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» Diario Cordoba
Fecha: 21/10/2025 02:07
Una encuesta del Gesop plantea un detallado interrogante. «¿La acogida de inmigrantes debe ir acompañada del compromiso de aprender el idioma y adaptarse a las normas de convivencia de nuestro país?». La respuesta es abrumadora, con un 85% «de acuerdo» con la integración, y solo un 12% «en desacuerdo». Sintoniza con el barómetro del CIS que sitúa a la inmigración como el segundo problema de los ciudadanos, solo por detrás de la vivienda. Y si alguien teme que España ofrezca un pésimo ejemplo de aceptación, le consolará saber que la exigencia de una adaptación al país receptor coincide con la expresada en Reino Unido (87%), Alemania (75%), Holanda (74%), Portugal (72%), Suecia (61%) o Dinamarca (61%), según datos sistematizados por el Financial Times. ¿Qué sucedería si la obligatoriedad de integración de los inmigrantes se planteara exclusivamente a los políticos? Se desconocen los datos que se obtendrían en España, pero se puede aventurar que los gestores serían mucho menos exigentes que los ciudadanos a quienes sirven. El economista Laurenz Guenther analizó las respuestas de la clase gobernante, y se encontró con un abismo en Reino Unido (solo un 47% exigen la adaptación integral), Alemania (33%), Holanda (43%), Portugal (18%), Suecia (34%) y Dinamarca (64%). Retengan en efecto el resultado de los daneses, donde los representantes son más radicales que los representados. Queda claro que la actitud ante la migración divide con contundencia a civiles y políticos. Al margen de debates morales, el estudio concluyó que cuanto mayor es el abismo entre los ciudadanos y sus cargos electos, se dispara el auge de la ultraderecha que es incontestable en los países citados. Salvo en Dinamarca, donde los socialdemócratas se alinearon con la ciudadanía para neutralizar a los extremistas, a costa quizás de sacrificar los principios. Y, por supuesto, los políticos remisos a la asimilación no tienen mejor corazón, sino peores remedios. *Periodista
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