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  • La tragedia de Sandra Peña se podría haber evitado: "Hay herramientas muy potentes contra el 'bullying'"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/10/2025 17:00

    Hay noticias que se te quedan pegadas y te asfixian cuando sales de la redacción. Recuerdo como si fuera ayer la angustiosa espera de la madre de Ruth y José y la crueldad con la que José Bretón asesinó a sus hijos. Llegaba a casa tarde y pasaba mucho tiempo contemplando a mis hijos, entonces bebés, pensando cómo alguien puede hacer algo así a unas criaturas. Me pasa de nuevo con el suicidio de Sandra Peña, la niña de 14 años que salió del colegio el pasado martes y sin parar en su rellano subió a la azotea de su bloque para tirarse desde una altura de diez plantas y quitarse la vida. Es imposible que una noticia así no se te incruste en el alma. Admiro la valentía de sus padres dentro del dolor inmenso para pedir y autorizar que se difundiera la foto de su hija, víctima de acoso escolar y, todo apunta, de la negligencia de su centro educativo. No quieren que Sandra sea un número más. Desgraciadamente, no es tan raro: "Muere un menor de diez años tras caerse desde una cuarta planta en los Jardines de Hércules", fue noticia en El Correo de Andalucía, el pasado 14 de octubre. En la tragedia de una familia hay que ir con pies de plomos. El único derecho que les queda es el de administrar su duelo y su tragedia. Hemos debatido mucho sobre si el rostro de Sandra debía difundirse. Ha ganado lo que ha pedido el portavoz de la familia y sus familiares, con los que hablamos directamente para ratificar la autorización. Creo que va a servir. Quiero pensar que Sandra Peña va a ser como Ana Orantes, ella fue un antes y un después al mirar la violencia de género, o como Ruth Ortiz, que con su tragedia nos puso en primer plano la violencia vicaria. Ojalá el horror de la niña de la Carretera Carmona sea un punto y aparte al mirar el acoso escolar. Un fenómeno de grupo El bullying es un fenómeno de grupo, sistémico, del que hay estudios de investigación desde hace más de 20 años y se puede explicar científicamente. La investigadora y docente de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) Blanca López Catalán, experta en gestión y prevención de acoso escolar, avisa al otro lado de la conversación: "Si llamas para hablar solo de pena, no". Su mensaje es contundente: "Hay que pasar de la pena y la indignación a la acción". "Estamos ante una emergencia educativa, estamos perdiendo vidas y estamos perdiendo la salud de nuestros niños". Su mensaje es esperanzador porque sostiene que "no es tan difícil" combatir la lacra de la violencia en las aulas. "Se conocen las herramientas y son muy potentes, las tenemos, lo que hay que explicar y trasladar es lo que hay que hacer, lo que falla ya lo sabemos", insiste López. Esta experta ha escrito un libro junto a la autora juvenil Elisa Macías. El niño que entró por la ventana, disponible en Amazon, combina la novela con una guía práctica para reconocer y combatir el acoso en las aulas. Tiene tres partes. La primera para adultos y niños, la segunda para mayores y una tercera donde vuelven a reunirse todas las generaciones. Cuenta el caso de Daniel, todo lo que falló, lo que se pudo hacer mejor y ofrece estrategias concretas para combatir el bullying. Es muy recomendable como ejercicio práctico, se aprende mucho: "Ahí está todo", insiste su autora. Afortunadamente hace ya muchos años que superamos que la violencia machista era cosa de alcoba, de los matrimonios y de cada casa. Sin embargo, seguimos repitiendo cuando hay un caso de acoso escolar que es "cosa de niños". Es uno de los tópicos de una larga lista: "No hay que meterse, es un niño raro, se tendría que haber defendido, mejor que los padres no entren, esto es lo de toda la vida, son conflictos, son niños…". También existe el riesgo de hablar demasiadas veces de bullying cuando son conflictos de convivencia y no es lo mismo. En esa lista habría que meter también el modus operandi habitual, admiten los expertos, de muchos centros educativos que cuando reciben a los padres para denunciar que sus hijos están siendo acosados evitan activar los protocolos diseñados por la Consejería de Educación. Lo eluden irresponsablemente porque consideran que manchan la reputación del centro, porque es mucho papeleo, más burocracia y lo más triste, porque creen que al final no sirven para nada. Y