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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 16/10/2025 18:46
Como quedó demostrado una vez más en las últimas semanas, los mercados se adelantan a los acontecimientos que pueden cambiar el rumbo de la vida pública. Los agentes económicos se apresuraron a comprar dólares, por si el Gobierno no consigue sostener el régimen de bandas cambiarias después del próximo domingo 26, cuando se celebren las elecciones nacionales. Los dirigentes políticos también se adelantan. En el seno del oficialismo se profundiza una lucha despiadada por el control de las palancas del poder. La hipótesis en la que se sostiene esa aceleración es que a partir del 27 Javier Milei remodelará su equipo. Quien se lanzó con más ferocidad a defender o, llegado el caso, agigantar sus posiciones, fue el “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. Su víctima de estas horas es el canciller Gerardo Werthein, a quien se imputa la responsabilidad principal por la accidentadísima reunión con Donald Trump. Sin embargo, la guerra tiene otra dimensión. Lo que está en juego es un nuevo balance de atribuciones e influencias si Milei constituye una coalición con centro en las negociaciones que viene llevando adelante el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con Mauricio Macri y varios de sus aliados. Existe un indicio de que ese escenario podría convertirse en realidad. Karina Milei ha comentado ante íntimos: “Después del 27, Javier cambia”. La ley de Murphy está haciendo sentir todo su rigor. “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. La reunión soñada, es decir, el encuentro con Trump en la Casa Blanca, se convirtió en un nuevo factor de la larga turbulencia dentro de la que el Gobierno navega hacia las elecciones legislativas. El presidente de los Estados Unidos proporcionó a Milei la amarga medicina de su estilo desenfadado y arbitrario. “Ayudaremos a la Argentina si Milei gana las elecciones. Si las pierde, no seremos generosos”. Trump invirtió la secuencia deseable. Se suponía que el auxilio financiero norteamericano estaba dirigido a ganar las elecciones. No que había que ganar las elecciones para conseguir ese auxilio financiero. Esta segunda lectura inquietó de nuevo a los tenedores de pesos y de bonos. Era lo que menos se esperaba del encuentro con Trump. El “Mago” Caputo, tanto desde su cuenta oficial de X como desde la de Daniel Parisini, “Gordo Dan”, se apresuró a interpretar lo que había querido decir el presidente de los Estados Unidos. Esto es: si la Argentina retrocede en 2027, Washington le retirará su respaldo. Quiere decir que Trump estaba hablando de la sucesión presidencial. Pero “Don” desmintió a “Dan” y aclaró que tenía muy claro que pronto se celebrarían comicios de medio término, y que él se había referido a esa encrucijada. Para entender la advertencia de Trump hay que recordar algo obvio: en los Estados Unidos se hace política igual que en cualquier democracia del mundo. Quiere decir que los dirigentes piensan, antes que nada, en su electorado. El presidente norteamericano advirtió que no despilfarraría el dinero de los contribuyentes. Era oportuno que lo hiciera porque la ayuda suministrada a Milei ha desatado una ola de críticas en su país, procedente, sobre todo, de la oposición demócrata. Ayer mismo The New York Times publicó una columna con las firmas de Zolan Kanno-Youngs y Alan Rappeport, reproduciendo declaraciones de la senadora Jeanne Shaheen, quien recriminó a Trump que sea más generoso con la Argentina que con los ciudadanos de su país, que podrían recibir un auxilio para evitar que se disparen las primas del seguro médico. El texto del Times también censuraba a Bessent porque, se presume, está arrojando un salvavidas a Milei para, en rigor, acotar las pérdidas que tuvieron sus amigos de los fondos Pimpco, Fidelity o BlackRock, que perdieron fortunas con el derrumbe de la cotización de los bonos argentinos. Una objeción similar había formulado, en el mismo diario, el premio Nóbel Paul Krugman, aunque en su caso acusó a Bessent de querer beneficiar a su amigo Rob Citrone, titular del fondo Discovery, quien se ufanó, antes de la corrida, de influir sobre el equipo económico argentino. Discovery fue, acaso, la institución que más se benefició el año pasado con la compraventa de títulos locales. Esta polémica obliga a los republicanos, con Trump a la cabeza, a justificar su incursión en las finanzas argentinas. Con ese mismo criterio, Bessent aclaró que no se le exigirá a Milei que cancele el swap de monedas con China. Es lógico: sería insólito que el dinero de los contribuyentes norteamericanos termine destinándose a que los chinos puedan cobrar su deuda a la Argentina. Para atenuar el pésimo efecto de las declaraciones de su jefe, Bessent definió ayer qué es ganar y qué es perder las elecciones del 26. Según él, que Milei se asegure el tercio necesario para sostener eventuales vetos ya significa un triunfo. “El apoyo es a la continuidad de una política, no a un resultado electoral”, explicó. En un esquema de funcionamiento hiper personalista como el que promueve la existencia de un “Milei emperador”, la clave de la supervivencia radica en la velocidad para adjudicar cualquier error a un adversario interno. La maquinaria montada por el “Mago” Caputo en las redes sociales y en la prensa tradicional volvió a encarnizarse con Werthein. El resultado del ataque fue curioso. En las últimas semanas, cuando el idilio con Washington sonreía, el canciller era un cero a la izquierda. Cada noticia positiva que llegaba desde los Estados Unidos era acompañada con la explicación de que había que agradecérsela a Santiago Caputo y el backchannel tendido con la Casa Blanca gracias a su amigo, el lobista Barry Bennett. El propio “Mago”, junto a su cerebro, el sagaz Manuel “Manu” Vidal, se embarcaron hacia la capital norteamericana en un avión privado, que muchos atribuyen al empresario Leonardo Scatturice, para estar en el terreno cuando llegara la hora de cantar victoria. Como no hubo victoria, Werthein obtuvo ese protagonismo que hasta entonces nunca se le había concedido Santiago Caputo montó un dispositivo muy interesante destinado a influir en la relación bilateral con los Estados Unidos o, por lo menos, para hacer creer en esa influencia. Una pieza central de ese artefacto es Bennett, quien se deja presentar como “asesor de Donald Trump”. Hasta donde se sabe, Bennet es un especialista en campañas que trabajó para Ben Carson, candidato republicano que desistió de competir en las primarias de 2016. Retirado Carson, Bennet se puso aquel mismo año a las órdenes del equipo de campaña de Trump. Para el proselitismo de 2024 trabajó en el marco de la CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora). Es un misterio qué grado de proximidad mantuvo con quien terminó convirtiéndose, por segunda vez, en presidente de los Estados Unidos. En el contexto de la CPAC trabó relación con el empresario Scatturice, quien ha venido dando muestras de una gran habilidad para insertarse en el poder. Scatturice ganó notoriedad cuando su avión llegó al Aeroparque Jorge Newbery con un cargamento que atravesó sin examen todos los controles de Aduana. La encargada de hacerlo pasar fue la única pasajera de ese vuelo, Laura Belén Arrieta. En el juzgado del fuero penal económico de Pablo Yadarola se tramita un expediente por estas presuntas irregularidades. El misterio principal del caso radica en una llamada telefónica en la que Arrieta comunica a una agente aduanera con un interlocutor incógnito, que habilitó el pase del equipaje. Yadarola todavía no pudo determinar entre quiénes se produjo ese contacto. Scatturice es el titular de OPC Tech, una empresa de tecnología con numerosos contratos con el Estado. Entre ellos, uno de más de 80 millones de dólares que ganó el año pasado por adjudicación directa con la sociedad estatal Educ.ar. Estas actividades de contratista conviven con su rol como lobista. Es el líder de Tactic Global, una agencia de lobbying en la que también se desempeña Bennett, el antiguo asesor de la campaña de Trump. En el mismo directorio de Tactic figuran Laura Arrieta, la viajera, y Soledad Cedro, importante directiva de la CPAC. Tactic Global fue contratada por la SIDE, que dirige Sergio Neiffert y reporta al “Mago” Caputo. Dice un entendido: “Leo no necesita ese arreglo. Se hizo sólo para pagarle los honorarios a Bennet”. Scatturice trasladó a Bennet en su avión en varias oportunidades. En una de ellas también viajó Citrone, el señalado por Krugman. Fue cuando Bessent visitó Buenos Aires para respaldar el levantamiento del cepo. “Todo tiene que ver con todo”, dirían en San José 1111. A propósito de ese domicilio, el kirchnerismo ha puesto la lupa sobre esta trama de relaciones y funciones. Uno de los responsables de la campaña bonaerense de Jorge Taiana ironizó: “Es la embajada paralela que Uberti tenía en Caracas, pero en Washington”. Karma K: toda acusación termina siendo una