13/10/2025 14:18
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:17
13/10/2025 14:16
13/10/2025 14:16
» Diario Cordoba
Fecha: 13/10/2025 11:56
El Magno Vía Crucis, convocado con motivo del 600 aniversario del primer rezo del vía crucis en Occidente, transformó este sábado el casco histórico de Córdoba en un multitudinario templo al aire libre. Fue un día de oración, de arte, de fervor popular y de comunión entre la ciudad y sus raíces más profundas. Una jornada que será recordada por generaciones como una de las grandes efemérides cofrades de la ciudad. Desde primera hora de la tarde, el latido de la ciudad se fue acelerando. Desde las tres de la tarde comenzaron a salir las hermandades desde sus templos. Algunas lo hicieron desde los barrios más castizos de la capital, como San Lorenzo, San Francisco, San Andrés o San Pedro, mientras otras llegaron desde barrios alejados del centro como Levante, Fátima, la Huerta de la Reina o Poniente. Bulla en las calles la tarde del Magno Vía Crucis / Chencho Martínez / COR Participaron un total de 34 hermandades, procedentes de la capital y de localidades como Lucena, Puente Genil, Priego de Córdoba, Palma del Río, Cabra, Pozoblanco, Montoro o Aguilar de la Frontera. Cada una aportó una imagen de Cristo representando alguna de las estaciones del Vía Crucis y otras a su titular mariana, en una estructura perfectamente organizada en cuatro bloques temáticos que ayudaron a dar sentido narrativo y espiritual al conjunto. Eso sí, hubo un momento del cortejo, en el último tramo, donde el orden se alteró de cierta forma. San Álvaro La carrera oficial se abrió a las 18.30 horas. Poco antes había llegado hasta el altar instalado en el recorrido común la imagen del Cristo de San Álvaro, que fue entronizado en un altar en la puerta del Patio de San Eulogio por donde pasaron todas las cofradías. Cofradías que siguieron un itinerario que comprendía las calles Amador de los Ríos, Torrijos y Cardenal Herrero, culminando con la entrada de los pasos por la Puerta del Perdón, atravesando el Patio de los Naranjos, y accediendo al primer templo de la diócesis por la Puerta de las Cofradías. Cada estación del vía crucis estuvo representada por un paso distinto, alguna con dos, cuidadosamente elegido para reflejar cada uno de los momentos de la Pasión de Cristo. Algunos de estos pasos eran ampliamente conocidos por el gran público, auténticos iconos de la Semana Santa. Otros, en cambio, eran verdaderas joyas devocionales, menos populares fuera de su entorno, pero profundamente arraigadas en la tradición y la espiritualidad de sus respectivas localidades de origen. Palco de autoridades en en la carrera oficial del Magno Vía Crucis. / Manuel Murillo Este conjunto diverso, tanto en procedencia como en estilo artístico y valor histórico, conformó una auténtica catequesis plástica de la Pasión. A través de la fuerza visual de las imágenes se ofreció al espectador una experiencia profundamente catequética en torno al piadoso rezo el vía crucis que cumple sus 600 años. Primer bloque Como ya se había anunciado, el cortejo estaba dividido en cuatro bloques y el primero tenía que ver con las cofradías relacionadas con el vía crucis o con el beato Álvaro. De este modo, el sobrio cortejo de la hermandad del Santísimo Cristo de las Aguas de Palma del Río fue el primero en entrar en el recorrido común. A continuación, la imagen del Santísimo Cristo de la Caridad de Pozoblanco, única hermandad que en la tarde de este sábado cruzó el emblemático Puente Romano. Poco a poco, el cortejo fue creciendo en expectación cuando el dorado paso de Nuestro Padre Jesús del Calvario de Córdoba hizo su entrada en la carrera oficial seguido del paso de misterio de la hermandad de la Sagrada Cena. Cerrando este primer bloque, el imponente grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias, que volvió a emocionar con su elegante caminar. Santísimo Cristo de la Caridad, de Pozoblanco / Segundo bloque Sin solución de continuidad, entraba por la calle Amador de los Ríos la cruz de guía de la hermandad que abría el segundo bloque, compuesto por ocho hermandades, representando las estaciones del vía crucis instaurado por el beato Álvaro de Córdoba. Así, la primera hermandad de este bloque en entrar fue la hermandad de la Oración en el Huerto de Cabra con la imagen de Jesús en el momento de su oración en el huerto de Getsemaní. Tras ella, avanzó el dorado paso presidido por la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado de Córdoba, la siguiente estación estuvo representada por la hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Columna de Priego de Córdoba. A continuación, el paso de misterio de Nuestro Padre Jesús en su Coronación de Espinas de Córdoba hizo su entrada en la carrera oficial. El