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  • REVIEW | SOPA – Tale of the Stolen Potato: ese rincón de la mente donde aún vive nuestro niño interior

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/10/2025 18:47

    SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Las comparaciones son odiosas, al menos para mí. Una cosa es que un juego tenga reminiscencia a otro una vez que lo jugamos, y otra muy distinta es vender el juego comparándolo con otros exponentes. Entiendo la búsqueda, entiendo también la necesidad y hasta entiendo la comparación como parte de una forma de destacar ciertas virtudes. Lo que me enamoró de SOPA – Tale of the Stolen Potato no es su “parecido” con el estilo de Pixar, sino su estilo único y particular. La forma en la que supieron -justamente- diferenciarse. Por eso mismo, lo mejor que tiene este título es esa forma sutil de no parecerse a nada y, desde ese lugar, sin pretensiones que vayan más allá de su propia escala, cautivar al jugador con una historia llena de fantasía y creatividad, alrededor de una emoción tan terrenal como disfrutar la comida preparada por una abuela, con mucho amor. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Y arranco la nota con estas certezas porque, además de incurrir en el periodismo de los videojuegos, también me considero (algo) artista. Decir que este exponente tiene el estilo de Pixar es casi asumir que Toy Story, Monsters, Inc., Los Increíbles, Up, Inside Out o Soul, tienen un mismo estilo visual. Que todas ellas sean animaciones y mantengan una corriente unilateral en la mirada “cartoon” de sus diseños, no las limitan a ser todas iguales. Como diría un filósofo argentino, definir a este juego es limitarlo. Por eso mismo, decir que SOPA – Tale of the Stolen Potato tiene un “estilo Pixar” es (al menos para mí) bajarle la vara a un juego que, justamente, luchó para no parecerse a nada. El mote “estilo Pixar” no le hace justicia a la belleza visual que hay detrás de un juego indie que resulta ser mucho más de lo que aparenta ser. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Porque si nos ponemos a pensar, hay juegos que no necesitan ser épicos para quedarse en nuestros corazones. A veces basta con una historia sencilla, honesta, tácita, que se atreva a mirar el mundo con los ojos de un niño que tiene una hermosa conexión con su abuela. Es muy difícil contagiar calidez a través de una obra audiovisual, y SOPA – Tale of the Stolen Potato lo logra con creces. Mediante recuerdos, imaginación, y pequeños viajes al pasado, pude captar aromas, escuchar palabras, y sentir abrazos. Puede revivir tardes eternas, momentos de felicidad que quedaron plasmados en mí y todavía tienen vida propia. Lo que logró el estudio colombiano StudioBando (con gente colaborando desde todo el mundo) es exactamente lo que esperamos: una aventura breve, cálida y llena de imaginación, que convierte lo cotidiano en un viaje fantástico sin perder el corazón en el intento. Y esta última parte, es muy importante. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Si bien los videojuegos son una parte fundamental en mi vida, pocas veces me pasa de sentarme a jugar y no querer irme. Quizás el paso del tiempo, los años que no vienen solos, y otras cuestiones que tienen que ver con los compromisos diarios, hacen que disfrute los juego “en cuotas”, como me gusta llamarlo. Partidas cortas, para que inevitablemente un juego me dure varios días o semanas. SOPA – Tale of the Stolen Potato me sacó de ese lugar y no me soltó. Las horas pasaron sin darme cuenta y solo terminé el juego en dos sentadas porque hubo una situación de fuerza mayor que me obligó a soltar la aventura el primer día. Y es que, como dije al principio, estamos frente a una propuesta simple, que hace que una tarea tan simple como ir a buscar una papa para la sopa de la nona se convierta en una odisea emocional y visualmente deslumbrante. Para encarar esta locura, nos ponemos en la piel de Miho, el protagonista, quien no es precisamente un héroe en el sentido clásico de la definición. Es solo un chico torpe y curioso, como podríamos ser vos y yo, que se lanza sin pensarlo a recuperar las papas que un misterioso sapo con sombrero roba de la despensa de su Nana. Ese punto de partida –tan mínimo y tan ridículo a la vez– es la chispa que enciende una historia sobre amor, creatividad y las formas en que imaginamos el mundo cuando todavía no entendemos del todo cómo funciona. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando El juego es, en esencia, una aventura gráfica con todas las letras desde su propuesta, un point & click moderno, con puzzles ligeros pero desafiantes y una lógica que responde más a la mentalidad de un niño que a la de un adulto, sobre todo en la forma de plasmar el humor. En este aspecto, todo lo que viví con SOPA – Tale of the Stolen Potato me hizo acordar a lo mejor de LucasArts (antes Lucasfilm Games). El manejo del absurdo, lo irreverente, el chiste simple y eficaz a través de las palabras. Acá no sirve pensar como alguien racional, sino que hay que pensar como Miho. Una canción olvidada, una rana que se cuestiona su existencia, una vaca que puede ser nuestra aliada para salir del estómago de un pez gigante. El juego te obliga a desprenderte un poco de la normalidad y la exactitud del fotorrealismo de los videojuegos a grandes escalas, a soltar la lógica adulta y recuperar esa forma de jugar en la que todo era posible. