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  • Del boliche al rugby: crónica de una vida bien vivida por Sergio Bruzzoni

    Parana » Uno

    Fecha: 12/10/2025 11:24

    Con más de 40 años de trabajo sobre sus hombros, Sergio Bruzzoni cuenta su historia como un verdadero empresario multitasking, ligado al rugby y los boliches. Sergio Bruzzoni es un hombre del trabajo, del rugby y la familia. Su vida está atravesada por diversos roles, entre ellos, de consejero de la Unión Entrerriana de Rugby; dueño de la cadena distribuidora de bebidas y su pasión por Paraná y su familia. Sergio Bruzzoni no se considera un gran orador. De hecho, admite que no le gusta mucho hablar ni exponerse. Pero su historia dice lo contrario: empezó desde muy joven en el mundo de los eventos, como tarjetero de los boliches emblemáticos de Paraná en los años 80' y 90'. “Arranqué repartiendo tarjetas con promotoras en la peatonal San Martín, como se usaba en esa época” , recuerda. A pulmón y con ingenio, comenzó a organizar fiestas para juntar dinero con amigos del club y, más tarde, fue el creador de las inolvidables fiestas de fin de año en Los Faroles. “Era como un casamiento, la gente se vestía bien para ir. Si no ibas el 24 o el 31, el año no había terminado”, dijo entre risas en diálogo con Radio La Red Paraná (88.7) en el Ciclo UNO a UNO. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Bruzzoni (@bruzzonibebidas) Crecimiento exponencial Criado en "una familia donde nunca faltaba lo necesario pero tampoco sobraba", aprendió a generar su propio dinero desde chico. “Cortaba pasto, vendía huevos, limpiaba placas… cualquier cosa para tener un mango en el bolsillo”, cuenta. Más tarde trabajó en turismo, vendió publicidad, fue empleado bancario y, como él mismo dice: “me puse la empresa al hombro”. Su carácter emprendedor lo llevó a ser pionero en publicidad móvil en Paraná, con camionetas con parlantes y carteles, y luego trabajó con marcas nacionales e internacionales como Fresita, Pernod Ricard y Ballantine's, promocionando productos en Mar del Plata, Pinamar y hasta Punta del Este. “Nos paraban en la ruta para pedirnos parasoles o ver qué hacíamos. Llegamos a tener una flota con carteles luminosos. Era una locura”, recuerda con orgullo. Sergio Bruzzoni Caídas, reinvención y pandemia Pero no todo fue crecimiento. El estallido del 2001 y la pandemia en 2020 fueron momentos muy duros. “Teníamos 17 marcas en cartera y de un día para el otro todo se cayó. Fue un caos. Llorábamos”, confiesa Bruzzoni sobre la difícil situación económica que atravesó el país a inicios del 2000. Durante la pandemia, su empresa de distribución —que abarca buena parte de la ciudad de Paraná— sufrió un fuerte golpe. “Muchos clientes dejaron de pagar. Y los legales como nosotros no podíamos vender, mientras otros sí. Fue una distorsión total”. Sin embargo, no se quedó quieto. Con apoyo de su esposa, se "reseteó" personal y profesionalmente. “La psicóloga me dijo: ‘Todo lo que quisiste hacer ya lo hiciste. Ahora es momento de desarmar y construir otra cosa’”. sergio bruzzoni Familia, rugby y raíces paranaenses Más allá del trabajo, Sergio Bruzzoni es un hombre profundamente familiar. Está casado, tiene tres hijos varones y los tres jugaron al rugby en Tilcara, su club de toda la vida. “Desde chicos con el bolso en la camioneta. Los tres pasaron por infantiles y juveniles. Incluso operamos a dos juntos este año por lesiones en los hombros”, cuenta con una mezcla de orgullo y ternura. Él mismo fue entrenador, dirigente y presidente de subcomisiones del club. “Entrené a mis hijos. Me encantaba, pero marcando la diferencia. En el rugby infantil todo es social.” Su esposa es el otro sostén en la vida familiar: fue instrumentadora quirúrgica, estudió diseño de indumentaria, ahora da clases de yoga y ayuda con la administración del negocio de bebidas. A pesar de su recorrido en el mundo comercial, Sergio no espera que sus hijos sigan su camino. “Por mí, que no agarren nada de esto. El comercio es durísimo”, dice con sinceridad. Los tres estudian ingeniería y parecen orientarse hacia otros rumbos. Sergio Bruzzoni no se fue a Buenos Aires, ni se quedó en Mar del Plata. Apostó siempre a Paraná. “Paraná es hermosa. Acá hicimos nuestra vida. La tranquilidad, los afectos, todo está acá”, afirma con convicción.

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