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  • Gregorio Luri Medrano explica el arte de las familias imperfectas: la sobreprotección, el valor del aburrimiento y el desafío de soltar a los niños

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 09/10/2025 02:50

    LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - "Estamos criando hijos frágiles" En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el filósofo y pedagogo Gregorio Luri Medrano reflexionó sobre el valor del amor, la imperfección y la familia como escuela de humanidad. Habló sobre la importancia de aceptar a los padres —y a los demás— con sus defectos, y sostuvo que la verdadera madurez comienza cuando uno puede querer sin idealizar. El autor de Elogio de las familias sensatamente imperfectas defendió la idea de que “la sobreprotección es una forma de maltrato” y propuso criar hijos autónomos, permitiéndoles frustrarse y aprender del aburrimiento. “Atrévete a dar responsabilidad a tus hijos desde el primer momento”, señaló, comparando la crianza con enseñar a navegar en alta mar. También reivindicó la serenidad como ejemplo educativo y recordó que los padres no deben aspirar a ser perfectos, sino “suficientemente buenos”. El episodio completo puede escucharse en Spotify y YouTube. Gregorio Luri es maestro, pedagogo y filósofo español, reconocido por combinar la práctica docente con la reflexión filosófica sobre la educación. Tras formarse como maestro en Pamplona, se licenció en Ciencias de la Educación y obtuvo el doctorado en Filosofía con premio extraordinario. Ha enseñado en primaria, secundaria y universidad, además de formar a docentes. Autor de numerosos ensayos sobre lectura, cultura y educación, defiende el conocimiento riguroso frente a modas didácticas. Participa en medios y conferencias promoviendo la lectura y la alfabetización como base del pensamiento crítico, convirtiéndose en una voz influyente en el debate educativo en España. El filósofo Gregorio Luri analiza el valor del amor y la imperfección en la familia durante un nuevo episodio de La Fórmula Podcast (Imagen Ilustrativa Infobae) — En tu libro “Elogio de las familias sensatamente imperfectas” hay una frase que es como el hilo conductor del texto: “Hacerse adulto es aprender a querer a las personas, a los padres de uno, aun sabiendo sus imperfecciones”. — Lo tengo cada vez más claro. Tengo hijos, tengo nietos y realmente solo tienes derecho a llamarte o considerarte adulto cuando eres capaz de decir: “Mi padre es magnífico, pero está lleno de todos estos defectos. Ahora bien, conociendo sus defectos, no lo cambio por nadie”. La adolescencia es un mundo en blanco y negro. O bien tus padres son los mejores del mundo porque hoy te han comprado no sé qué, y a la media hora son los peores del mundo porque te han dicho que a las diez tienes que volver a casa. Se supone que lo que nos va enseñando la edad es una cierta prudencia, serenidad. ¿No pasa lo mismo también con tu mujer? ¿Con tu marido? Llega un momento en que conoces todos sus defectos, absolutamente todos, y no la quieres por ello, sino a pesar de ello. Porque resulta que hay muchísimas otras cosas que equilibran el peso de los defectos. Ese sentido del equilibrio, de la mesura, me parece que es el ejercicio fundamental de una persona que quiera ser ecuánime. Y, de hecho, todo lo grande de esta vida, si no lo amas, no lo acabas de captar. Pero el amor es clarividente. A veces, al menos en España, oyes decir que el amor es ciego. ¿Qué ha podido ver fulanito de tal en fulanita de tal? O al revés, ¿qué ha podido ver en él? Pues ha visto algo que tú no verás nunca, porque para verlo se necesita estar enamorado. El amor es clarividente y eso me parece que también te lo va enseñando la edad. Si vives amargado con ti mismo, con los demás y con el mundo, acabas siendo un espíritu mezquino. Si tienes un cierto sentimiento de amor hacia las cosas, acabas sacándole chispas a la realidad y dándole profundidad, dándole densidad. Esto a veces lo comentas y parece como que sea un poco beato, ¿no? Decir “esta ya no sé, viene aquí con mensajes de buenismo. A mí también me da igual lo