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Y es que ahí radica parte de su magia. Los puzzles son simples pero ingeniosos, las soluciones comprenden su propia verosimilitud dentro del absurdo, y la narrativa se entrelaza de manera orgánica con las mecánicas y los distintos sucesos. No hay sistemas complejos con los que entrenar a nuestra mente, pero sí un diseño extremadamente cuidado, ya que los escenarios están pensados al detalle, con pequeñas animaciones, texturas y reacciones que dan vida al entorno. Desde un mercado hasta una cueva, desde un muelle hasta la casa de la Nana, todo transmite esa sensación de mundo pequeño pero inmensamente vivo, como si las historias que imaginábamos cuando éramos pequeños se hubieran renderizado con el motor gráfico de un sueño pomposo, amable y acogedor. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Visualmente, el juego es una joya y eso no se puede negar. Ni Pixar, ni Disney, ni DreamWorks Animation, ni Sony Pictures Animation. SOPA – Tale of the Stolen Potato tiene un aire artesanal con estilo cartoon como sacado de una obra de teatro para niños, de esas que se hacen con títeres y muñecos. Es como si cada objeto hubiese sido modelado en plastilina con paciencia y cariño, apelando a la ternura incluso en los personajes que se alejan de esta definición. Es verdad que, en esta búsqueda de relato mágico, la iluminación a veces abusa del “bloom”, pero es el punto clave para, muchas veces, acentuar su estética de fábula onírica. El uso de los colores con tonos que no saturan entre sí le da un aspecto cálido, reforzando esa sensación de entrecasa que envuelve toda la experiencia. Es fácil sentir que uno está navegando dentro de un cuento de esos que nos contaban de niños en la cocina de nuestra abuela, a la hora de la siesta, luego de un apetitoso y abundante almuerzo. Así es como este título construye recuerdos familiares flotando en el aire, que a través de un código complejo y gráficos hermosos, se cuelan en nuestras emociones. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Sin embargo, SOPA – Tale of the Stolen Potato no se queda solo en lo bonito y en la melancolía de aquellos buenos momentos. Detrás del humor absurdo y las criaturas extravagantes hay un retrato genuino de la cultura latinoamericana, tanto en los diálogos como en los espacios y en las relaciones. Yo pude encontrar mi propia identidad, mis propios reflejos, pero la verdad es que se siente un ritmo muy palpable del sur que nos abraza, la cadencia de la voz de una abuela, el cariño escondido en los regaños y en las sonrisas. Algo universal que se traduce similar en esta parte del mundo. La conexión entre generaciones, la transmisión de tradiciones, el acto de cocinar como símbolo de amor. Todo está ahí, sin necesidad de discursos complejos ni clichés baratos. La simpleza que caracteriza a este exponente es una clara demostración de que, a veces, para apelar a lo más íntimo de los jugadores solo hace falta una historia que nos haga sentir como en casa. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando En lo técnico, se nota el esfuerzo. Los controles son muy accesibles y la interfaz es limpia. En mi caso particular, atravesé toda la aventura con joystick, pero también probé con teclado y la sensación es muy parecida. Hay pequeños tropezones, no voy a mentir. Pequeñas animaciones que saltan bruscamente, una cámara que muchas veces se queda trabada o se posiciona en lugares extraños, y pequeños detalles en cuanto a física y colisiones. Pero, para seguir con el mismo halo de sinceridad, ninguno de estos puntos rompe o influye negativamente con la experiencia. Estuve unas 6 horas disfrutando de SOPA – Tale of the Stolen Potato. Soy de esos jugadores a los que les gusta explorar pixel por pixel en la pantalla, en vistas de descubrir todo lo que pueda descubrir. Y a decir verdad, el hecho de que el tiempo se me haya pasado volando, no quiere decir que el juego se sienta corto: dura lo que tiene que durar, se disfruta como se debe disfrutar y, para suerte de quienes lo hayan disfrutado tanto como yo, deja la puerta abierta para una secuela que, espero, llegue en algún momento. SOPA – Tale of the Stolen Potato | StudioBando Diálogos sencillos pero justos, cargados de carisma. Cada personaje tiene una voz propia, y ese cuidado brilla. Hay una personalidad general y particular que termina siendo el caldo que cultiva la grandeza del juego. Incluso cuando las bromas son tontas, funcionan porque están en sintonía con la mirada infantil sobre el juego, la aventura y la responsabilidad, y las captamos desde ese lugar donde nos sabe situar desde su narrativa. Tonto no es algo malo, simple tampoco, sencillo mucho menos. Son solo definiciones para explicar todo lo que viví desde el lugar en el que lo viví. Tonto, simple o sencillo pueden ser sinónimos de locura, de aventura, de magia. Y si hay algo que a SOPA – Tale of the Stolen Potato le sobra, es justamente eso: magia. Como dije antes, hay un homenaje a la infancia, a la imaginación, y a ese amor incondicional que solo puede existir entre una abuela y su nieto. La gente de StudioBando supo entender que crecer no significa dejar de jugar, sino aprender a recordar por qué lo hacíamos. El juego logra contar una historia feliz, llena de humor y alegría, y emocionalmente honesta, usando las herramientas más tradicionales del género para hablar de cosas profundas. Estamos -al menos así lo siento yo- frente a una carta de amor a la familia, a las raíces, y a ese rincón de nuestra mente donde aún viven los juegos que inventábamos con lo que teníamos a mano. 8 La sopa de la nona Una aventura que maneja el absurdo y lo irreverente a la perfección, pero detrás de todo esto, se aferra a una historia que refleja el amor entre una abuela, su nieto, y una sabrosa comida como eje de la comunión entre dos personas. Directo al corazón. Revisado en PC Plataformas: PC Xbox One Xbox Series S Xbox Series X

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