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  • El relato que emocionó a todos: una mujer contó por qué fue al recital de Soledad Pastorutti en medio del peor dolor

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/10/2025 22:50

    El emotivo momento con una espectadora del show de Soledad Pastorutti El telón bajó en el teatro Gran Rex al finalizar el recital de Soledad Pastorutti, pero lo que nadie imaginó es que, entre los aplausos y el gentío, se viviría un instante de profunda emoción cuando la historia de una espectadora conmovió a todos los presentes. La sala, aún vibrante por los ecos de la celebración del cumpleaños de la artista y la presencia de figuras como Mirtha Legrand, se convirtió durante unos minutos en confidente de una tristeza íntima. Entre la multitud que abandonaba las butacas, la periodista Elizabeth Ale, para Omradioar, una emisora de San Clemente del Tuyú, navegaba con grabadora en mano. Buscaba capturar la alegría, el fervor y los detalles de una noche especial. Pero de pronto, el deber informativo mutó en testimonio humano. En un susurro ahogado por la emoción que recogió el micrófono, la voz de una mujer con las marcas de la vida en el gesto y en el rostro, un vestido sencillo y un papel enrollado en la mano, desgarró la noche. Su relato era simple y devastador: “Me llamo Olga González. Soy de Tigre. Estoy aquí porque mi hijo me regaló la entrada para el Día de la Madre, pero me dejó hace 20 días y se quedó dormido. Le encantaba Soledad como a mí. La canción que más me gustó es Brindis en este momento. Todas son lindas, pero esa en especial. Te agradezco mucho”. Así, la ausencia reciente de su hijo, el último regalo —esa entrada—, la coincidencia de gustos, la búsqueda de consuelo en la voz de Soledad Pastorutti. El aire pesado del hall pareció detenerse entonces. Algunos miraban a la entrevistada y a la periodista, incapaces de disimular el nudo en la garganta. La canción “Brindis” había sido el refugio de Olga, su tributo personal al hijo ausente. La cronista Ale sólo pudo responder con un respetuoso “gracias, por favor, gracias”, y el calor de un abrazo selló la intensidad de ese encuentro. Nada más sincero, nada más real. El conmovedor testimonio de Olga González para la emisora de San Clemente del Tuyú que la entrevistó (crédito: Emaphotoshoot) Las palabras del estribillo, citadas por Olga González y repetidas casi como plegaria, impregnaron aún más de sentido la noche: “Por esos días por venir / Por este brindis para mí / Por regalarle a la intuición el alma mía / Porque los días se nos van / Quiero cantar hasta el final / Por otra noche como esta doy mi vida”. Esa estrofa, enmarcada por la ausencia y la gratitud, se volvió el eco último de una jornada en la que la música de Soledad Pastorutti, que esta semana terminó su participación como jurado de La Voz, y las vivencias de su público se cruzaron, una vez más, para recordarnos que el verdadero espectáculo, a veces, sucede cuando cae el telón. La noche en el teatro Gran Rex había estado marcada por la emoción, pero un segundo foco de luz se coló entre sus paredes doradas y alfombras rojas: Mirtha Legrand se robó las miradas y el respeto de todo el público dentro de la sala. Al notar la presencia, Soledad dijo: “Yo quiero homenajear a una de las mujeres que ha venido a verme esta noche. Quiero agradecerle el esfuerzo de haber venido, sé que fue a ver a Julio Bocca temprano al Colón y se vino hasta acá. Esto es para vos, una réplica del poncho que revolee en Cosquín hace casi 30 años. Lo que quieras decirle a la gente, el público es tuyo esta noche. Yo simplemente te digo gracias porque sé que has hecho un esfuerzo muy grande, la segunda vez que me venís a ver”. Y La Chiqui no defraudó. Fiel a su estilo, respondió para provocar las risas de todos: “No estoy cansada, no tengo sueño, tengo hambre nada más”. El teatro estalló en carcajadas. Instantáneamente, la referente del folclore devolvió la pelota con una promesa que mantuvo el clima distendido sobre el escenario: “Lo resolvemos rápido, todo lo que está en el camarín te lo traemos”. La complicidad entre Soledad Pastorutti y la diva se multiplicó con una broma que dejó huella: “Cuando venís yo te doy de comer, vos no me diste nada de comer”, lanzó Mirtha Legrand para desatar otra oleada de risas. Luego, en medio del festejo, entregó el elogio que, como un diamante, queda grabado mucho después de que los focos se apagan: “He pasado una de las noches más maravillosas de mi vida. A la Sole la conocí de chiquita, era una nena, yo tenía una productora y un día me dice: ‘Mirá Chiqui, hay una chica que canta, que revolea el poncho, que es una maravilla’. Traela, la presentamos en el programa, fue la primera vez que se presentó en Almorzando con Mirtha Legrand, así que yo un poco de suerte le traje. Estás muy sensual”. No fue solo un halago; fue un reconocimiento público a una artista a quien vio crecer. Cercana, agradecida, Soledad Pastorutti tomó el micrófono y recordó el motivo de la velada: el paso del tiempo y la construcción de la propia historia. “Bueno, el tiempo pasa y uno tiene que adaptarse. Hoy estoy cumpliendo 45 años, soy del ’80, soy modelo 80”, dijo, sin perder la sonrisa. Mirtha Legrand —tan genuina y efusiva como siempre— no tardó en responder: “¿Cuarenta y cinco? Parecés de veinte”. El juego continuó: “Y vos ni te cuento, parecés de veinte también. Es un placer. Estas flores también son para vos. Sos un caso único en el mundo, sos una mujer increíble”, reconoció Pastorutti, completando así un intercambio de afecto y admiración, bajo la luz de los aplausos.

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