autoincriminación. Existe, sí, una coincidencia: Yadarola fue también el juez que debió investigar el fatídico viaje de Guido Antonini Wilson. La pelea con Werthein es sólo uno de los frentes, acaso el menos agresivo, de una lucha que se abrió por el control del gabinete, ante la eventualidad de un cambio de elenco a partir de las elecciones. Mariano Cúneo Libarona es otro blanco de Santiago Caputo, que controla el Ministerio de Justicia a través de Sebastián Amerio. Cúneo está expuesto a un conflicto que tal vez lo debilite dentro del Gobierno: su inoportuna candidatura a convertirse en socio del Jockey Club levantó una ola de repudio dentro de esa institución. La sociedad está partida por una grieta axiológica: mientras Cúneo es repudiado por algunos socios del Jockey, magistrados tan polémicos como el boxindanga Carlos Mahiques, el juez Ariel Lijo o el fiscal Ramiro González, fueron premiados en una fiesta organizada por una publicación del controvertido Gabriel Hochbaum. La calidad de las condecoraciones está más determinada por quienes las otorgan que por quienes las reciben. En el punto de fuga del tablero en el que mueve sus piezas el audaz Santiago Caputo está el jefe de Gabinete Francos y, detrás de él, la inamovible Karina Milei. Werthein es un protegido de la hermana del Presidente. La última jugada del “Mago” ha sido llamativa. El jueves de la semana pasada reunió a tres presidentes de bloques aliados en la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo (Pro), Rodrigo de Loredo (UCR) y Miguel Pichetto (Encuentro Republicano Federal) con Bennet. Soledad Cedro, socia de Bennett en Tactic, ofició de traductora. En ese encuentro el lobista norteamericano pidió que se celebren acuerdos políticos después de las elecciones. Señaló a su amigo Caputo como el hombre de Washington en el gobierno de Milei. Y alentó que el “Mago” tenga un cargo formal en el gabinete. “Sólo lo aceptaría si me lo pide el Presidente” dijo, disciplinado, Caputo. Los tres diputados quedaron con varias dudas: ¿habían hablado con un representante de Trump o con un influyente, amigo de Caputo? ¿Un asesor del Presidente de los Estados Unidos puede ser miembro de una empresa de lobistas? Importa poco. Lo relevante es que el joven asesor de Milei está adelantándose al resultado electoral para apropiarse de dos vigas maestras del oficialismo: la relación con Washington y el control de las alianzas en el Congreso. Werthein es un blanco. Pero Martín Menem es otro, mucho más relevante. Detrás de Menem también está la hermana del Presidente. Son detalles. El astuto Santiago Caputo aspira a que su jefe advierta que, si quiere gobernabilidad, depende de él. Cualquier cambio que, como derivación de un tejido de alianzas, ponga en riesgo esas capacidades, debería ser pensado dos veces. Cuánto que aprender. La alternativa a esta estrategia es una remodelación del aparato de poder, asociada a las conversaciones de Macri con Francos y, sobre todo, con Milei. El último encuentro en Olivos fue, al parecer, bastante productivo. Milei se explayó durante un largo rato, ante el silencio de su hermana, que sólo habló para defender el modo en que se fiscalizó la elección de la provincia de Buenos Aires. Es decir, para defender lo que le tocó gestionar a ella. Bessent siguió emitiendo mensajes tranquilizadores ayer para la Argentina. Y el Tesoro continuó operando en el mercado cambiario. “Scott hace carry trade que da calambre”, dijo un viejo lobo de la city. “Es su obligación”, contestó otro: “Tiene que hacer rendir el valor del dinero del contribuyente norteamericano”. La subordinación de la Casa Rosada a la Casa Blanca es tan completa que ayer el Presidente envió un caluroso mensaje a Lula da Silva, en ocasión de sobrevolar el espacio aéreo brasileño. Lula es otro Lula desde que, la semana pasada, se reconcilió con Trump. Más allá de las operaciones financieras, el secretario del Tesoro advirtió, como su jefe Trump, que no hay ayuda que sea eficaz si Milei no aporta un marco de estabilidad y consistencia política. Ayer algunos graciosos ponían una gota de duda sobre ese aporte de Milei. Entre ellos comenzó a circular la tapa de un libro gemelo al que escribió Juan Carlos Torre para evocar la manera en que el desmanejo del poder conspiraba contra la estabilización de la economía en tiempos de Alfonsín: “Diario de una temporada en el quinto piso”. Sólo que esta nueva versión no la firma Torre. La firma Bessent. Fuente: La Nación
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