que digan”. Yo en mi vida lo he experimentado eso muchísimas veces. Es necesario querer para poder comprender. LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - "Deja de culpar a tus padres" — ¿Lo que vos experimentaste es que cuanto más uno practica el arte de amar, de querer, de tener relaciones profundas, más se conoce a uno mismo? — Más te conoces a ti mismo y sobre todo, más salud tienes. Ahora que todo el mundo nos quiere curar de nuestros males y que estamos hablando de inteligencia emocional, de crecimiento personal, de optimismo, todo está lleno de terapeutas, coach, abraza árboles y personas maravillosas que te dicen lo que tienes que hacer para hacer no sé cuántas cosas. Pues hay que recuperar algunas cosas muy elementales. Por ejemplo, que la amistad cura. Que los lazos con los demás te curan, que no hay salud anímica ni física sin sentirte el sujeto que tiene un yo faraónico y que se come al mundo, sino más bien el nudo de una red de relaciones. El saber que puedes descolgar el teléfono y llamar a una persona y decirle: “Oye, que me pasa esto”. La amistad cura, preserva. Luri asegura que la madurez consiste en querer a los padres y a los demás con sus defectos, sin idealizarlos (Imagen Ilustrativa) — Uno descubre y puede verse a sí mismo y pensarse de maneras muy distintas dependiendo a quién tenga enfrente. Uno no es la misma persona con amigos, familia, con la gente con la que trabaja. Abrirse a tener vínculos con personas distintas, creo que te muestra facetas tuyas distintas. — Es que resulta que eso que llamamos “yo, alma, sujeto o interioridad” está lleno de oscuridades. No hay nada más difícil que conocerte a ti mismo. Es decir, nunca te acabas de conocer. ¿Por qué? Lo acabas de decir. Porque resulta que no eres el mismo cuando te relacionas con tus nietos, que con tus hijos, con tus vecinos, tu mujer, tu madre, tus hermanos. Es decir, las relaciones con los otros van poniéndote de manifiesto perfiles que, si no tuvieras esas relaciones, no los hubieras conocido. A mí me pareció fascinante cuando tuve mi primer nieto, porque sentí como que había una cuerda musical en mí que hasta que no había llegado mi nieto, no había sonado. Que estaba inédita, pero yo ni siquiera sabía que podía tener esos sentimientos. Dicho de otra manera, si quieres conocerte bien a ti mismo, ten muchas relaciones. Si quieres ignorarte, reclúyete en ti mismo. Vas a proyectar tus imágenes narcisistas sobre lo que eres y te vas a confundir. Y nadie es para tanto. LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - EL PUERTO ES EL LUGAR MÁS SEGURO PARA EL BARCO — Gran parte del libro está dedicado a la paternidad y a la maternidad, sobre cómo criamos a los hijos hoy. Quiero preguntarte primero por la cultura de la adolescencia en la que hablás que vivimos. — Es interesantísimo porque siempre ha habido adolescentes. En la historia de la humanidad, vayas a donde vayas, ha habido un momento en que han sido necesarios los ritos de paso o que te encontrabas a grupos de jóvenes que aún no habían entrado en sus relaciones con el mundo adulto, pero ya no eran niños. Es decir, esa situación un poco ambigua, un poco anfibia, de la adolescencia. En nuestro tiempo, la juventud, en un sentido muy amplio, se ha convertido en un valor extraordinario. El ser joven es un valor, ¿no? Y estamos viendo entonces la creación de la cultura adolescente o de la cultura, si quieres, prejuvenil o podemos llamarla juvenil, con su moda, sus canciones, su manera de hablar, sus ritos, con su manera de relacionarse. Primero te descubren algo muy curioso y es que al mismo tiempo que los adolescentes quieren ser distintos, singulares, autónomos, parece que todos desfilan de uniforme. Necesitan al mismo tiempo ser ellos y solo ellos y sentirse parte de un colectivo para lo cual no tienen que ser del todo ellos, ¿no? Pero bueno, forma parte de esas tensiones de la adolescencia que tienes que resolverlas para no acabar siendo un adolescente toda tu vida, ¿no? Entonces, ¿qué está pasando hoy? ¿Cuándo comienza la adolescencia? En los libros de psicología que yo estudiaba cuando estaba en la universidad, en los años 70 del