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  • Avanza el acuerdo en Palestina y León XIV entra en escena

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/10/2025 06:37

    El papa León XIV A dos años del ataque terrorista de Hamas contra Israel, el conflicto parece cerrarse pero con múltiples incertidumbres. Sectores extremistas de ambas partes resisten el acuerdo que los obliga a hacer concesiones. Para los israelíes significa renunciar o dejar para más adelante el proyecto de reconstruir el “Gran Israel”, un concepto histórico que implicaría que no sólo Gaza, sino también Cisjordania e incluso regiones de El Líbano, pasarán a formar parte del país. Para Hamas, el punto es ahora la transformación de milicia militarizada en grupo terrorista, continuando por esta vía la lucha para que sea reconocido el Estado palestino, aunque esto parezca hoy descartado. La apuesta de Donald Trump parece más encaminada a lograr un titular, que una solución concreta y definitiva para un conflicto que hunde sus raíces miles de años atrás y que no es fácil de cerrar. El odio y la venganza seguirán presentes por mucho tiempo. A su vez, la región permanecerá inestable. Las seis monarquías del Golfo, que en los últimos años se habían inclinado por Occidente, ahora parecen más expectantes y desconfiadas. El ataque israelí a Qatar -donde se ubica la base militar estadounidense más grande del Golfo- ha generado dudas sobre qué significa la alianza con Washington y hasta dónde está decidido a intervenir en defensa de sus aliados. La eficacia de los acuerdos a través del tiempo es por lo menos relativa. Décadas atrás, la OLP y su líder, Yaser Arafat, eran el principal enemigo de Israel, y luego se transformaron en protagonistas de un acuerdo de paz. Hoy gobierna Gaza, donde los incidentes entre los colonos israelíes y la población palestina son cada vez más intensos y extendidos. En este contexto, ha habido un hecho estratégico crucial: el acuerdo nuclear entre Arabia Saudita y Pakistán. Los saudíes habían delegado su protección en el “paraguas nuclear” de Estados Unidos. Este último país y Emiratos Árabes Unidos cuentan con recursos económicos para llegar a tener armas nucleares, pero, como en el caso de Japón y Corea del Sur en Asia, habían optado por una alianza con Washington, asumiendo a Irán como enemigo que sigue adelante con su proyecto nuclear, pese al bombardeo de Estados Unidos. Pakistán y la India llegaron a estas armas décadas atrás, por fuera del control y la supervisión de la Organización Internacional de Energía Nuclear (OIEA). Fue una evidencia de que este sistema no es realmente eficaz, pero el mundo siguió adelante como si lo fuera. Estos dos países, históricos enemigos tras el final del Imperio Británico al cual pertenecían, han tenido varios choques militares en las últimas décadas. En la historia reciente, Islamabad ha sido un aliado de Beijing en la órbita regional. Hay quienes piensan que el ataque israelí a Qatar -por el cual Estados Unidos ha pedido disculpas a Doha- aceleró las conversaciones entre el príncipe saudí que gobierna el país y el primer ministro pakistaní, controlado por su ejército. Al mismo tiempo, el primer viaje del Papa León XIV, que comienza por Turquía y El Líbano, es sin duda una decisión geopolítica. Son países con pocos católicos pero hoy están jugando un papel importante en el conflicto de Medio Oriente. El Líbano tiene una comunidad católica de cierta relevancia -un país de sólo cinco millones de habitantes- que convive con musulmanes de distintas facciones y drusos. Gran parte del Líbano estaba dominado por Hezbollah, una milicia pro iraní. La fuerza de paz de Naciones Unidas de catorce mil hombres que se interponía entre las fuerzas israelíes y esta milicia terrorista han sido retiradas. Israel ha vencido militarmente a Hezbollah y ocupado una parte del Líbano, pero ello no implica una solución definitiva. Al igual que Hamas, Hezbollah ya estaría iniciando su transformación de milicia militarizada a grupo terrorista. El Papa visitando este país da un mensaje hacia las minorías cristianas en el mundo -no sólo católicas- y expresa su deseo por una paz que por el momento parece sólo parcial. Pero el Sumo Pontífice también visitará Turquía, un país de ochenta y cinco millones de habitantes que se ha convertido en una potencia regional. No sólo es un país, sino una etnia que se extiende del extremo norte de Asia Central hasta El Líbano, Irak y Siria -país que acaba de realizar elecciones pero en un contexto inestable-. Un conjunto de países están bajo su influencia. Además de Turquía, formalmente integran la Organización de Estados Túrquicos Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Turkmenistán y Uzbekistán (Tayikistán es el único de los cinco de Asia Central que no es de origen turco). También lo hacen dos repúblicas semi autónomas de Rusia, además de otras minorías en los restantes países de Medio Oriente mencionados. Seguramente León XIV vea en Turquía un factor moderador más allá de su historia de belicosidad con Occidente. Acaba de terminar con la insurgencia de la minoría kurda, que durante décadas tuvo manifestaciones terroristas. Las Fuerzas Armadas turcas han desarrollado una capacidad excepcional en materia de drones. Fue el primer país que los usó combinados con inteligencia artificial en 2020 en Libia y en 2021 en Nagorno-Karabaj, el enclave de minoría armenia en Azerbaiyán. Durante la guerra entre Rusia y Ucrania fue proveedor de drones de ambos países. Su gobierno enfrenta críticas internas y es acusado de autoritarismo, pero es el único que integra al mismo tiempo la Liga Árabe, la OTAN y su territorio se extiende por Europa y Asia al mismo tiempo. Quizás haya más probabilidades de que logre gestarse un espacio de paz más permanente en el entorno de Turquía que en el de Israel y Palestina. Ankara ha aprovechado la concentración de esfuerzos de Rusia en la guerra con Ucrania, que va camino a cumplir cuatro años, para consolidarse como potencia regional. Por su parte, Trump se ufana de haber terminado con siete guerras en siete meses: India y Pakistán, Kosovo y Serbia, Tailandia y Camboya, Irán e Israel, la República Democrática del Congo y Ruanda, Armenia y Azerbaiyán, y Egipto y Etiopía. Se trata de un balance jactancioso y bastante exagerado. Mientras tanto, milicias hutíes desde Yemen no cesan en sus lanzamientos de drones y misiles contra Israel y el Mar Rojo.

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