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  • Milei, otra vez el salvataje y un tema repetido: el grave arrastre de costos políticos propios

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/10/2025 04:41

    Javier Milei con Donald Trump, en el marco dela reciente asamblea de la ONU Tres semanas, apenas, separan el breve encuentro de Javier Milei con Donald Trump en Nueva York y la visita prevista para el martes próximo, en Washington. El primer gesto crucial para el Gobierno había sido el anuncio de un salvataje sin precedentes, pero cuya ejecución quedó a definir con el foco puesto en las elecciones. No pareció suficiente para distender el clima. Ahora, hubo una señal concreta, acompañada por trascendidos sobre anuncios en la cita de la Casa Blanca. ¿Qué pasó en el medio? Sin dudas, cuestiones económicas, entre ellas el agotamiento de recursos para contener el precio del dólar. Pero, sobre todo, otra sucesión de costos políticos propios, mal abordados, que corroen nuevamente el discurso oficial. El primer gesto de Trump, además de su expreso respaldo a Milei -y en sus palabras, a la “reelección” del aliado regional- fue traducido por Scott Bessent con mensajes que destacaban la decisión de asistencia en todas las formas posibles: un swap como renglón destacado, junto a una posible línea de crédito directa y la recompra de papeles argentinos. Pasado el entusiasmo financiero inicial, el vértigo local había empezado a convertir en un camino tenso, incierto, las negociaciones para coronar el trato en el encuentro presidencial del martes que viene. Se movió entonces hacia Estados Unidos todo el equipo económico, encabezado por Luis Caputo. Como era previsible, eso mismo tuvo doble lectura: la señal atractiva de la negociación directa en el máximo nivel con Washington y, a la vez, la aceptación de la imposibilidad de llegar al 26 de octubre quemando dólares. La última y costosa tanda consumió la movida efímera de la baja de retenciones. En esa carrera contra el tiempo, quedó en claro también el escaso o nulo resultado del ejercicio de hacer circular versiones que, en teoría, debían frenar ansiedades con estimaciones que incluían -en rigor, incluyen- el canal del FMI. Finalmente, fue ratificado el swap por US$ 20.000 millones -sin detalles y con posible puente del Fondo- y, realmente llamativo, se produjo la intervención directa del Tesoro de los Estados Unidos en el mercado local del dólar, por intermedio de tres bancos. Otra vez, el Gobierno recibió oxígeno externo, un apoyo que impactó de entrada en los mercados y, al mismo tiempo, abre especulaciones sobre la necesidad de nuevas intervenciones externas en las dos semanas que restan hasta el domingo 26. Son diez jornadas. El hecho de que se cuenten los días hábiles, como suele destacarse en medios económicos frente a coyunturas complicadas, es un dato en sí mismo. El cuadro, está dicho, expone debilidades económicas, pero no son los únicos trazos. Las tensiones y la sensación de zozobra en las filas del oficialismo son provocadas especialmente por cuestiones políticas. El dólar no paralizó esta vez la campaña violeta, cuando se creía reanimada por los primeros mensajes de Bessent y las declaraciones de Trump en el marco de la asamblea de la ONU. Fue el caso Espert, que escaló vertiginosamente y generó impacto en todas las líneas -no solo en la provincia de Buenos Aires-, durante desgastantes días que fueron desde el respaldo de Olivos hasta la ineludible renuncia del diputado y primer candidato. No es un tema cerrado. José Luis Espert, ex cabeza de la lista de candidatos a diputados en Buenos Aires Vale un mínimo repaso sobre el primer capítulo del salvataje, en la última semana de septiembre. El oficialismo venía golpeado por el caso Spagnuolo, quizás el elemento causante de la primera fisura grave en el discurso mileista. La onda expansiva fue muy superior a la denuncia del criptogate. Y dejó casi en anécdotas aisladas los “carpetazos” originados en la interna del poder. Por supuesto, la magnitud de la derrota en la elección bonaerense sacudió el tablero del Gobierno como nunca antes. Puso de relieve también el mal cálculo -originado en el imaginario hegemónico que subordinó o espantó a otros espacios políticos en la “estrategia” electoral- y sobre todo, exhibió la incomprensión de la pelea territorial, con un mal alimentado sentido de prueba nacional. No son las únicas pinceladas de la pintura general. El tema es que también se minimizó o se desfiguró el sentido de los reclamos que acompañaron al mensaje del secretario del Tesoro, apuntados a la necesidad de lograr sustento político para el plan económico, fuertemente fiscalista, y algunas reformas estructurales. De hecho, ese fue un planteo abierto del FMI en el marco de las tratativas para el acuerdo cerrado hace seis meses. La traducción del oficialismo se limitó a promesas sobre convocatorias post electorales. Está claro que para el resto de los espacios políticos -en primer lugar, los dialoguistas, cruzados por el destrato de Olivos- las conversaciones deberán hacerse en función del tablero que dejen los comicios que ya llegan. Además, Milei intentó mostrar cierto ordenamiento interno, que sigue siendo frágil, y expone malestares que trascienden a Karina Milei y Santiago Caputo. El último síntoma: algunos disgustos domésticos por el protagonismo para retomar puentes con jefes provinciales y tratar de mejorar el manejo legislativo. Menos previsible fue el estallido del caso que dejó a José Luis Espert fuera de carrera. Sin embargo, el tema reprodujo interrogantes sobre el manejo del poder y, en primer lugar, sobre la cerrazón presidencial. El costo se estiró por la defensa inicial, las idas y vueltas del legislador, la parálisis de campaña. Y sobre todo, porque puso a la vista de todos un caso grave de relación con un acusado de lavar dinero para el narcotráfico. Si el caso Spagnuolo puso en crisis el discurso “anticasta” -porque desnudó un posible entramado de corrupción en el Estado, en un área sensible como la discapacidad-, el caso Espert le agregó las peores sombras en cuanto al financiamiento ilegal de la política. Con ese cortinado detrás, es difícil limitar todo a la economía. Por el contrario, está a la vista el peso político, con la campaña oficialista prácticamente atada en las consecuencias de la forzada caída del número uno de la lista. Tampoco se resume en la cuestión de la boleta. La mirada del oficialismo no puede evitar a las investigaciones judiciales, esta última por Espert y la causa Spagnuolo, también movida. Pero las estribaciones del caso Espert dan para todas las especulaciones, algunas originadas en episodios extraños, como la aparición del contrato entre Federico “Fred” Machado y el legislador. Estaba roto pero fácil de restaurar en un tacho de basura, a la vista, en la casa del empresario en proceso de extradición a Estados Unidos.

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