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  • La fuerza social tumba la opa

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/10/2025 02:06

    La opa del BBVA sobre el Banco Sabadell parecía destinada a triunfar. Pero ha topado con un factor a menudo ignorado en finanzas: la fuerza de la sociedad y la importancia del arraigo territorial. El BBVA lo tenía todo para ganar: dimensión y recursos. Pero le ha faltado una cosa esencial: el apoyo social. Durante buena parte del proceso, el BBVA se ha concentrado en convencer a los accionistas con una intensa campaña publicitaria, pero ha minimizado el impacto que la fusión podía tener sobre el empleo, la financiación de las pymes, el cierre de oficinas y la pérdida de una sede bancaria histórica en el territorio. Según el Observatorio de la Pyme de Cataluña, la fusión habría tenido importantes consecuencias en España. Habría reducido el crédito en 54.000 millones de euros -sobre todo, para pymes-, comportado unos 8.000 despidos cualificados y el cierre de unas 450 oficinas. En territorios como Cataluña, donde cuatro entidades ya tienen el 85% de las oficinas bancarias, la opa habría acentuado la concentración que la Autoridad Catalana de la Competencia considera próxima al oligopolio y sin demasiados precedentes en Europa. Hay situaciones similares en las islas Baleares, por ejemplo. Estas previsiones activaron una respuesta unánime: patronales, sindicatos, colegios profesionales, cámaras de comercio y otras entidades expresaron un rechazo amplio y transversal. Quizás el BBVA no valoró bastante la capacidad de reacción de la sociedad. El Sabadell, en cambio, ha sabido tejer mejores alianzas con la sociedad de los territorios donde tiene más presencia, consolidándose como un banco próximo, comprometido con las pymes y con el tejido económico local. Esta conexión con el territorio ha sido un activo intangible pero decisivo. La presión social llevó al Gobierno español a imponer condiciones para preservar el interés general, reduciendo los impactos sociales negativos y las sinergias, hecho que podría haber limitado los beneficios esperados por el BBVA y reducir las posibilidades de mejora del precio ofrecido. A esto se sumaron errores de percepción: el BBVA afirmó que el precio era «inmejorable», pero lo modificó muchas veces. Estas rectificaciones restaron credibilidad y generaron la sensación que podía hacerlo una vez más si conseguía el 30% de aceptación. Quizás muchos accionistas prefirieron esperar, convencidos que podría llegar una última subida. Además, algunos mensajes corporativos transmitieron la idea que el BBVA subestimaba la inteligencia de los accionistas y de la sociedad. Por su parte, parece que muchos accionistas minoritarios del Sabadell -que controlan cerca del 40% del capital- valoran no solo el dividendo, sino también la proximidad, la calidad del servicio y el compromiso con el territorio. Hay que recordar que la mayoría de opas hostiles acaban fracasando y destruyendo valor para los accionistas. Los costes legales, reputacionales y de integración que generan a menudo superan a los beneficios esperados. Esta no ha sido la excepción. Tampoco hay que olvidar que en banca la dimensión no garantiza el éxito: en la crisis del 2008 desaparecieron entidades grandes y pequeñas, mientras otras, también de todos los tamaños, supieron adaptarse y crecer. La diferencia no fue la dimensión, sino la buena gestión, basada en la prudencia, la innovación, la proximidad y la buena gobernanza. El desenlace de la opa muestra que la credibilidad de los mensajes y la complicidad con la sociedad pueden influir decisivamente en una operación financiera. El BBVA es un gran banco y con trayectoria sólida, que puede seguir creando valor. El Sabadell, por su parte, ha demostrado fortaleza y credibilidad. Ahora tiene que cumplir las promesas de dividendos y del plan estratégico, mantener el empleo y las oficinas, consolidar un núcleo estable de accionistas y continuar apostando por la calidad del servicio y el apoyo a las pymes. Esta opa deja una lección válida para cualquier organización: los accionistas no lo son todo, cada día cuentan más los demás actores sociales. Ahora, los dos bancos tienen por delante la tarea de continuar demostrando con hechos su capacidad de generar valor económico y social. No olvidemos que, en economía, como en la vida, las derrotas no son eternas, pero las victorias tampoco.

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