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  • Lote a lote: las claves que le permiten a la soja ganar su partido más importante

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 14/10/2025 14:17

    Con márgenes estrechos y un clima cargado de incertidumbre, las decisiones de manejo marcarán la campaña 2025/26. “No hay recetas únicas: esto es ambiente por ambiente”, sentencia Marcos Murgio, especialista en soja del INTA Manfredi, al analizar las principales variables para encarar el nuevo ciclo. ¿Cómo se perfila la próxima campaña? “La respuesta no es fácil; es complicada y heterogénea, con un grado importante de incertidumbre”, responde. Aunque las lluvias invernales ayudaron a recargar los perfiles y los pronósticos apuntan a un año neutro, Murgio reitera: “el partido de la soja se juega lote a lote, ambiente por ambiente”. Al hablar de la estrategia de manejo, sostiene que la clave está en un buen diagnóstico. “Un planteo más ofensivo o más defensivo va a depender de cada lote. Hay algunos que, por influencia de napas freáticas o por buenos niveles de recarga, permiten arriesgar con un manejo más agresivo, buscando potencial de rendimiento con siembras tempranas , desde fines de octubre, y grupos de madurez relativamente cortos, alrededor del cuarto largo”, señala. Son planteos característicos de la zona núcleo (sudeste de Córdoba, sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires), donde se concentran los mejores suelos. Otro cultivo con fitotoxicidad En el otro extremo, los esquemas defensivos buscan ubicar el período crítico de la soja —alrededor de R5— en condiciones más favorables. “Generalmente se apoyan en grupos de madurez más largos y siembras de diciembre en adelante, como suele ocurrir en el norte del país”, explica. Esta estrategia se adapta mejor a suelos más secos, donde la oferta hídrica se presenta más tarde y las temperaturas de enero son muy elevadas. Sobre densidad de siembra, puntualiza que en soja el efecto de variar la densidad es menor que en maíz. “En ambientes restrictivos tendemos a subir un poquito la densidad, de 25-30 plantas a 30-35 plantas por metro cuadrado, porque la plasticidad del cultivo está restringida. Subiendo la densidad compensamos, aunque la respuesta es mínima”, detalla. Lejos de ofrecer recetas cerradas, Murgio insiste en la necesidad de medir y conocer el historial de cada lote. “El productor conoce sus campos, pero siempre hay que medir, porque los niveles de agua varían año a año y lo mismo ocurre con los nutrientes del suelo”, remarca. Además, advierte sobre un punto crucial: la convivencia con el riesgo. “Cualquier decisión de manejo -fechas de siembra, grupos de madurez o elección de variedad- viene con un grado de incertidumbre. Hay años en que determinadas combinaciones funcionan muy bien y otros en que rinden más otras. Esa variabilidad climática hace que siempre haya un factor aleatorio en juego”, enfatiza. La genética aparece como otro pilar. “Hoy hay en el mercado muy buenas variedades con tecnologías como Enlist o Conkesta. Ha habido una evolución en el background genético que lleva a estos eventos. Los potenciales de rinde de las nuevas variedades están siendo bastante superiores a las primeras”, pondera. Según Murgio, “hay una evolución del rendimiento por parte de la genética que oscila alrededor de 20 a 30 kilos por hectárea por año en promedio, según el ambiente. Pero dentro del conjunto de cultivares hay cosas mejores y peores, por eso es importante no quedarse con el marketing sino mirar los datos. Y lo bueno es que hay información disponible, generada por INTA y otras instituciones, que permite elegir mejor”, resalta. Cosecha de sojaAugusto Famulari En materia de nutrición, el investigador insiste en la importancia de un diagnóstico preciso y advierte sobre deficiencias de fósforo y azufre en muchos lotes con décadas de agricultura continuada. Murgio sostiene que a la leguminosa hay que mirarla dentro de un sistema. “Los cultivos de servicio son una buena herramienta. Nos permiten cuidar el suelo, generar cobertura, aportar materia orgánica y, según la especie, colaborar en el control de malezas. La soja tiene que ser parte de un sistema y su productividad depende de ese sistema”, sostiene. En definitiva, el partido de la oleaginosa más emblemática de la Argentina se gana con planteos inteligentes: diagnósticos precisos y estrategias ajustadas a cada ambiente. No todos los partidos ni las canchas son iguales.

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