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  • La hora del caranchaje

    » Elterritorio

    Fecha: 13/10/2025 08:05

    NO estamos presenciando el amanecer de una era nueva, sino el cierre de una etapa. Los depredadores no son héroes, sino oportunistas de fin de ciclo. domingo 12 de octubre de 2025 | 6:00hs. Imagen referencial. Todo tiempo político tiene quien le escriba. Así como a principio de los 2000 Robert Greene con su libro Las 48 leyes del poder definía la sociopolítica global, actualmente el que la tiene clara es el escritor y politólogo ítalo-suizo Giuliano da Empoli. Es autor de Los ingenieros del caos, pero su libro más conocido por estas tierras es El mago del Kremlin. Allí un consultor experto construye un presidente con mucho poder manipulando emociones y creando ficciones mediáticas, en base a las plataformas de las redes sociales. “El poder moderno no se construye con ideología, sino con teatro, manipulación y miedo”, le hace decir al protagonista en el libro. Cualquier semejanza con la realidad, no es pura casualidad. En su nueva obra La hora de los depredadores, Da Empoli lleva esa misma lógica de manipulación al terreno global. El autor -sociólogo, politólogo, ex asesor de gobiernos europeos y lúcido analista del siglo XXI- indaga ahora en la metamorfosis del poder contemporáneo: el paso de los viejos políticos institucionales a una nueva generación de líderes que parecen encarnar el cambio, pero que en realidad son el síntoma terminal de un sistema que se descompone. Hay coincidencias en eso. Muchos de los actuales líderes llegaron con discursos antipolítica (lo viejo, la casta), anti estado; en contraste con promesas de cambio, de recuperar las riquezas pasadas. El diagnóstico es claro: para Da Empoli no estamos presenciando el amanecer de una era nueva, sino el cierre de una etapa. Los depredadores no son héroes de la renovación, sino oportunistas de fin de ciclo. No vienen a crear un mundo distinto, sino a saquear lo que queda del anterior. El propio autor lo formula así: “La aparente estabilidad de las últimas décadas ha quedado atrás; es una etapa que no ha dejado de ser una anomalía”. La democracia liberal y su promesa de progreso fueron la excepción, no la regla. Lo que estamos viviendo, dice Da Empoli, es el regreso de una política más primitiva, emocional, brutal. Al mismo tiempo el autor larga una advertencia a eso que se presentó como “nuevo”: “La promesa del milagro es muy poderosa, pero luego, si el milagro no ocurre, es un boomerang”. El milagro -el cambio, la redención- es la mercancía que estos líderes venden. Pero una vez que la ilusión se desvanece, lo que queda es el vacío, la desconfianza y el oportunismo de quienes sólo buscan salvarse a sí mismos. Si trasladamos esa lectura a la política actual, el paralelismo se vuelve inquietante. Líderes que irrumpieron como outsiders que venían a dinamitar lo viejo. Sus discursos prometían refundar la política desde la pureza del mercado, el mérito y la moral liberal. Sin embargo, lo que está viendo Da Empoli es otra cosa. Que esos líderes se aprovecharon del agotamiento del sistema para agravar su colapso, que se alimentan del caos que dicen combatir y al mismo tiempo, los sostiene en la preferencia de sus fanáticos. Lo nuevo -esa palabra tan cargada de esperanza- se reveló como una máscara. En lugar de limpiar la podredumbre, la usa. En lugar de terminar con la casta, la reproduce con otros nombres y los mismos métodos. Habría que agregarle también, con cierta torpeza que la política profesional ya lo había superado. No es que uno quisiera dar la razón al autor italo-suizo, pero es imposible no relacionarlo con la realidad argentina. Un outsider que encarnó ‘lo nuevo’ hoy aparece jaqueado por denuncias de corrupción, financiamiento oscuro y una economía en recesión. Y con esa sensación de que la promesa del milagro incumplido, a dos años de mandato, que vuelve como boomerang. Pero todavía le queda tiempo y mandato para redimirse. De ir por el bronce. Pero volvamos a Da Empoli. El autor dice que lo que describe esta época es la del depredador -un carancho se diría en estas tierras- que llega no para salvar el sistema, sino para devorarse sus restos. La del líder que predica la destrucción como moral y el caos como método, que promete libertad mientras concentra poder, y que convierte la política en un espejo deformado de sí mismo. En palabras de Da Empoli, estos nuevos no son más que los herederos feroces de los viejos; son los enterradores del orden que los engendró. Al final, el depredador no es el monstruo que irrumpe desde afuera. Es el hijo legítimo del sistema que fingió combatir. Y cuando el milagro se evapora, sólo queda el espectáculo de su propio ocaso.

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