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  • Docentes en crisis: un estudio de la UNT revela los nuevos malestares en las escuelas secundarias tras la pandemia

    Crespo » Paralelo 32

    Fecha: 14/10/2025 13:44

    Una escena cotidiana en una escuela de San Miguel de Tucumán sirve como punto de partida para un estudio que busca poner palabras a una problemática cada vez más visible. “Le pedí la tarea a una alumna. Ella me dijo ‘no la hice’. Le pregunté por qué, qué le había pasado. Se sentó, no contestó nada y se desmayó. Tuvimos que llamar a la ambulancia porque no reaccionaba. Después de todo lo ocurrido, sentí culpa de haberle pedido la tarea”, relató una docente del nivel secundario. Ese testimonio, tan impactante como revelador, forma parte de una investigación desarrollada por un equipo de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), que analiza los malestares y síntomas presentes en equipos escolares del nivel medio de San Miguel de Tucumán. El trabajo, realizado bajo una perspectiva psicoanalítica, explora las experiencias subjetivas de docentes, directivos y equipos técnicos que trabajan con adolescentes en un contexto educativo atravesado por la pospandemia. Adolescentes más vulnerables y docentes sobrecargados La investigación, liderada por Luciana Sánchez Soria, estudiante del último año de la carrera de Psicología de la UNT, y dirigida por la profesora Mariela Mozzi, titular de la cátedra Estrategias de Prevención Psicológica, revela un diagnóstico que preocupa: los adolescentes presentan mayores dificultades de aprendizaje, menor compromiso con la escuela y pérdida de hábitos académicos. “El equipo docente observa que los estudiantes, en su mayoría, perdieron hábitos de estudio, asistencia y responsabilidad. Se evidencia una falta de comprensión lectora, una reducción en el vocabulario y dificultad para construir una opinión personal”, señala uno de los párrafos del informe. Pero el estudio no se detiene en las falencias del alumnado: también pone la lupa sobre el agotamiento y la sobrecarga emocional de los equipos docentes, que deben afrontar demandas que exceden el ámbito pedagógico. Los educadores se ven cada vez más interpelados por situaciones de vulneración de derechos, conflictos familiares o problemas de salud mental de los estudiantes, para las cuales muchas veces carecen de recursos institucionales o articulación efectiva con equipos externos. Un estudio con enfoque cualitativo y psicoanalítico El trabajo forma parte de un proyecto de investigación seleccionado por las Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), y se inserta en un proyecto acreditado por la Facultad de Psicología de la UNT. El equipo de investigación, integrado además por Natalia Frisz, Silvia Polti, Mariana Fontdevila, Matías Gallegos, Matías Acosta, Lucas Gil, Fabricio Mamani y Lara Velarádez, llevó adelante un estudio descriptivo, cualitativo y naturalista, basado en entrevistas en profundidad con 24 profesionales pertenecientes a seis escuelas de San Miguel de Tucumán: tres de gestión pública y tres de gestión privada. Las entrevistas buscaron analizar tres dimensiones del malestar docente: En relación con los objetivos institucionales, En vínculo con la tarea educativa cotidiana, Y en las relaciones interpersonales dentro del ámbito escolar. Violencia virtual y deslegitimación del rol docente Uno de los hallazgos más llamativos del estudio se relaciona con la transformación de las formas de violencia escolar. “Observamos una disminución de la violencia física entre los adolescentes, pero una agudización de nuevas modalidades de violencia a través de medios digitales”, señalaron los entrevistados. Los docentes advirtieron sobre el uso “desmedido” del celular, que calificaron como “una conducta adictiva”, y sobre prácticas preocupantes como los escraches a profesores o compañeros en redes sociales. Otro punto crítico es la pérdida de legitimidad de la escuela ante las familias. Según los testimonios, algunos padres asumen una postura de desconfianza hacia los docentes e incluso intentan intervenir en las metodologías de enseñanza. “La pandemia profundizó la deslegitimación del rol docente. En algunos casos, los padres llegan a indicar cómo deberían dictarse las clases”, relataron los participantes del estudio. “Nombrar el malestar docente” Para Sánchez Soria, uno de los aportes más valiosos del trabajo fue justamente dar nombre al malestar que aqueja a los equipos educativos. “Poder nombrar el malestar es un gran paso, porque nos permite pensar nuevas formas de intervención y dispositivos de abordaje”, explicó. La investigadora destacó que los principales signos observados en los docentes son afectos desbordados como enojo, angustia y agresividad, emociones que, desde una mirada psicoanalítica, pueden interpretarse no solo como síntomas de padecimiento, sino también como puntos de partida para la creación de nuevas estrategias. “El malestar, aunque paradójico, puede ser motor de transformación —concluye Sánchez Soria—. Nombrarlo nos permite reconocerlo, y desde ahí empezar a construir otras formas posibles de acompañar y enseñar.”

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