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  • Antigua cárcel de Fátima: 25 años en modo espera

    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/10/2025 01:39

    Hay espacios marcados por su uso y por el devenir del tiempo. Bajo el suelo de Berlín, se encuentra el búnker antiaéreo de gruesos muros en el que Hitler pasó sus últimas horas y se suicidó. Hoy en día, ese lugar permanece oculto bajo bloques de pisos y aparcamientos sin ninguna placa que recuerde aquel hecho. En Córdoba, hubo un tiempo, nada menos que 67 años, en el que la prisión provincial no se encontraba extramuros sino rodeada de viviendas, en un barrio de trabajadores que, en plena represión franquista, se acostumbró a convivir con aquella mole de hormigón, con sus torretas de vigilancia y con el trasiego de funcionarios y familiares que acudían a la cárcel a trabajar y a visitar a los reclusos, respectivamente. La antigua cárcel de Fátima, construida sobre un solar de 25.000 metros cuadrados, empezó a funcionar en 1933 y sus muros se derribaron en 2005, cinco años después de que en sus celdas se hiciera el silencio al trasladarse toda la actividad a la actual prisión a Alcolea. Veinticinco años después del traslado y veinte después del derribo, el solar baldío, convertido en aparcamiento improvisado tomado por los jaramagos, es una prueba del peso insoportable de la burocracia y de la infinita paciencia de la ciudadanía. Ese terreno, como el de Berlín, debería estar cubierto dos décadas después por aparcamientos y viviendas, pero su recuerdo, cada vez más lejano, sigue encapsulado a la espera de nuevos usos sobre los que escribir una nueva historia. Antigua cárcel de Fátima, 25 años esperando el porvenir / Framar/A. J. González/Francisco González/Rafa Alcaide Recuerdos de la relación con la cárcel Cuando nació, la prisión de Fátima se rodeó de una serie de viviendas del Patronato de Casas Baratas de San Rafael donde vivían trabajadores de la Compañía Española Productora de Algodón Nacional (Cepansa). «La mayoría de esas casas se han vendido a gente de fuera del barrio que las han reconstruido», recuerda Ramón, vecino de la zona desde la infancia. Este vecino guarda con nitidez el recuerdo de cuando él y sus amigos acudían a la Guardia Civil para entregarles sus balones rotos para que los presos se los cosieran. Según el presidente de la AVV Amanecer de Fátima, Francisco Bellido, aquello era algo muy común e incluso «hubo una época en que se decía que el Córdoba CF usaba los balones que se fabricaban en la prisión». Los vecinos que peinan canas coinciden en que nunca se sintieron inseguros por vivir junto a la cárcel. «Al contrario, había gente que venía a aparcar al lado porque había mucha vigilancia», recuerda el presidente. Todo lo más, hubo algún sobresalto. Pilar aún era una niña cuando la cárcel se derribó. «Vivíamos en Fátima, justo en frente de la cárcel, y un día corrió el rumor de que se había fugado un preso, pasamos mucho miedo porque los hombres por la mañana se iban a trabajar y las mujeres se quedaban solas en casa», explica, «al final, nunca se supo si aquello había sido verdad». Un cuarto de siglo después, el barrio sigue a la espera de la urbanización y construcción de viviendas Todos los vecinos recuerdan haber visto alguno de los paquetes voladores que se veían saltar de fuera adentro de la cárcel. «Los lanzaban desde las casas y unas veces caían dentro y otras no, en los años ochenta, cuando empezó a proliferar la droga, se veían volar aquellas pelotas con marihuana o lo que fuera», explica Juana, vecina de Fátima que emigró a Barcelona con su marido y que ha vuelto a la casa de sus padres tras su jubilación. «En los años 50, cuando yo era pequeña, mis padres tenían aquí una casa de alquiler que luego pudimos comprar nosotros como inversión, entonces éramos muy pocos», recuerda, «los vecinos más humildes entrábamos en Navidad en la cárcel y los militares nos daban juguetes». Según cuenta, «había una relación de vecinos muy bonita, se hacían muchos peroles y fiestas en la calle». Un padre y una hermana en la cárcel Su padre, que falleció con 57 años «era agricultor y rojo», afirma, «estuvo preso en la cárcel de Burgos hasta que lo trasladaron a Córdoba». Su hermana, una de las primeras sindicalistas del comercio en Córdoba, también estuvo quince días presa. «Esta era una cárcel franquista, muy dura, si no te pegaban te mataban de hambre o de piojos, y era peor si eras un preso político que un delincuente». Hubo algún preso que pasó tantos años dentro que se acabó acostumbrando. Ramón recuerda que «hubo uno, un hombre mayor que se encargaba del huerto de la prisión que al cumplir la condena pidió quedarse dentro porque para él la cárcel era su casa». Dentro, había talleres de carpintería, una imprenta, una capilla y hasta una emisora de radio, Onda Libertad. Foto retrospectiva del derribo de la antigua cárcel de Fátima, que tuvo lugar en octubre de 2005, cinco años después de su desalojo. / A. J. González / Rafa Alcaide Todo aquello se lo tragó de algún modo la tierra con la demolición. Se abría una nueva etapa que aún se encuentra en modo espera y sin fecha concreta de reactivación. Según el presidente de Amanecer de Fátima, «no tenemos mucha información porque las asociaciones de vecinos no tenemos capacidad para llegar al Gobierno y a los ministerios y en el Ayuntamiento tampoco nos dan mucha más información, solo sabemos lo que aparece de vez en cuando en prensa». Lo que sí tienen claro es que los equipamientos que un día se solicitaron, tales como una piscina para el barrio, no tendrán cabida en ese solar. «Eso se descartó hace mucho tiempo», señala. Su convencimiento contrasta con las manifestaciones de los vecinos, algunos de los cuales siguen convencidos de que el proyecto de piscina debe ser una prioridadpara el barrio en un momento de subida constante de las temperaturas. