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  • La empresa agropecuaria que transformó la región y hoy es un caso de éxito

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 20/10/2025 10:10

    La Pastoriza nació con un campo que Juan José Orazi compró a fines de la década del 50. Fue un hombre emprendedor y luego añadió dos establecimientos más. Su hijo continuó ese camino y, en 1976, buscó elevar la productividad inicial mediante pasturas consociadas, servicio estacionado e inseminación artificial para avanzar en el mejoramiento genético, entre otras medidas. “La filosofía de la familia fue siempre la mejora continua, que nos sigue guiando en cada ciclo de trabajo”, cuenta Ricardo Orazi, nieto de Juan José y actual titular de la empresa. La transferencia de la conducción se realizó de manera muy ordenada entre las generaciones, ya que esa es una de las premisas familiares. El abuelo fundador dejó la empresa al padre de Ricardo a temprana edad (22 años) y éste repitió el proceso con Ricardo; no obstante, los tres siguen trabajando conjuntamente en los tres campos. Los Orazi se apartaron del modelo tradicional de la Cuenca del río Salado. En esa región de suelos overos predominan planteos de cría vacuna con poco personal y baja carga, lo que reduce la producción de carne por hectárea y deja como actividad casi exclusiva la venta de terneros livianos al destete. La familia eligió otro rumbo y hoy, en los campos de la Cuenca del Salado, desarrolla un esquema que combina cría, recría, venta de reproductores de pedigrí y agricultura en las mejores zonas, dando trabajo a 28 personas. Con la cabaña, en la última exposición de Palermo obtuvieron la segunda Mejor Ternera Angus Colorada y el tercer Mejor Ternero de esa raza. La empresa de los Orazi comprende el establecimiento La Pastoriza, en San Miguel del Monte; Santo Domingo, en el partido de Las Flores; y El Madrigal, en el partido de Cañuelas. “En total son 6000 hectáreas con características específicas, pero en todos los campos tenemos como objetivo desarrollar reproductores o producción comercial de carne en condiciones pastoriles, adaptadas a la región de la Cuenca del Salado de la provincia de Buenos Aires”, resalta Orazi. La cabaña tiene al Angus como raza principal y aplica herramientas tecnológicas de mejoramiento animal integradas en un sistema de cría comercial propio de la zona. “Producir reproductores para el ambiente y el sistema de producción de la cuenca es el principal objetivo del mejoramiento genético de la cabaña, y el sistema de producción de reproductores es igual al de un rodeo comercial de cría de la zona”, añade. La agricultura ocupa el 30% de la superficie, aprovechando los mejores sectores de media loma y loma, y está destinada a generar los recursos forrajeros necesarios para la actividad ganadera. Así producen picados de avena, sorgo o maíz para alimentar las distintas categorías; además siembran pasturas y verdeos de invierno y verano para pastoreo directo o para reservar en rollos. Tanto el rodeo comercial de cría como los reproductores están adaptados al patrón forrajero de la cuenca del Salado, caracterizado por un exceso de oferta en primavera y verano y una marcada restricción en invierno. En ese contexto, el programa genético se orienta a hembras y toros capaces de seguir produciendo en épocas de escasez apoyándose en reservas. Por eso las vacas de cría y las de la cabaña son rústicas. “Pueden producir en ese ambiente, pero generan un ternero que puede convertirse en un novillito de consumo o pueden producir un animal pesado de exportación o un toro de 700 kilos a los dos años”, diferencia Ricardo. Rodeo de vacas con ternero Las vacas son de tamaño moderado pero con peso importante. Por ejemplo, un vientre de segundo parto pesa entre 480 y 500 kilos, y los toros de 2 años alcanzan los 650-680 kilos en condiciones de trabajo. Una vaca de refugo puede venderse con 550-580 kilos. El servicio de las vacas del rodeo general y de la cabaña está estacionado en octubre, noviembre y diciembre. El plan sanitario es convencional, aunque además se busca comercializar animales negativos a paratuberculosis mediante un sangrado previo a la venta. Tanto el rodeo comercial como la hacienda de cabaña reciben inseminación artificial a tiempo fijo. La base del planteo forrajero son las pasturas consociadas, los verdeos de invierno (principalmente raigrás) y el voleo de avena o raigrás con Altina en los