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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 20/10/2025 04:12
Una bodega en problemas y con una silla caliente: la del CEO Rafael García había asumido la dirección de Bodega Norton en diciembre de 2023, en reemplazo Michael Halstrick, anterior directivo y representante en Mendoza de la familia Swarovski, la principal accionista de la compañía. Su llegada había generado altas expectativas, dado su currículum en el grupo francés Pernod Ricard, una empresa con un vasto portfolio de marcas internacionales como Chivas Regal, Jameson Irish Whisky y Havana Club. La misión designada para García era clara y ambiciosa: modernizar y revitalizar la bodega, que había permanecido "dormida" o en una fase de estancamiento estratégico por aproximadamente una década. A pesar de las promesas iniciales y el perfil profesional, la gestión de Rafael García al frente de la Bodega Norton tuvo una duración acotada. El ejecutivo dejó su cargo antes de lo previsto, culminando un ciclo que había comenzado con una fuerte apuesta por la modernización. Así, la bodega de la familia Swarovski concretó un nuevo cambio en su cúpula directiva: el 1 julio de este año, Tomás Lange asumió como CEO. Según informaron desde Norton, el ejecutivo cuenta con una trayectoria internacional de más de 17 años, desempeñándose en roles clave como Gerencia General, CFO y COO. Su experiencia se desarrolló en destacadas compañías multinacionales del rubro, incluyendo Brown-Forman, Campari y también Pernod Ricard. Bodega Norton y la tormenta perfecta La tormenta que azota por estas horas a Norton no es potestad exclusiva de esta bodega. La industria vitivinícola general atraviesa una tempestad desde hace varios meses. Luego de lo que fue el pico de consumo de vino durante la pandemia del Covid19, la burbuja se rompió y tanto la crisis de consumo a nivel nacional, como los cambios de habito en el consumo de bebidas alcohólicas en el mundo, mantienen en vilo a las bodegas argentinas. En el mercado interno, la venta de vino cayó un 17% en agosto de forma interanual, donde se despacharon 678.265 hectolitros, según expresó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en su último informe mensual. En cuanto al mercado externo, la exportación de vinos creció en septiembre un 13,4%, pero no logra salir a flote: en agosto había caído la colocación externa un 16,3%, y durante julio un 21,1%. Como si fuese poco, durante 2024 la importación de vinos creció un 415%, según el propio INV. A lo largo de todo el año pasado, las importaciones totales de vino, entre granel y fraccionado, alcanzaron los 45.971 hectolitros, lo que implicó un salto del 415% respecto del año anterior, cuando se habían registrado 8.923 hectolitros. Chile se consolidó como el principal origen de esas compras, aportando casi la totalidad del vino a granel. "La industria vitivinícola y el vino como producto de consumo masivo sigue todos los vaivenes del mercado: cuando el consumidor tiene menos dinero en el bolsillo, hay productos que se vuelven prescindibles, y el vino está dentro de esa línea", señaló Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas de Argentina. Según explicó, "está dentro de un desafío importante en el mundo en general y en la Argentina en particular". En cuanto al mercado argentino, el directivo explicó que la situación combina un consumo interno deprimido con una caída de las exportaciones: "Argentina ha disminuido más que el resto del mundo en la participación internacional. Tenemos una tormenta perfecta: el mercado interno está muy deprimido y las exportaciones también están a la baja". Kuret también resaltó las particularidades financieras del sector: "Es una industria con un alto capital de trabajo, dispersa entre muchas compañías. Paga a sus proveedores a corto plazo y cobra largo de sus clientes. Hay bodegas con vinos almacenados para uno, dos o tres años, lo que genera un capital de trabajo importante. En un entorno con escaso crédito o tasas elevadas, eso genera un estrés financiero significativo". Además, las bodegas están trabajando en optimizar su capital de trabajo y racionalizar los stocks: "Son exitosas aquellas que manejan mejor sus vinos en proceso de añejamiento. En los vinos de baja gama el stock rota rápido, pero en las gamas intermedias o altas es más complejo. En lo que va del año, las exportaciones cayeron alrededor del 6%, pero si se considera desde 2023, la caída acumulada es del orden del 30%". Respecto al impacto de la coyuntura político-económica y la competitividad internacional, Kuret destacó: "Más allá de las fluctuaciones de tipo de cambio, necesitamos condiciones de competitividad frente a otros países que tienen menor carga impositiva y acuerdos bilaterales que permiten ingreso con tasas cero. Argentina paga doble dígito para acceder a algunos mercados donde competidores nuestros no pagan nada. Para nosotros, lograr estas condiciones de competitividad es fundamental, porque el vino tiene algo intrínseco muy importante: el tiempo". Los cambios de hábito golpean a la industria del vino En los últimos años, el mundo cambió su manera de beber. Ya no se trata solo de una moda o de una cuestión generacional, sino que detrás del nuevo consumo de alcohol hay un cambio cultural profundo. Las personas, sobre todo los más jóvenes, están tomando menos, pero también lo están haciendo de otro modo. El fenómeno tiene nombre y data: "consumo consciente". Es la búsqueda de equilibrio entre placer, salud y control. Los vinos sin alcohol o de bajo grado, y las bebidas listas para tomar son algunos de los síntomas de esta transformación global. El consumidor promedio ya no se define por la cantidad que bebe, sino por la calidad y la experiencia que busca en cada copa. Ese giro impactó de lleno en el vino, una de las bebidas más tradicionales del planeta. En 2024, el consumo mundial cayó a unos 214 millones de hectolitros, un 3,3% menos que el año anterior. Países históricamente vinícolas como Francia, Italia, España o Estados Unidos muestran descensos sostenidos en los volúmenes, mientras que, en otros mercados emergentes como China, la caída es aún más pronunciada. El resultado es un mercado que se achica en volumen, pero que se reorganiza en valor. Crecen los vinos premium, los orgánicos, los biodinámicos, los espumosos de alta gama y los productos con identidad territorial fuerte. En cambio, los vinos de consumo masivo pierden terreno, atrapados entre el aumento de costos y un público que busca experiencias distintas. Dificultades también en la viña La industria no está sola este declive coyuntural de la vitivinicultura. En los últimos días, se multiplicaron las protestas de productores viñateros ante los escasos márgenes que manejan, que según argumentan en Mendoza, los mantienen en condiciones de indigencia. La Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM) emitió un comunicado en el que advierte que el sector atraviesa "una de las peores crisis de rentabilidad que hayamos vivido en décadas". El texto apunta contra la falta de respuestas del Estado, la presión impositiva y la destrucción del mercado de la uva, que deja sin rentabilidad a productores grandes, medianos y pequeños. "La ecuación económica del productor primario ya no cierra. Durante este ciclo 2024/2025, los costos se dispararon de manera insostenible: mano de obra, agroquímicos, fertilizantes, energía, transporte, impuestos, tasas… todo subió menos la uva", indicó la entidad. La AVM advierte que el impacto económico ya tiene consecuencias sociales profundas, y ya se ven fincas abandonadas, familias sin trabajo, jóvenes que emigran y tareas culturales que se paralizan.
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