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  • El pasado de Machado antes de Espert: investigan supuesta trama narco que data de 2010

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 05/10/2025 11:12

    Fred Machado sigue detenido a 20 kilómetros de Viedma, provincia de Río Negro. Pasa sus días en una amplia residencia de 200 metros. Fue detenido el 16 de abril de 2021 por un pedido de extradición de los Estados Unidos y, poco después, consiguió el arresto domiciliario. Desde entonces no puede salir de esa vivienda por una orden judicial que, según pudo reconstruir PERFIL, ha carecido durante años de un control estricto sobre el cumplimiento de la detención, bajo la tutela del juez federal Gustavo Villanueva. “¿Hay registro de visitas?”, consultó este medio a fuentes judiciales, pero la respuesta fue el silencio: desde que este diario reveló que José Luis Espert había recibido un pago proveniente de Machado, se quebró la quietud en las afueras de Viedma. De pronto, el futuro de la extradición de Machado se convirtió en motivo de preocupación para una porción del Gabinete. En particular para la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que esta semana intentó comunicarse con el fiscal Diego Iglesias, de la Procuraduría de Narcocriminalidad, y terminó llamando por error a un periodista que comparte el mismo nombre; sorprendida, la funcionaria admitió el equívoco. El episodio no pasó desapercibido dentro del Gobierno, porque fue la propia ministra quien se puso a indagar sobre el destino judicial de Machado. Es un capítulo más de su ofensiva fallida para que José Luis Espert baje su candidatura. Por ahora no lo logró, pero los antecedentes de Machado forman parte de un entramado que, para la Justicia y las autoridades aeronáuticas, nunca pasó desapercibido. Machado resulta mucho más conocido en la política argentina de lo que suele suponerse. No solo le prestó el jet bombardier a Espert en la campaña presidencial de 2019; también mantuvo reuniones en esos años con distintos candidatos y aspirantes a los que buscó sumar junto a Espert, y también con Javier Milei, cuando éste aún transitaba la etapa previa a definir su postulación presidencial en 2023. Cerca de Bullrich aseguran que existe un expediente sobre esos antecedentes en el escritorio de Milei, con la advertencia de que las conexiones de Machado y las redes que levantó desde 2019 podrían complicar la situación en las próximas semanas. En Balcarce 50, lo que más inquieta son las relaciones históricas de Machado con la industria aeronáutica y los vuelos sospechosos. Sus contactos en el país preceden a 2019, cuando Fred regresó a la Argentina para escapar de la persecución de la justicia texana, que lo acusa con dureza de fraude, lavado de dinero, conspiración y narcotráfico. Machado habló esta semana con PERFIL y aseguró que actúa ajustado a derecho, a la espera de la decisión de la justicia argentina sobre el pedido de extradición norteamericano. Ante el pedido del abogado de Machado, Francisco Oneto, el juez Villanueva solicitó a la justicia estadounidense precisiones sobre el requerimiento de extradición. La maniobra buscó ganar tiempo, pero la respuesta de Texas ratificó la solicitud, que ahora está en la Corte Suprema de Justicia en una nueva dilación. Además de protegerlo, Oneto continúa como abogado del presidente en el caso Libra. Ahora sabe que tiene a Bullrich como una nueva interesada en el destino de Machado, que busca ahora negociar en los tribunales texanos una pena menor, como hizo su exsocia Debra Lynn Mercer, condenada a 16 años cuando los fiscales habían pedido 30. En su última autodefensa pública, Espert afirmó que había firmado un contrato con Machado por un asesoramiento de consultoría a la firma guatemalteca Minas del Pueblo. Esa empresa forma parte de la red de lavado que atribuyen a Machado en su capítulo centroamericano, algo que tampoco pasó inadvertido para la justicia texana y mucho menos para la DEA, que tenía a Fred en su radar desde tiempo atrás. El primer indicio sobre el rol que Machado desempeñaba en Argentina, antes de su caída en desgracia ante la justicia estadounidense, lo aportó el periodista Diego Genoud en la Revista Noticias, aunque en otro contexto histórico del narcotráfico. Fue después de los primeros días de enero de 2011, cuando la policía española intervino un jet bombardier en el aeropuerto El Prat de Llobregat, en Barcelona. La operación consistió en el traslado de 944 kilos de cocaína desde Buenos Aires y terminó en un escándalo, porque detrás del tráfico estaban los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, junto con el piloto Matías Miret. En esa oportunidad, según le contó Machado a NOTICIAS, “adivinó que los hermanos Juliá estaban tras un negocio grande y dudoso”, porque “en septiembre del 2009, le pidieron un Hawker 800XP, un avión al que Machado comparó ante NOTICIAS con “un Citroën” en el mercado automotor. Un año más tarde, fueron en busca del Challenger 604, “que sería como un Mercedes Benz”. Según contó Genoud, “con el Challenger, los Juliá podían llegar a Barcelona con una sola escala para cargar combustible. Con el otro jet, ya habían viajado al viejo continente, pero con más paradas. Machado decidió que sólo les alquilaría el avión si le pagaban un seguro de 2 millones de dólares, algo que los Juliá no estaban dispuestos a hacer”. Esos rastros tienen 15 años y están a un paso de reanimar una trama que Espert preferiría olvidar.

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