, incluida la madre de Manuel. El padre ya había sido secuestrado en la madrugada del inicio del golpe militar, el 24 de marzo de 1976. La mamá de Manuel, Ana María, refugió a su hijo en un placard, lo que, según se demostraría después, lo salvó de los tiros y de los gases con los que las fuerzas atacaron la casa. Estuvo internado varios meses por complicaciones respiratorias y, a través de una adopción ilegal, fue entregado a sus apropiadores. En 1997 conoció su verdadera identidad y conoció a Matilde, su abuela paterna. No llegó a conocer a su abuela materna, que también lo había buscado incansablemente. “Lo que siempre les pasó a las abuelas es que el tiempo las interpela todo el tiempo, y siempre saben cómo resolverlo. Empezaron a buscar bebés que después fueron niños y para encontrarlos inventaron algo: el índice de Abuelidad, que permitía comparar perfiles genéticos entre posibles nietos y posibles abuelas ‘salteándose’ el material genético de la generación que había sido secuestrada”, explica Manuel a Infobae. “Después esos chicos fueron más grandes y siguieron encontrando las formas para interpelarlos, y hace un tiempo que las abuelas ya les hablan a los bisnietos y bisnietas para que sean ellos quienes hablen con sus papás sobre posibles dudas respecto de su identidad”, suma Manuel, y agrega: “Están llegando muchísimas consultas que empiezan a partir de la inquietud de los bisnietos”. El Banco Nacional de Datos Genéticos se creó a instancias de Abuelas para cotejar las muestras de distintos familiares y poder confirmar o descartar parentescos “Las abuelas todo el tiempo se preguntan y logran responder cómo seguir la búsqueda en cada etapa de la vida de quienes aún no lograron conocer su verdadera identidad”, concluye Gonçalves Granada. Su hija Martina llegó a conocer a Matilde, esa abuela (y bisabuela) que no se cansó de buscar. “Buscamos a todos, todo el tiempo” Las Abuelas de Plaza de Mayo lograron restituir la identidad de 140 bebés que fueron sustraídos de sus familias durante la última dictadura. Además, el trabajo que impulsaron para recuperar esas identidades logró la identificación de alrededor de otras 2.000 personas cuyos casos no tienen que ver con el plan sistemático de apropiación de bebés que tuvo lugar entre 1976 y 1983. Son, en alrededor de 600 casos, personas que fueron adoptadas legalmente pero que no conocían esa verdad. También hay casos de bebés que fueron abandonados y de mamás a las que, al momento del nacimiento, les dijeron que sus bebés habían muerto aunque eso no fuera cierto. Según la información que recopiló Abuelas a partir de documentación, testimonios y expedientes judiciales, aún falta restituir la identidad de unos 300 nietos. “Son desaparecidos en democracia, porque todavía no conocen su verdadera identidad, y ese es el derecho por el que vienen luchando las Abuelas”, dice Claudia Poblete. Buscarita encontró a Claudia, su nieta, en el año 2000. Ahora ambas son parte de la comisión directiva de Abuelas Es la nieta que Buscarita Roa buscó y que encontró en el año 2000. La nieta a la que le preparó fideos tantos domingos y con la que desde hace algunos años comparte la comisión directiva de Abuelas. “Las abuelas siempre tuvieron mucha visión para formarnos. Poca gente con liderazgo tiene la capacidad de construir su sucesión, pero ellas tienen como prioridad absoluta la vigencia de su búsqueda”, sostiene Claudia, que fue hallada en 2000 y que fue criada en el seno de la familia de un teniente coronel tras ser apropiada. “Hay ahora mismo personas con vida que siguen desaparecidas porque no conocen su verdadera identidad, personas a las que buscamos para devolverles lo que es suyo, y que ya son dos generaciones, porque son los nietos y, en muchos casos, los hijos de esos nietos”, suma. Abuelas de Plaza de Mayo tiene una forma de decir públicamente si una de sus integrantes logró encontrar a quien buscaba: “Pudo abrazar a su nieto” es la fórmula que encontraron hace ya muchos años. Esa frase resume el objetivo central de la organización: encontrar a esa persona que no conoce su verdadera historia. “No siento que ser parte de la comisión directiva de Abuelas sea una herencia de las que implican una carga, sino un legado, la elección de continuar un camino. Mi abuela me buscó y me encontró, y el mensaje que siempre dan las abuelas es que restituir la identidad es otorgar una libertad que hasta ese momento la persona no tiene porque no conoce su verdadera historia. Yo elegí sumarme a distintas actividades y, en 2021, post pandemia, a la comisión directiva. Es hermoso compartir con mi abuela ese espacio y darles las tranquilidad a ellas, que nos enseñaron tanto, de que todo lo hecho no se pierde y que su búsqueda sigue su camino y vamos a seguir buscando y encontrando nietos y nietas”, destaca Claudia. “Hay algo muy hermoso en esta