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  • El grito en el cielo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/10/2025 10:19

    Pongamos que no fueran procesiones, que fueran manifestaciones. Imaginemos que la ocupación del espacio público en el casco histórico fuera una constante de motivación laica y contestataria en vez de religiosa y castiza. Si fuera así, quienes albergan el ingenuo propósito de llegar a su casa en coche sin dificultades, seres excéntricos que vienen de hacer la compra o de recoger a los niños o del Reina Sofía o del campo o de donde sea, se encontrarían calles cortadas por la Policía Local a causa de procesiones, perdón, de manifestaciones, convocadas por causas tan nobles para algunos como discutibles para otros. ¿Otra vez procesión, que diga, manifestación? Sí, otra vez. La Córdoba de hoy en día es lo que tiene. Si fueran manifestaciones en vez de procesiones, ahí estarían cada dos por tres, entre los balcones de la vía pública, las colgaduras con banderas palestinas o LGTBI o de la causa animalista o vete tú a saber y los lemas correspondientes y el ruido de los tambores de la banda, perdón, de la batucada, activando el cabreo de quien conduce (o tiene movilidad reducida) y sabe que con una procesión, perdón, con una manifestación, ha vuelto a topar. Supongamos que estuviera próxima en el calendario una megamanifestación, un evento aglutinante de varias reivindicaciones cívicas convocado a modo de efeméride de cualquier fecha sobresaliente en la historia de los movimientos sociales. Lío de calles cortadas y la mayoría de efectivos policiales de la ciudad sin poder ocuparse de nada que no sea eso. Y el año que viene (o antes) más, porque ya se encargará alguien de desenterrar un hecho del pasado cuya fecha cuadre para montar a modo de aniversario por todo lo alto otra procesión mag... perdón otra megamanifestación. Imaginemos además que la Delegación de Fiestas, dominada por la izquierda, subvencionara para amenizar la vuelta de verano unas verbenas concebidas con el propósito esencial de sanear las cuentas de oenegés, asociaciones y colectivos sociales de su cuerda. Estos eventos provocarían bastante descontrol en zonas como Colón y Capuchinos, pero el personal tendría que tragar. Y al toparse con el parque cerrado (y las calles aledañas hasta las trancas de botellón), se aguantaría y punto, que ya está bien de caminar tranquilamente por donde uno quiere así como así, leche. Entonces, si todo lo que hemos supuesto fuera real, si la verbena de Colón fuera de rollo alternativo y no de ambiente cofrade, si fueran manifestaciones un día sí y otro también en vez de procesiones un día sí y otro también, habría que oír el clamor crítico de la Córdoba de cerrado y sacristía, entonces oiríamos el grito en el cielo. *Profesor

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