cortejo continuó con la presencia de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos de Puente Genil. La siguiente estación fue representada por la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Pasión de Córdoba. El paso de Cristo Zacatecas de Montilla marcó la penúltima estación. Finalmente, la hermandad de Nuestra Señora de las Angustias de Montoro cerró el segundo bloque. Este bloque de las ocho estaciones del beato Álvaro de Córdoba fue el único que se rezó. Una lectora desde un atril situado en el palco de autoridades fue narrando cada estación y, a continuación, el rezo. Este segundo bloque del Magno Vía Crucis no solo representó las estaciones ideadas por el beato Álvaro de Córdoba, sino que también fue un testimonio vivo de la fe y devoción del pueblo cordobés, que, a través de las hermandades, mantiene viva la tradición y el legado espiritual de la ciudad. Peregrinos de esperanza Cuando el Magno Vía Crucis avanzaba ya hacia su ecuador, el publico que llenaba la carrera oficial se preparó para recibir con especial emoción al tercer bloque, una etapa llena de simbolismo por el año en el que nos encontramos, el Jubileo 2025 Peregrinos de esperanza, un bloque donde la protagonista fue la Virgen María en su advocación de la Esperanza. La primera en hacer su aparición fue María Santísima de la O, que llegaba a la carrera oficial arropada por todo el cariño y la devoción de su barrio de Fátima. Instantes después, con elegancia y paso firme, hizo su entrada María Santísima de la Esperanza del Valle. El cortejo continuó su avance con la belleza de María Santísima de la Esperanza, que deslumbró a su paso dejando tras de sí una intensa ráfaga de olor a nardos provenientes de las jarras de su palio. Finalmente, cerrando este bloque de fe, esperanza y devoción mariana, apareció entre un halo de blancura inmaculada María Santísima de la Paz y Esperanza Coronada. María Santísima de la O. / MANUEL MURILLO El paso por la carrera oficial de estas titulares marianas se convirtió en un especial momento, donde el paso de las imágenes se fusionó con la emoción de miles de cordobeses y visitantes que ayer se echaron a la calle. Cuarto Bloque La noche en Córdoba se tornó aún más solemne y cargada de espiritualidad con la llegada del cuarto bloque, una representación viva del vía crucis, inspirado en las estaciones marcadas por San Juan Pablo II. Este bloque, compuesto por 16 hermandades que representan cada una de las estaciones, ofreció una profunda catequesis a través de los titulares de las hermandades participantes. Aquí fue, en este tramo, donde el orden marcado se rompió por cuestiones de llegada de los pasos. El cortejo comenzó con la imponente imagen de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto de Córdoba, una escena de la oración de Jesús antes de su pasión que marcó el inicio de un recorrido lleno de emociones intensas. Le siguió Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento, seguido de Nuestro Padre Jesús del Perdón, Nuestro Padre Jesús de la Redención y Nuestro Padre Jesús de la Sentencia en una sucesión de estaciones que mantuvieron el silencio y la expectación de todos los presentes. Nuestra Señora de las Angustias, de Montoro / Las imágenes de la flagelación y coronación de espinas estuvieron representadas por dos hermandades: Nuestro Padre Jesús de la Columna de Lucena y Nuestro Padre Jesús en su Coronación de Espinas de Fernán Núñez. El doloroso camino de Jesús cargando la cruz fue representado por Nuestro Padre Jesús Nazareno de Córdoba, seguido por Nuestro Padre Jesús Caído de Aguilar de la Frontera, que simbolizó la ayuda de Simón el Cirineo y Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso de Córdoba. Las estaciones finales, aunque con algo de desorden, estuvieron marcadas por la presencia de imágenes como el Cristo de la Oración y Caridad de Córdoba o tallas tan emblemáticas como el Santísimo Cristo de la Expiración de La Rambla, el Santísimo Cristo de las Penas de Santiago y el Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas de Córdoba. El Sepulcro de El Carpio, con la imagen de Nuestro Señor Jesucristo del Santo Sepulcro, marcó la penúltima estación, la de la esperanza en la resurrección. Dolores y Resucitado La imagen de la Virgen de los Dolores, la Señora de Córdoba, puso el broche final a las estaciones de la Pasión con la grandeza y el recogimiento que solo Ella sabe transmitir. Su presencia, serena y majestuosa, evocó el dolor contenido de una Madre que ha acompañado el sufrimiento de su Hijo hasta el último suspiro. Tras Ella, y como colofón a esta manifestación de fe, hizo su aparición gloriosa la imagen de Nuestro Señor Resucitado. Su llegada marcó un giro en el relato visual de la Semana Santa: del dolor se pasaba a la esperanza, de la