organización y es que todas las abuelas buscaron a todos los nietos. Y cuando una abuela encontraba a su nieto, seguía buscando al de todas las demás que aún esperaban. Ese espíritu es un legado que nos dejan: buscamos a todos, todo el tiempo”, remata Poblete, que fue secuestrada junto a su mamá y que permaneció tres días en el centro clandestino de detención El Olimpo, en Floresta, y luego fue apropiada. Una lucha de toda la sociedad “Soy una tía que busca”, se presenta Gladys Salazar. Tiene 62 años y es jubilada. Reparte su tiempo entre la carrera universitaria que cursa, Ciencias de la Comunicación Social, y su trabajo en Abuelas, en donde integra la comisión directiva. Su hermano y su cuñada, reconstruye, fueron secuestrados en la villa 21-24 de Barracas el 29 de abril de 1976. Gladys tenía 13 años, sus padres quedaron paralizados ante la desaparición de sus dos hijos varones y su nuera. Las Abuelas de Plaza de Mayo trabajaron junto a científicos norteamericanos en el desarrollo del "índice de Abuelidad", un avance que permitió "saltearse" una generación en los análisis de ADN Varios años después, y a través del testimonio de una sobreviviente que había estado secuestrada junto a su cuñada, Gladys supo que esa cuñada cursaba un embarazo y que había sido la única sobreviviente de un fusilamiento montado por las Fuerzas Armadas. “Ese dato nos dio la esperanza de que ese bebé podía estar con vida, porque la dictadura dejaba con vida a las embarazadas para luego apropiarse del bebé”, describe Gladys. Con ese dato, su vida dio un vuelco: había un sobrino o sobrina al que buscar. Junto a su papá, se acercó a Abuelas para que sus muestras de sangre integraran la información disponible en el Banco Nacional de Datos Genéticos, creado también a instancia de la organización fundada en 1977. “Hace unos poquitos meses me sumaron a mí y a otros tíos que buscan a sus sobrinos a la comisión directiva. Es una responsabilidad enorme, porque somos los que vamos a quedar cuando las abuelas ya no estén: es un legado inmenso”, describe Gladys, y enseguida describe uno de los aprendizajes que hizo propio a lo largo de todos estos años cerca de la organización: “Algo que nos dejan las abuelas es la convicción de que tenemos que comprometer a toda la sociedad en esta búsqueda, porque son unas 300 personas que todavía le faltan a toda la sociedad. Es una búsqueda y una lucha colectiva”. Antes de llegar a Abuelas, Gladys pasó por Hermanos de Detenidos Desaparecidos, luego por Familiares de Detenidos Desaparecidos, y finalmente recaló en la asociación presidida por Carlotto. “La diferencia entre este organismo y los demás es que aquí buscamos a los desaparecidos vivos con acciones concretas. Y con acciones que interpelan a toda la sociedad, no sólo porque en la sociedad están esas personas que todavía no conocen su verdadera identidad, sino para que seamos muchos los que participamos de esa búsqueda”, describe Gladys. Mil dudas por año Desde 2009 hasta ahora, en promedio, entre 900 y 1.000 personas por año se acercan a Abuelas de Plaza de Mayo con dudas sobre su identidad. A fines del siglo pasado, eran post adolescentes. Hoy son personas que tienen entre 45 y 50 años y, en muchos casos, hijos que los impulsan a saldar esas deudas. Fueron doce las mujeres que fundaron Abuelas de Plaza de Mayo, hace 48 años. Aún buscan a unos 300 nietos y nietas Foto: Abuelas de Plaza de Mayo El 80% de las identidades que el Estado restituyó a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad fueron casos que se iniciaron a través de Abuelas. Cuarenta y ocho años después de ese sábado en el que una mujer les preguntó a las otras si alguna buscaba a un nieto, esa organización que peleó para que el robo sistemático de bebés fuera juzgado como tal y que logró un consenso generalizado sobre el derecho a conocer la verdadera historia ha perdido a la enorme mayoría de sus integrantes originales. Pero esas integrantes, y las dos que aún son parte fundamental de su funcionamiento cotidiano, se ocuparon de hacer escuela. De transmitir la creatividad y la audacia con la que se combate el paso del tiempo, de contagiar la necesidad de que la búsqueda sea del nieto de cualquiera, todas las veces que sea necesario, y de convencer de que esas restituciones traen más verdad a la persona que accede a su identidad y también a toda la sociedad. Les enseñaron a sus herederos los valores y los métodos que las trajeron hasta acá. Le hicieron crecer las ramas al árbol genealógico que plantaron hace 48 años en el epicentro de la vida cívica y política argentina. Ahora en su comisión directiva también hay nietos, tías, hermanos, y seguramente más temprano que tarde habrá bisnietos. Y tuvieron, para enseñar y transmitir todo eso, paciencia, tesón y cariño. Cosa de abuelas.

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