siglo pasado, se hablaba de infancia, prepubertad, pubertad. Ahora todo el mundo quiere ser joven y, por lo tanto, la adolescencia está desapareciendo como concepto, porque tienes que vestirte, ser, considerarte joven. Si vas a una tienda de ropa, verás que a las niñas de 10 años ya se las intenta vestir como si fueran jóvenes. Es decir, no como niñas, quieres que sean jóvenes y los niños también. ¿Y cuándo acaba? ¿Cuándo acaba esto? ¿Cuándo puedes decir que alguien ha dejado la adolescencia? Si miramos los rasgos típicos de la adolescencia, te puedes encontrar muchas personas de 40 años que los tienen clarísimamente. De hecho, esto es curioso, en los manuales de psiquiatría más manejados en los Estados Unidos, el narcisismo ha desaparecido como un trastorno psicológico, porque cuando algo es tan normal y es tan común, ya no es un trastorno, ya es un rasgo de la personalidad de la época. LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - LA NUEVA ADOLESCENCIA — El narcisismo, ¿lo consideras dentro de los rasgos muy comunes en la adolescencia? — Sí, claro. Porque primero es el propio cuerpo el que te está llamando la atención continuamente. Es decir, un adolescente no puede eludir su cuerpo para nada, porque su cuerpo es una máquina a pleno rendimiento de sorpresas. Por lo tanto, no puedes eludirlo. Por eso es tan importante, sobre todo en la adolescencia, las relaciones para poder contar lo que te pasa. Hemos estado hablando antes de las relaciones humanas y hay dos tipos de relaciones: unas las que estableces con los afines, con aquellas personas, por ejemplo, estamos en Madrid, yo soy del Real Madrid con los otros hinchas del Real Madrid. Nos vamos a celebrar sus victorias, lloramos sus derrotas, seguimos lo que está pasando. Son importantísimas, pero son muchísimo más importantes las relaciones que puedes establecer con aquellos con los que no estás del todo de acuerdo. Eres del Madrid y tienes un amigo del Barcelona. Estas últimas son las que te abren el mundo. No estoy diciendo que hay que negar a las primeras, en absoluto, porque a todos nos va muy bien estar en un grupo de amigos que compartimos alrededor de una cerveza las mismas alegrías, las mismas penas, reaccionamos igual, contamos los mismos chistes, repetimos las mismas historias. Eso está muy bien, pero lo que te ayuda a crecer de verdad son las relaciones que vas creando más allá, ¿no? Porque son las que te abren a lo incógnito, te abren a mundos nuevos. El autor defiende la importancia de criar hijos autónomos, capaces de enfrentar la frustración y el aburrimiento (Imagen Ilustrativa Infobae) — Gregorio, quiero pasar a la parte del libro donde hablás de los derechos de todo hijo en una familia normal e imperfecta. ¿Hay alguna con la que te gustaría empezar? — Yo doy muchas charlas a las familias y realmente me parece magnífico. Me lo paso muy bien. Y me lo paso muy bien porque no intento enseñarles nada. Lo que intento por todos los medios es animarlos a estar tranquilos. No existe la familia perfecta. Lo planteo así, en el libro lo planteé así: ¿qué condiciones tendría que tener una familia para ser perfecta? La primera, tener el segundo hijo antes que el primero. Entonces, aprenderías mucho. Es imposible. La segunda, que pudieras programar tus estados de ánimo, pero resulta que los estados de ánimo van y vienen. Tercero, que los niños nacieran con más sentido común que energía. Resulta que es al revés. Es decir, hay toda una serie de elementos que de hecho te lo impiden, pero no ser perfecto es lo que te permite enseñar a tus hijos a lidiar con las imperfecciones. Yo ahí lo que planteo, lo que suelo repetir mucho y veo las caras de sorpresa, es primero, todo niño tiene derecho a tener unos padres tranquilos, que no vayan detrás del último artículo de su revista a ver cómo hay que tratar al niño, a ver qué es lo que hay que hacer, a ver cómo hay que pensar, o que si el niño tiene un problema, tranquilos. Y si un día estás viendo la televisión y tu hijo te viene a decir “papá, ayúdame con esto”, y has tenido un mal día, tienes todo el derecho a decirle: “Hijo mío, hoy no, hoy necesito esta tarde para mí”. Y tu