06/10/2025 18:45
06/10/2025 18:45
06/10/2025 18:45
06/10/2025 18:45
06/10/2025 18:44
06/10/2025 18:44
06/10/2025 18:44
06/10/2025 18:44
06/10/2025 18:44
06/10/2025 18:43
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 06/10/2025 16:53
El nomadismo enseña que la logística es más que un proceso de transporte: es una organización compleja que combina movilidad, cooperación y adaptación (Ilustración: Movant Connection) Las comunidades nómadas del mundo comparten un rasgo central: la vida no se organiza desde un lugar fijo, sino desde el desplazamiento. Esta movilidad permanente impone desafíos logísticos complejos, desde asegurar el abastecimiento de alimentos y agua hasta organizar la infraestructura mínima para sostener la vida en territorios de clima extremo. El nomadismo obliga a diseñar una logística distinta a la urbana o industrial, basada menos en carreteras y puertos, y más en la adaptabilidad de las personas, los animales y las redes comunitarias. La capacidad de anticipar cambios en el entorno, mover campamentos con rapidez y compartir recursos resulta clave para la supervivencia. En este marco, Mongolia representa un caso emblemático. Allí, alrededor del 40 % de la población mantiene un estilo de vida nómada, desplazándose con su ganado por la vasta estepa. Según el Foro Económico Mundial, este modelo milenario puede ofrecer lecciones valiosas para enfrentar los retos logísticos y tecnológicos de la era actual. Resiliencia frente a la incertidumbre La resiliencia es el corazón de la logística nómada. Estas comunidades deben adaptarse a tormentas inesperadas, sequías prolongadas o la necesidad de migrar con rapidez para encontrar nuevas fuentes de alimento. Esta capacidad de respuesta en tiempo real constituye una enseñanza directa para la logística global, donde las cadenas de suministro enfrentan disrupciones constantes por fenómenos climáticos, tensiones comerciales o crisis geopolíticas. En el caso de Mongolia, los pastores nómadas ejemplifican esta habilidad para actuar con flexibilidad. Su vida cotidiana muestra cómo las decisiones rápidas, basadas en la observación del entorno, pueden marcar la diferencia entre la continuidad o el colapso de una comunidad. Según el Foro Económico Mundial, la misma lógica debería guiar el diseño de políticas públicas y marcos regulatorios para tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, que también se desarrollan en entornos de alta volatilidad. Así como las familias nómadas no dejan a nadie atrás, los sistemas globales deben aspirar a ser inclusivos y colectivos, garantizando acceso equitativo a bienes, servicios y tecnología (Foto: Shutterstock) Comunidad como infraestructura logística Otro de los pilares de la logística nómada es la cooperación comunitaria. En sociedades donde no hay infraestructura permanente, la solidaridad se convierte en una red invisible que garantiza la supervivencia. Familias que comparten recursos, que se encargan del ganado de otros en momentos de necesidad, o que transmiten oralmente conocimientos sobre rutas y climas, refuerzan un sistema basado en la confianza mutua. Este modelo puede leerse como un paralelo a la logística internacional. Así como las familias nómadas no dejan a nadie atrás, los sistemas globales deben aspirar a ser inclusivos y colectivos, garantizando acceso equitativo a bienes, servicios y tecnología. En Mongolia, la transformación digital que impulsa el Estado refleja esta misma filosofía. Se desarrollan programas para capacitar ingenieros y docentes en inteligencia artificial con el objetivo de que incluso las comunidades más remotas participen de la transición tecnológica. Este ejemplo refuerza la idea de que ninguna red logística es sostenible si no integra a todos sus actores. Sustentabilidad como regla de supervivencia La vida nómada también enseña que la logística no puede desligarse del medio ambiente. El movimiento constante de los pueblos nómadas responde a los ciclos de la naturaleza: cuando la tierra o el agua escasean, se busca otro sitio. Sobreexplotar los recursos nunca es una opción, porque comprometería la continuidad del grupo. Este principio de armonía con el entorno cobra nueva relevancia en tiempos de digitalización y expansión tecnológica. El Foro Económico Mundial advierte que el desarrollo de la inteligencia artificial demanda enormes cantidades de energía y recursos naturales. En ese contexto, la lógica nómada invita a pensar sistemas logísticos y digitales que equilibren innovación con sostenibilidad, minimizando el impacto ambiental. Así como un rebaño no puede pastar indefinidamente en el mismo lugar sin agotar la tierra, la economía global no puede sostener su crecimiento si degrada los ecosistemas de los que depende. Tradición e innovación como ruta conjunta El nomadismo enseña que la logística es más que un proceso de transporte: es una organización compleja que combina movilidad, cooperación y adaptación. Y aunque la mayoría de las sociedades modernas se han asentado en ciudades, la experiencia nómada ofrece principios aplicables al diseño de sistemas actuales. Mongolia, con su avance digital en paralelo a su fuerte tradición nómada, ilustra cómo tradición e innovación pueden convivir. El país busca que sus comunidades rurales adopten herramientas como drones y sensores para cuidar el ganado, al mismo tiempo que mantienen prácticas ancestrales de movilidad y cooperación. La lección es clara: el futuro de la logística global no depende solo de la tecnología, sino de su capacidad de integrar la resiliencia comunitaria y la armonía ambiental que los nómadas practican desde hace siglos.
Ver noticia original