maíces. Las pasturas combinan festuca, agropiro y lotus según la calidad de cada lote. Se usan sobre todo en primavera y verano para la recría y para los rodeos paridos con ternero al pie. En invierno, el 100% de las vacas permanece en pastoreo con suplementación a base de rollos. La recría se complementa con autoconsumo de picado de maíz guardado en bolsones durante el primer invierno, suplementando lo que los terneros obtienen de las pasturas. Las hembras de invernada se venden como tal; los mejores terneros se destinan a toros para venta a los dos años, y el resto se comercializa como invernada o sale como novillito recriado a fin de año. En 1000 hectáreas se llevan adelante cultivos en rotación, donde la soja se utiliza para limpiar potreros o romper pasturas. “La rotación agrícola dura tres años y luego se implanta una pastura que dura cinco o seis años para volver nuevamente a la agricultura”, sostiene Orazi. La rotación incluye maíz, soja y verdeo de invierno —principalmente avena para semilla y cosecha— y también se implanta moha para confeccionar rollos en verano. La agricultura apoya a la ganadería Los rendimientos agrícolas son los característicos de la cuenca del Salado. “En buenos años se pueden alcanzar 6000 a 7000 kilos por hectárea de maíz temprano como promedio y 3000 a 3500 kilos de soja de primera”, detalla Orazi. “Tanto en la cabaña como en el rodeo comercial de cría, los rasgos que se han seleccionado durante 50 años han sido fertilidad y facilidad de parto y ya están incorporados. Obviamente, no se perdona a la vaca que no queda preñada en el periodo de servicio y se la elimina sin contemplaciones”, agrega el empresario. En la cabaña se transfieren más de 500 embriones por año. En la selección también se consideran numerosos caracteres carniceros, como la calidad de la carne, el ancho del lomo, el descenso de los cuartos y la profundidad de las costillas. “Últimamente se agregó la selección por características de la carcasa, como el área del ojo del bife y el marmoreado, con el programa ERA de la Asociación Argentina de Angus y con el auxilio de la evaluación genómica. Con estas tecnologías se pueden estimar los datos de calidad de carne pensando que en algún momento el mercado va a pagar un diferencial por el producto de mejores características”, proyecta Orazi Como fruto de ese proceso de mejoramiento, la cabaña crece de manera sostenida. Pasó de vender 200 toros por año hace tres años a proyectar 400 para 2025. Avanza especialmente en hacienda de pedigrí, con abundante información y garantías productivas, que es lo que hoy tiene mayor demanda. La cabaña también produce reproductores Angus Colorado, que reciben un sobreprecio respecto de los negros; lo mismo ocurre con su descendencia. La razón de ese plus es la buena genética de Angus Colorado en la Argentina. “Se ha trabajado mucho en el país y hoy configura aproximadamente el 50% de los toros que presentamos en los remates”, sostiene Orazi. Dentro del plan de trabajo de la cabaña hay programas asociativos. Organiza remates durante el año en los que participan clientes con vacas portadoras de la genética de La Pastoriza. De este modo se abren las tranqueras del evento para que los clientes puedan ofrecer en el remate lo que es “producción emergente de La Pastoriza”. De esa forma, “más de 500 vientres de 25 remitentes de distintas zonas y manejos vienen al remate con la etiqueta de la genética de la cabaña”, destaca Orazi. Los compradores de esa hacienda son productores que buscan un buen vientre respaldado por genética de calidad. Otra particularidad de la cabaña es el uso de toros jóvenes antes de su venta como reproductores. “Se seleccionan toritos de 13 meses y se utilizan en los propios rodeos con determinada cantidad de vientres. Pesan 450-500 kilos y antes de entrar a servicio se les hace un análisis de la calidad seminal. Finalizada la temporada de monta, son preparados para comercializarse a los dos años”, explica el empresario. Así se combina un uso propio anticipado con un destino comercial, generando un doble ingreso. “Disponer de toros en servicio a los 13 meses demuestra la precocidad y fertilidad de esos animales lograda a través de muchos años de selección y da mayor velocidad al programa genético”, destaca Ricardo. “Es un esquema innovador que se contrapone a lo que se hace normalmente que es vender los toros recién a los dos años”, concluye.

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