hijo tiene que aprender que tu padre necesita esa tarde para él. Y no pasa nada. El ir detrás de los niños continuamente te lleva a una sobreprotección. Cada vez estoy más convencido que la sobreprotección es una forma de maltrato. Por eso es el primer derecho tener unos padres tranquilos. El segundo derecho, tener unos padres que no tengan inconveniente en frustrarte, en decirte “esto no”. O si quieres lo puedo decirte de otra manera. Tener unos padres que te enseñan el uso de los adverbios de negación. La idea que me interesa sobre todo decirles a los padres es que cuantos más ayudas a tu hijo, más le impides que lo haga por él mismo. Y, por lo tanto, no estás creando su autonomía, no estás favoreciendo su autonomía. A partir de ahí, despliego muchísimas ideas. Tener un hijo es muy complicado, te da mucho trabajo, pero es una de las grandes cosas que puedes hacer en la vida. Para mí, el momento culmen de toda mi vida fue cuando nació mi primer hijo. Con el segundo fue también maravilloso, pero ya no era la primera vez que sentías eso, ¿no? Tener esa experiencia de que estás educando a un ser humano para bien, para mal, para regular, que no eres omnipotente, que tus hijos son también hijos del presente, son hijos de su mundo y que sus amigos y sus relaciones van a incidir ahí. Pero descubrir un día que tus hijos se han casado, tienen sus propios hijos y son capaces de retornar el amor que han recibido, es bueno. Esos momentos en los que tienes derecho a ser narcisista y de ponerte una corona y decir: “Soy el tipo más magnífico del mundo”. Cuando descubres que has hecho bien algo. No necesitamos padres perfectos, necesitamos padres suficientemente buenos, que no es lo mismo. LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - LOS DOS TIPOS DE RELACIONES — En tu libro hay muchos capítulos con distintos enfoques que tienen que ver con ser exigentes y, realmente, poner a los hijos frente a las adversidades. — Es que la sobreprotección es una forma de maltrato, porque le estás impidiendo al niño descubrir el mundo. En España estamos perdiendo muy rápidamente el juego libre y arriesgado del niño. Si te fijas, verás pocos niños con bicicletas por las calles. Tienes que ir a un pueblo con una situación o un ámbito rural y verás niños, pero en las ciudades ya no ves niños con bicicleta. Montar en bicicleta es un ejercicio extraordinario de equilibrio, de coordinación, etcétera. Pero lo mismo con los juegos. Ya no hay lugares en los que podamos dejar a los niños para que libremente organicen sus actividades. Los llevemos a donde siempre va un adulto supervisándolos. Por eso suelo decir que el rasgo que más me impacta y más me preocupa de la educación actual es el de las rodillas impolutas de los niños. Los niños actuales no tienen heridas en las rodillas y a mí eso me parece un desastre, porque quiere decir que no han tenido experiencias propias, no han ido a robar peras a aquel viejo cascarrabias que te seguirá con el bastón de aquí para allá. Pero pienso un momento la cantidad de pensamiento estratégico que tienes que elaborar para ver cuándo vas a robar una pera de aquel árbol. Y a veces tu madre ha comprado en casa peras muchísimo más sabrosas. Pero aquella pera que es incomestible porque está tan verde que no le puedes hincar el diente, esa es la buena, esa es la que te apetece. El pensamiento estratégico que tienes que elaborar para saber cuándo tienes que ir, cómo tienes que ir, si somos cuatro o cinco amigos, dónde nos tenemos que poner cada uno por si vienen o vienen. Por si, como me he subido a un árbol, resulta que me has roto el pantalón. ¿Qué es lo que le tengo que decir a mi madre o a mi padre cuando me pregunte qué ha pasado? Los niños tienen que estar seguros, pero no todo lo seguro que sea posible, sino todo lo seguro que convenga. Si les negamos a los niños el juego libre y arriesgado, estamos negándole la infancia. Hay como una cultura del miedo, de decir: “Al niño hay que protegerle, no lo puedes dejar solo, hay que llevarlo a la ludoteca. Si lo estás en el parque, no se te ocurra leer una novela, tienes que estar pendiente con tu hijo. Has de estar jugando con el niño