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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 07/10/2025 17:36
“No soy narco, soy un tipo que se equivocó.” Así comienza el descargo de Fred Machado, empresario aeronáutico argentino con trayectoria en Estados Unidos y Centroamérica, quien asegura haber sido víctima de una trama que lo excede. “Me usaron para tapar una red mucho más grande, que mezcla aviones, dinero, política y justicia internacional”, sostiene con una mezcla de bronca y cansancio. Machado dice estar harto de los rumores. “Nunca fumé, nunca tomé. Apoyé a Espert, y después me negó… ¿qué querés que le haga?”, lamenta. “Hicieron un personaje que no existe” El empresario asegura que la historia mediática que se construyó en torno a su figura fue determinante para complicar su situación judicial. “Inventaron un personaje que no existe, y eso aceleró todo. Es una locura”, dice. Su desencanto también alcanza al diputado liberal José Luis Espert, a quien —según afirma— ayudó económicamente “por lástima”. “En 2019 firmé un contrato con él por unos 200 mil dólares. Era un tipo accesible, con un discurso razonable. Lo quise apoyar, pero después me negó”, explica. Machado rechaza las versiones que lo vinculan con aportes millonarios: “No fueron millones. Lo ayudé con un contrato, algo de logística y algunos gastos. Nada más”. “Movía mi plata por Aircraft Guaranty” Machado también se refiere a Aircraft Guaranty, la empresa estadounidense señalada en la causa que lo involucra. “Toda mi plata pasaba por ahí. Era una compañía que registraba aviones de extranjeros, algo común en Estados Unidos”, explica. Afirma que su vínculo con Debra Mercer-Erwin, titular de la firma, fue estrictamente comercial y que un malentendido lo terminó incriminando: “Una vez le mandé un video en broma, de un avión que cayó en la selva, diciéndole que era del trust. Cuando los agentes lo vieron, lo usaron en mi contra.” Según su interpretación, hubo una intencionalidad política y judicial detrás de su caída: “Si Estados Unidos puede detectar una pelota de golf a 200 millas, ¿cómo no iba a ver esos vuelos?”, plantea con ironía. Guatemala, las minas y un proyecto truncado Antes de convertirse en un nombre recurrente en expedientes internacionales, Machado había desarrollado su vida en torno a la aviación. “Empecé a los 15 años en la herrería de mi viejo. Siempre trabajé. Creo que ese fue mi error”, admite. Ya radicado en Guatemala, impulsó el emprendimiento Argentina Los Alpes y el proyecto Minas del Pueblo, donde —según testimonios locales— generó empleo para más de 15 mil personas de comunidades indígenas. “La gente me adoptó. Me decían ‘patrón’. Pero la prensa me destrozó”, recuerda. Elmer Orellana, ex empleado del emprendimiento, lo define como “un ángel que Dios mandó”. Afirma que Machado dio trabajo, compró tierras para familias locales y hasta financió obras comunitarias, aunque la planta nunca llegó a producir mineral. “Esto fue una tortura” Machado describe su experiencia con los agentes estadounidenses como “una película de los hermanos Coen”. “Me tuvieron cinco meses torturándome. Querían que delatara a los inversores. No lo hice. Me equivoqué, pero no soy un delincuente”, dice. Según su relato, fue presionado para incriminar a terceros y manipulado por las autoridades norteamericanas. “En Estados Unidos te pueden meter 30 años preso y después decirte ‘nos equivocamos’.” Los aviones, los pilotos y la sombra de los Juliá Machado también se desmarca del caso de los hermanos Juliá, los pilotos argentinos detenidos en 2011 en Barcelona con casi una tonelada de cocaína. “El avión no era mío. Les alquilé uno, lo devolvieron, y después cayeron en otro vuelo. Si alguien roba un banco con tu DNI, no significa que seas vos”, sostiene. “El error de Espert fue negarme” En la parte más política de su historia, Machado apunta directo a Espert: “El error de Espert fue negarme. Hay fotos, hay testigos, no era un secreto. Si hubiera dicho ‘sí, lo conocí y me ayudó’, nadie lo habría condenado. Pero eligió negarlo.” Recuerda que lo acompañó en vuelos a Viedma y Catamarca, y que incluso le facilitó una camioneta Jeep —propiedad de un primo suyo— durante la campaña de 2019. “No fue un atentado, como se dijo. Pasó por la Villa 31 y le tiraron dos piedras”, aclara. “Me cortaron las piernas” Hoy, el empresario se define “aislado, en mi casa”, y asegura haber quedado marcado por una maquinaria judicial que “hace y deshace a gusto”. Entre las pocas cosas que dice extrañar, menciona a su perro, un mastín que murió a los tres años. “Me hablaba en los sueños. Por eso quise conocer a Milei, porque me encantan los perros, pero Espert se me rió en la cara”, recuerda. Con la voz quebrada, cierra su relato con una frase que resume su sensación de desamparo: “Me cortaron las piernas. Me convirtieron en radiactivo.”
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