oscuridad a la luz, del sacrificio al triunfo definitivo sobre la muerte. Con un paso firme y triunfal, Cristo Resucitado recorrió la carrera oficial acompañado musicalmente por los sones de la Agrupación musical Santa María Magdalena de Arahal (Sevilla). Santo Cristo de Zacatecas, de Montilla / Este cuarto bloque fue un verdadero viaje espiritual que permitió a todos los presentes meditar sobre la pasión y muerte de Cristo, siguiendo el camino trazado por San Juan Pablo II. Una experiencia inolvidable que seguro ha dejado una profunda huella en la memoria y el corazón de Córdoba, donde la mezcla de imágenes locales y provinciales enriqueció el conjunto, recordando que el vía crucis no era solo una procesión, sino una proclamación pública de fe, una confesión de identidad compartida por toda la diócesis. Un recorrido común donde se fue acumulando más media hora de retraso ocasionado por el lento caminar de las primeras cofradías de la tarde. Por lo cual, casi ninguna de las cofradías cumplió su reloj, acumulando así todas ellas retraso a su paso por la carrera oficial. Un recorrido común que quedó algo desangelado, sin duda, por la inapropiada música que restaba solemnidad y recogimiento tanto al rezo del vía crucis como al paso de las imágenes sagradas, una música estridente que en ocasiones molestaba. Diversos estrenos En el apartado estético, hay que señalar que el Magno Vía Crucis ha puesto de manifiesto el esmero de las hermandades en lo que respecta a la estética. En este sentido, se pudieron apreciar importantes estrenos patrimoniales, tanto de hermandades de Córdoba capital como de la provincia. Entre ellos, destacaron la nueva cruz de guía de la hermandad del Santo Sepulcro de El Carpio o la peana de la Virgen de la Esperanza del Valle, perteneciente a la hermandad de la Sagrada Cena. También llamaron la atención algunos detalles concretos, como el nuevo sudario del Cristo del Remedio de Ánimas, el tocado de la Virgen de la Paz y Esperanza o la restauración de los cascos, corazas y lanzas de los soldados del misterio de la Sentencia de Córdoba, entre otros. Nuestro Padre Jesús de la Pasión,. / MANUEL MURILLO Mención especial merece el exorno floral, donde muchas hermandades apostaron por darle un carácter extraordinario a la salida de sus titulares. Algunas optaron por arreglos florales más atrevidos de lo habitual en Semana Santa, mientras que otras se mantuvieron fieles al clavel o a la clásica rosa. En cualquier caso, se pudieron ver elegantes frisos o jarras en los palios con distintas variedades, en línea con la tendencia de los últimos años. Vuelta a los templos Una vez finalizado el acto central y tras el paso de las cofradías por la Catedral, algunas de las hermandades, como Calvario, Pasión, la O, Esperanza, Paz y Esperanza, Huerto, Sentencia y Dolores comenzaron paulatinamente a emprender el camino de regreso a sus respectivos templos, atravesando la histórica Puerta de Santa Catalina. Una vez más, las calles estrechas del casco histórico se convirtieron en un escenario donde el tiempo parecía detenerse, y donde la tradición y la espiritualidad se unieron para ofrecer un espectáculo único. Los pasos avanzaban lentamente, iluminados por los cirios y arropados por hermanos y por centenares de personas que llenaban las calles, sobre todo en puntos donde había mayor número de cofradías como en la plaza de las Tendillas o la zona de la Cruz del Rastro. Así, la madrugada cordobesa se llenó de una atmósfera sagrada que recordaba a la Semana Santa en todo su esplendor. Nuestro Padre Jesús en la Columna, de Priego de Córdoba. / MANUEL MURILLO Más allá del número de cofradías o de la cantidad de público asistente, lo que se vivió en Córdoba fue una experiencia coral, una manifestación de fe viva y un homenaje a seis siglos de historia cristiana. La ciudad se volcó en este acontecimiento, que conjugó arte, historia y espiritualidad, mostrando que la religiosidad popular sigue siendo un motor vital en Andalucía. Entre los asistentes al acto se pudo ver en el palco de autoridades al obispo de Córdoba, Jesús Fernández, al obispo emérito Demetrio Fernández, al alcalde de la ciudad, José María Bellido, al presidente de la Diputación, Salvador Fuentes, o al presidente de la Agrupación de Cofradías, Manuel Murillo, entre otras autoridades que presenciaron este Magno Vía Crucis. Un magno evento que ya se perfila como uno de los capítulos más relevantes de la religiosidad popular andaluza en los últimos años. Durante varias horas las calles y plazas fueron tomadas por miles de personas evidenciando la vigencia de una tradición que continúa resonando con fuerza en la sociedad actual y convirtiendo la ciudad en el epicentro de una manifestación de fe y tradición sin precedentes en Córdoba.
Ver noticia original