continuamente. No permitas que se aburra. Que si haces no sé qué, puedes provocarle un trauma”. Todos somos imperfectos. Está muy bien sobrellevar la imperfección. “La sobreprotección es una forma de maltrato”, advierte Luri, y aconseja dar responsabilidades a los niños desde pequeños (Imagen Ilustrativa Infobae) — ¿Creés que hoy existe mucha presión por ejercer una maternidad o paternidad perfecta? Esto que mencionabas recién de no causar trauma, de ser muy cuidadoso con las palabras, de tratar siempre de decir lo correcto… — Sí. Y eso solamente tiene un resultado: el cansancio de los padres. Te encuentras a padres muy cansados, empeñados en hacer todo bien y no encuentran la respuesta. No la van a encontrar. Lo único que de verdad pueden enseñar a sus hijos es lo que no están haciendo: enséñales a reaccionar de manera serena ante los problemas. Es cierto que los padres quisiéramos, de alguna manera, evitarles cualquier problema futuro a nuestros hijos. Pero resulta que el órgano educativo del niño no es el oído, sino el ojo. No se educan solo por los consejos que le damos, sino por lo que ven hacer en nosotros. Por eso uno de los consejos que doy a los padres y cada vez me parece más importante: señores, no hablen de valores, no hablen de virtudes. Si ustedes son los Fernández, eduquen a sus hijos en este consejo. “Eso los Fernández no lo hacemos”. Porque cuando estás diciendo eso, eso los Fernández no lo hacemos, somos todos los Fernández los que nos comprometemos a tener una conducta. Todos. Yo cuando oigo a estas madres modernas, que en vez de decir “mi niño está jugando”, dicen “mi niño está interactuando”, me parece de una pedantería... El niño está jugando, ¡qué demonios interactuando! Y entonces estás viendo: es que el niño lo puede frustrar. Pues claro que sí, estamos frustrados continuamente. A mí me gustaría tener un verbo más fluido, poder expresarme con mayor claridad. ¿No estoy a la altura? Pues tengo que llevar esa frustración conmigo. Estoy perdiendo oído y vista, cada vez me estoy convirtiendo más en un ser protésico ¿Y eso quiere decir que tengo que estar amargado por las cosas? Pues no me da la gana. Hay que hacer un mínimo ejercicio para sobrellevar y aprender a sobrellevar los infortunios cotidianos de la vida, que ya vendrán después los extraordinarios, para los que no te ha preparado nadie. Nadie te prepara en esta vida para la muerte de tu madre, por ejemplo. LA FÓRMULA - GREGORIO LURI - TENER AMIGOS PARA CONOCERTE — De hecho, haces hincapié en aprender o enseñar a los hijos a aburrirse y, sobre todo, a después de los seis años a estar quietos. — El aburrimiento puede tener un componente patológico que hay que cuidar. Son esos niños que se aburren y son incapaces de buscar alternativas al aburrimiento. Y después está ese niño que dices: “Me aburro”. Pues sí, pues espabílate. Los padres que quieren ser perfectos, cuando el niño dice: “Me aburro”, quisieran convertirse en dinamizadores culturales. Vamos a organizarle para el niño, vamos a hacer. Los padres sensatamente imperfectos le dicen: “¿Te aburres? Pues bien, entonces es tu problema, no el mío. Búscate la vida”. Es que eso es muy elemental. ¿Cuántas veces, pues vemos películas aburridas? Estamos en una charla que nos parece pesadísima. No soportamos al vecino del tercer C porque es inaguantable. Pero bueno, pues tienes que intentar sobrellevar humanamente las relaciones humanas. El docente español propone a los padres mostrarse tranquilos y realistas, y rechaza la idea de la perfección en la crianza (Imagen Ilustrativa Infobae) — Tranquilos es que controlan la manera en la que dialogan… — Que no están desde que se levantan diciendo: “Hoy hay que llevarnos al colegio y cuando estén yendo al colegio hay que llevarnos a piscina, a gimnasia, a inglés, sociología, cibernética y a arquitectura de no sé qué”. Y le dedican mucho tiempo a sus hijos, pero ni un segundo de calidad. Tranquilos quiere decir cuando yo defiendo a la familia que llamo normal y digo: “Una familia normal es un chollo psicológico, es una ventaja”, la gente me mira con cara como diciendo ¿qué es una familia normal? Más ahora que tenemos