claro que sirven. "Sienten que va el inspector, abre el protocolo, hace la entrevista y da la indicación de que hay que proteger al menor. ¡Dame algo más!", narra López Catalán, convencida de que habría que dar un protocolo interno a cada centro, que sepan qué tienen que hacer, cómo deben actuar, cómo proteger al menor, cómo obtener la información de lo que está ocurriendo. “Hacen falta medios y formación”, recalca. Tiene que existir un equipo responsable, profesores con horas liberadas para encargarse de la convivencia y preparación de todos, de profesores, orientadores, directores, alumnos, padres y madres. "Un claustro bien preparado es mucho más eficaz que celebrar el 30 de enero el día de la paz o el 2 de mayo el día internacional contra el acoso escolar", avisa. Entender las señales Combatir la violencia escolar es algo del día a día. En el equipo de investigación de la Universidad Pablo de Olavide tienen un plan de emergencia educativa que enseña a evaluar, detectar y saber interpretar el reguero de señales que deja un caso de acoso. Hay hasta un simulacro que todos los centros deberían cumplir igual que se desaloja el colegio para prepararse ante un incendio. Como padres debemos hablar con nuestros hijos. Prohibir tajantemente los motes y los insultos. Tolerancia cero. Todo acoso comienza siendo verbal, un porcentaje pasa a ser físico y la mayoría, el más doloroso, se queda en el aislamiento, que es muy difícil. Todo amplificado por las redes sociales. ¿Cuántas veces le has preguntado a tus hijos ‘estás bien en el colegio, tienes amigos’? Posiblemente muchas. ¿Cuántas veces le has preguntado ‘hay algún niño en clase que esté solo, que veas que no tiene amigos, que te necesite, ayúdalo’? Yo, ninguna hasta que esta experta me lo dijo. Las familias son fundamentales. "Tu hijo puede elegir a sus amigos pero debe respeto a todos los compañeros del centro educativo. No puedes admitir el ‘es que es un pesado o es un raro’, no se puede tolerar. No tienes derecho a excluir a esa persona", advierte la experta. La ley de protección a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, de 2021, no se centra exclusivamente en habilitar un marco para la eliminación de la violencia contra la infancia y la adolescencia, sino que, además, impone el principio del buen trato. Si van a un partido de fútbol y observan como muchos padres se dirigen al árbitro, en muchas ocasiones menor o muy jovencito, se entienden muchas cosas. La sociedad todavía no lo sabe pero la ley nos obliga al buen trato al menor. Igual que si ves por la calle a un hombre darle un puñetazo a su pareja o zarandearla es raro que te quedes callado, deberíamos saltar si vemos en un grupo de niños que acosan o castigan a uno, en un partido de fútbol, en un patio, en un parque. Si callamos, somos cómplices. Estamos incumpliendo la ley. Enseñar a mirar "No es un minuto de silencio el día que pasa algo. No es una concentración. Es cada día. Llevo diez años harta de hablar de la pena. Pasemos de la indignación a la acción. Es que hay soluciones. Hay que enseñar a mirar", concluye la investigadora. Ni un teléfono más contra el acoso, que ya hay mecanismos, ni mirar a un modelo perfecto de otro país porque no existe y López Catalán ha sido durante muchos años formadora oficial certificada para la implantación en centros escolares del programa finlandés Kiva, el método antiacoso más contrastado científicamente del mundo. La Fiscalía de Menores cada vez atiende más casos pero castigar a niños a con responsabilidades penales a partir de los 14 años sigue siendo muy difícil. "A esos menores también hay que rehabilitarlos. El riesgo que percibe un adolescente nunca es el riesgo real. Ninguna de esas niñas que acosaban a su compañera pensaban que se iba a quitar la vida", avisa la experta. El colegio concertado Irlandesas Loreto al que acudía Sandra Peña no abrió el protocolo pese a dos denuncias de los padres. Actuará la justicia. Pagarán los responsables. El dolor de los padres de Sandra, de su hermano, de su abuelo, de sus tíos, que se concentraron el pasado viernes en Sevilla para dar las gracias por las muestras de apoyo y solidaridad recibidas y para denunciar su tragedia, es indescriptible. Desgarrador. Ojalá esa pena no se quede en nada. Luchemos para que esa niña sea un antes y un después. Para que el acoso no destroce a ninguna familia más. Está en nuestra mano. Se lo debemos.

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