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» Diario Cordoba
Fecha: 06/10/2025 12:26
Francia intenta despertarse de una pesadilla que ya dura meses y que parece que ha alcanzado su punto más crítico tras la dimisión sorpresa del primer ministro, Sébastien Lecornu, apenas 27 días después de su nombramiento. Su renuncia ha generado un huracán de indignación y ha colocado a Emmanuel Macron frente a una de las peores crisis políticas que se recuerdan en el país. Ya lo advertía hace unas semanas el politólogo francoargelino Sami Naïr en una entrevista para EL PERIÓDICO: "La desgracia es que en Francia no hemos tenido ni un partido ni un político que pueda tener una visión capaz de proponer un gran proyecto. Francia se ha convertido no solo en un país en crisis económica, sino en algo mucho más grave, en un país sin proyecto y sin esperanza". Hoy, de nuevo sin primer ministro ni Gobierno, Francia busca salidas para frenar la inestabilidad política que amenaza con sumir al país en una parálisis institucional. Convertido ya en el primer ministro más efímero de la historia de Francia, Lecornu ha querido explicar a los franceses el motivo de su dimisión. Para el jefe del Ejecutivo saliente, "no se reunían las condiciones para seguir en el cargo", después de haber "intentado construir un camino con los interlocutores sociales, las fuerzas patronales y las fuerzas que representan a los sindicatos de trabajadores, especialmente en temas que han estado bloqueados durante muchas semanas". Desde las escaleras del Palacio del Elíseo y con semblante de derrota, Lecornu denunció el afán partidista de ciertas formaciones políticas ante la proximidad de las elecciones presidenciales, lanzando un dardo a quien muchos creen que es el culpable de esta nueva crisis: el líder de Los Republicanos, Bruno Retailleau. Después de ser elegido por tercera vez como ministro del Interior, Retailleau lanzó el domingo por la noche una crítica al nuevo Ejecutivo, generando su propia implosión: "La composición del Gobierno no refleja la ruptura prometida", criticó a través de la red social X, denunciando un "problema de confianza" con el gabinete. Una crítica que rompía aparentemente con la alianza entre el macronismo y el partido conservador y, junto con la amenaza de los socialistas de apoyar una moción de censura, obligaba a Lecornu presentar su dimisión al presidente este lunes. Su salida, tras sólo 27 días en el cargo, rompe un nuevo récord en la Va República y reabre el debate sobre una posible disolución de la Asamblea Nacional o incluso la dimisión del presidente Macron. Los franceses quieren pasar página bien sea con una nueva disolución de la Asamblea Nacional o con la dimisión del mismo presidente, lo que incluiría la celebración de elecciones legislativas, en el primer caso, y presidenciales, en el segundo. La opción de llevar a los franceses ante las urnas parece la más apoyada por todo el arco parlamentario, incluyendo aquellos que hasta ahora se mostraban más escépticos. Para la derecha, lo más favorable es la disolución de la Asamblea Nacional, aunque la líder ultra, Marine Le Pen, va más allá y no descarta la dimisión de Macron como la posibilidad "más inteligente". "Le pido que disuelva la Asamblea Nacional. Estamos al final del camino. No habrá más mañana (...) Hemos llegado al final de la broma, la farsa ya ha durado demasiado", opinó la líder de Reagrupación Nacional. Por su parte, algunos republicanos, como el alcalde de Cannes, David Lisnard, también abogan por la dimisión del presidente: "Los intereses de Francia dictan que Emmanuel Macron programe su dimisión para preservar las instituciones y desbloquear una situación inevitable desde la absurda disolución". Aún así esta opción parece la menos probable. Macron ha reiterado en varias ocasiones que no renunciará al cargo. De ahí que el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, pidiese este lunes la toma en consideración inmediata de la moción de destitución contra el presidente presentada hace unas semanas por 104 diputados. La alternativa de nombrar a un nuevo primer ministro genera poco entusiasmo entre los franceses, cansados de la situación política y temerosos de anclar al país en una cascada de nuevas dimisiones. Francia ya suma tres primeros ministros en lo que va de año, y podría no haber terminado la lista. En caso de que el presidente se niegue a llevar a sus ciudadanos de nuevo a las urnas, le quedan dos salidas: nombrar a un primer ministro socialista o apostar por un gobierno técnico. En el caso de un primer ministro de izquierdas, Macron cedería a una de las principales peticiones del Partido Socialista, que se ha dicho "preparado" para gobernar, y podría evitar una nueva moción de censura. La segunda opción, la de un gobierno técnico gana fuerza entre los analistas. Se trataría de un ejecutivo compuesto por figuras independientes. Este tipo de gabinete tendría como misión principal asegurar la aprobación del presupuesto antes del 31 de diciembre, una emergencia absoluta para evitar la parálisis del Estado y "salvar la situación" a la espera de un avance institucional, hasta las elecciones presidenciales de 2027. Mientras Francia debate sobre qué camino escogerá esta vez Macron, sus ciudadanos aguardan con impaciencia que su presidente se pronuncie lo más pronto posible y ofrezca una solución que permita sacar al país de una de sus mayores crisis políticas en décadas.
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