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» Diario Cordoba
Fecha: 20/10/2025 14:28
Uno de los recuerdos de niñez que conservo más vivos es el del tráfico de pastelones el día de San Rafael. Desde tempranas horas de la mañana los mozos de las confiterías iban y venían desde los obradores a los domicilios particulares, sosteniendo su carga en una sola mano como si se tratara de una bandeja. El balcón de mi casa de entonces -un tercer piso en la calle Alfonso XIII- era una estupenda atalaya para comprobar la cantidad de Rafaeles y Rafaelas, destinatarios de tan dulce obsequio, que había en Córdoba. Me preguntaba por qué no pasaba lo mismo con otras onomásticas, con nombres de santos también muy conocidos, que no originaban tanto alboroto. Y es que el de San Rafael es un día muy grande en Córdoba, tan grande que cuando en 1970 la Iglesia unificó la celebración de los arcángeles Rafael, Miguel y Gabriel en el día 29 de septiembre, fue tanto el clamor popular cordobés por conservar para San Rafael el 24 de octubre, que la Iglesia consintió en ello. San Rafael es custodio de Córdoba, el encargado de cuidarla y protegerla; por eso la ciudad está llena de triunfos -obras de arte que exaltan la victoria y la gloria- dedicados a él. No sólo los que, como el del Puente Romano, presiden calles y plazas, sino los que se encuentran en los patios y en las casas, ya sea como figuras, pinturas o azulejos. Sería difícil calcular su número. En cambio sabemos que en Córdoba hay más de 21.000 personas con el nombre de Rafael y casi 5.000 con el nombre de Rafaela; así que estamos en buen momento y lugar para felicitar a todos, aunque sea con unos cuantos días de anticipación. Que los Rafaeles y Rafaelas -con todos sus correspondientes diminutivos: Rafa, Rafita, Rafi, Rafalito, Rafalita, Fael o Faela- celebren su día con la mayor fortuna. Por otra parte, los peroles ya están convocados. De momento y si el tiempo no cambia, encender fuego en el campo, por el elevado riesgo de incendio, está prohibido. El Arenal es el lugar alternativo. La esencia del perol trasciende su propio nombre, tomado de la vasija de metal de forma casi esférica así llamada. El perol cordobés, que tiene antiguos orígenes gremiales, es un acontecimiento social; una reunión amistosa o familiar o ambas cosas. Se sale al campo, se elige un lugar cómodo y apropiado, se guisa y se come lo guisado. Mientras se guisa, se toman los aperitivos y se bebe buen vino de la tierra. La charla, los chistes, los juegos y los paseos son imprescindibles. Y ni que decir tiene el disfrute de la gente pequeña. El arroz, en perol o en paella será el protagonista. Por favor, tengan piedad de los guisanderos y déjenlos cocinar en paz. *Académica
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