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Paraná » Confirmado.ar
Fecha: 10/10/2025 21:19
Karen Reichardt —Karina Celia Vázquez—, ex vedette, conductora y ahora cabeza de la lista de La Libertad Avanza en Buenos Aires, enfrenta un escrutinio público más allá de lo electoral. Viejos tuits, videos y declaraciones recuperados de sus redes revelan una constancia de expresiones racistas, clasistas, homofóbicas y estigmatizantes. Esto no es un desliz aislado, sino un patrón que interpela seriamente su idoneidad para representar a sectores diversos de la población. Por AD En tiempos donde el discurso político exige responsabilidad, Reichardt parece jugar al límite sin asumir consecuencias reales. Comentarios racistas y clasistas: Tuvo posts denunciados como “negros de mierda”, “villeros”, “negros grasas” y expresiones despectivas hacia sectores populares (“planeros”). Insultos contra símbolos deportivos y figuras públicas: Entre 2015 y 2016, Reichardt criticó a Lionel Messi con frases ofensivas como “cagón”, “forro”, “puto”, “solo hacés goles en esa mierda de club… en la Argentina no existís”. Propuesta de muros sociales: En un video previo, planteó construir un “muro de Berlín” simbólico para separar a los “kirchneristas que les gusta vivir de las migajas del Estado” de quienes representan lo que ella considera “los que quieren crecer, trabajar”. Utilizar epítetos como “negros de mierda”, “villeros”, “planeros” va más allá de la provocación: refuerza un discurso de odio que divide a la sociedad. Se trata de descalificar a personas por su origen social o condición económica, algo que históricamente ha sido motor de discriminación institucional y exclusión social. Una figura pública y candidata que pretende representar a todos los ciudadanos debe mostrar respeto por la diversidad. Hacer distinciones basadas en “los que trabajan vs los que viven de planes” o proponer barreras morales o simbólicas entre ciudadanos viola la idea de igualdad que debería estar al centro de cualquier plataforma política. Normalización de discursos de odio desde lo político Que alguien en campaña relativice sus propios dichos (“fue un berrinche futbolero”, “esto es lo único que encontraron de mí”), trata de minimizar lo que evidentemente ha tenido impacto. Esa actitud no solo resta gravedad, sino que sugiere que la ofensa puede descartarse como mera “curiosidad”. En un contexto en que los votantes exigen mayor transparencia y responsabilidad, Reichardt pone en jaque la imagen de su espacio político. Cada vez que sus dichos antiguos resurgen, la campaña de La Libertad Avanza se ve forzada a cubrir, a justificar o a moderar públicamente. Eso distrae de propuestas concretas y debilita su credibilidad. La democracia no solo se construye con votos sino con discurso, respeto y responsabilidad. Karen Reichardt, con sus expresiones antiguas (y algunas más recientes), deja claro que su visión política incorpora una división entre ciudadanos: unos dignos, otros indignos; unos merecedores, otros no. Esa lógica autoritaria no es nueva, pero sí peligrosa cuando quien la profesa aspira a legislar y representar. Si Reichardt pretende emerger como gobernante —o por lo menos ejercer influencia pública— deberá algo más que excusas futboleras: necesita demostrar con acciones, palabras coherentes y responsabilidad social que entiende lo que significa representar a todos, no solo a quienes se parecen a ella o comparten sus privilegios. Periodista de investigación. Post Views: 7
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