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» Diario Cordoba
Fecha: 20/10/2025 22:25
Tras un fin de semana de gran afluencia de visitantes, Flora ha vivido este lunes una jornada de calma, reflexión y atención al cielo, ya que a lo largo de la mañana han caído algunas gotas. Sin embargo, desde la organización recuerdan que las instalaciones están perfectamente preparadas para las inclemencias meteorológicas: «Es algo para lo que estamos preparados». El fin de semana dejó excelentes cifras de asistencia a Flora. Animados por el buen tiempo y por el regreso de algunos pasos del Vía Crucis Magno a sus templos —lo que atrajo a mucha gente al centro—, no se descarta la posibilidad de superar el récord de visitas. La de este lunes ha sido, en cambio, una jornada ideal para pasear por el patio del Palacio de Viana, la Mezquita-Catedral o el Museo Arqueológico, por citar algunos ejemplos. Con menos afluencia, aunque con visitas constantes, un tiempo que mejoró conforme avanzaban las horas y el silencio como gran aliado, ha sido una jornada ideal para contemplar con calma estas obras únicas. Ambiente en la instalación de Viana, este lunes. / Chencho Martínez Jardines en Córdoba: más allá de la aristocracia Por la tarde se celebraron dos citas que mostraron Flora desde perspectivas tan diferentes como complementarias. En la Biblioteca Viva de al-Ándalus tuvo lugar la conferencia Un viaje en el tiempo a la jardinería cotidiana andaluza, impartida por el profesor de la Universidad de Córdoba Antonio J. Díaz, quien ha puesto en valor los jardines que tuvo Córdoba entre los siglos XVI y XVIII, más allá de los pertenecientes a la nobleza o la realeza. Díaz ha reivindicado que las clases incipientes e ilustradas de la época también dedicaban su tiempo a decorar con jardines los patios de sus casas o a embellecer las huertas situadas fuera de la muralla: «Era una muestra de poder, recreación y ocio. Eran espacios con muchísimo simbolismo», explica. El investigador lamenta que esta parte de la historia haya quedado olvidada: «Se habla de su presencia en el periodo andalusí, pero luego pegamos un salto de tiempo y no sabemos nada durante 300 años». En ese intervalo, sobre el que profundiza en su ponencia, llegaron a Córdoba gracias a estos jardines particulares algunas plantas procedentes de América, como el tabaco o la piña, aunque la auténtica reina de estos espacios era el azahar, seguida de los naranjos, jazmines o parras, que además se utilizaban como elementos arquitectónicos en las fachadas. Visitantes de Flora en Orive. / Chencho Martínez Díaz reclama al Ayuntamiento que ponga en valor la historia de estos espacios y señale su ubicación original: «Por ejemplo, había unos jardines frente al actual Rectorado», explica. En ese caso concreto se conservan las escrituras, donde la propietaria detallaba con precisión lo que deseaba para convertir aquel lugar en un vergel. «Tenían conocimientos y sabían perfectamente lo que querían», resume. Reflexión y simbiosis Por otro lado, en la Fundación Antonio Gala, Gil Monteagudo y Arturo Garrido, creadores de Anillos para una dama —instalación que puede visitarse en el Paseo de la Victoria—, han ofrecido una charla sobre el making of de un trabajo nacido gracias a las sinergias que se generan en la fundación. De esa colaboración surgió la fusión de dos mundos: la tragedia portátil y la ópera de cámara. El proyecto rinde homenaje a la idea de Gala de la “fecundación cruzada”, tal y como explica Gil Monteagudo, quien define el proceso creativo como «una simbiosis perfecta, en la que cada creador ha contado con su espacio sin dejar de estar conectado». La charla también sirvió para relatar la génesis del proyecto y para que «el público aporte sus opiniones y lo enriquezca aún más», concluye.
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