tantos modelos familiares, ¿no? Yo digo lo mismo, una familia normal, para mí, desde el punto de vista, es aquella que genera sus neurosis cotidianas sin excesivas gesticulaciones. Ahí está la gracia. Y neuróticos lo somos todos, y en la familia especialmente, porque ser niño quiere decir tener mucha más energía que sentido común para gestionarla. Nuestros niños son como si condujesen un Fórmula 1 por las calles de una ciudad antigua. El motor potentísimo, pero no llegan ni a ver por dónde están pasando. Entonces, ¿quién tiene que poner el sentido común? Los padres. Y eso cansa. Y como cansa, pues muchas veces, pues echas un grito, das un portazo, etcétera. ¿Y qué? Los niños no van a salir destrozados porque hayas dado un portazo. Los niños no van a salir destrozados porque hoy tienes un mal día. Tienen que saber que tú tienes un mal día. Desdramaticemos todo esto. Tranquilícense, señores, que lo van a hacer mal como todos. — Hay otro de los capítulos que se llama Navegar en alta mar. ¿Qué significa? — Atrévete a dar responsabilidad a tus hijos desde el primer momento. Eso me lo contó un marino, que decía: “El lugar más seguro para un barco es el puerto”. Pero los barcos no están hechos para estar en el puerto. Aunque si estamos construyendo un transatlántico, queremos que vaya de aquí Nueva York y queremos que vaya de tal forma que la mínima tormenta no le entorpezca el paso, ¿no? Que resista la intemperie. Pero los barcos salen a alta mar una vez acabados. Nuestros hijos, para acabarse, tienen que salir a alta mar inacabados. Y eso crea tensiones porque tú ves que tu hijo o tu hija de 12, 13, 14 años se creen a sí mismos, se, se ven a sí mismos en condiciones de gestionar cualquier problema que les aparezca en el mundo y tú sabes muy bien que no tienen ni idea de lo que les puede pasar. Pues bien, precisamente en ese momento es más necesaria la confianza en tus hijos. El no decirle: “¡Sobre todo no hagas no sé cuánto!”. Y cuando venga y lo ha hecho, decir: “Ya te lo decía yo”. Tus hijos necesitan tu confianza para exponerse ante lo desconocido sin miedo a un fracaso terrible, ¿no? Todos fracasamos cuando nos exponemos ante lo desconocido. Nadie acierta plenamente y tu hijo va a fracasar o tu hija va a fracasar. Pero necesitas más darle confianza para seguir que no intimidarlo con peligros potenciales que pueda haber. Los pájaros cuando las crías se niegan a volar, los empujan del nido. Nosotros, los humanos, tendemos a hacer el nido más grande, pero lo hermoso de un pájaro es que vuele. El filósofo señala que el amor permite comprender y aceptar las imperfecciones tanto en la familia como en otras relaciones (Imagen Ilustrativa Infobae) — Hay una frase que decís, que es muy interesante, amarse es más importante que entenderse. ¿Qué significa eso para vos? — Amarse es más importante que entenderse y cada vez lo tengo más claro. Ama a esa persona, que si amas a esa persona descubrirás sus valores y no la vas a entender nunca del todo. Esa persona siempre te va a sorprender, te va a ofrecer perspectivas nuevas, siempre te va a defraudar. Pero si la amas, vas a poder integrar todo eso. Cada vez lo tengo más claro: amarse es muchísimo más importante que entenderse. Yo lo diría de esta manera: gracias por no ser perfecto. — Gregorio, voy a hacerte la última pregunta que le hago a todos los invitados y es que nos dejes algo para compartir. Puede ser algo que en el último tiempo te sorprendió, te conmovió, te llamó la atención y que quieras compartir. — Si tuviera que decir algo que, no en el último tiempo, sino que continuamente me hace descubrir las maravillas del mundo, cualquier película de John Ford. Cualquiera de ellas. Pero, si tuviera que dar el consejo que creo que a mí más me ha ayudado, además del que hemos comentado al primero: “Donde no puedas amar, pasa de largo”, añadiría este: cuando vayas al mercado, no te olvides de volver con un amigo. No es necesario si vas a comprar carne que vuelvas con un amigo del alma, pero sí con el trato que puedes tener con esa persona estás abriendo posibilidades de amistad o de enemistad.

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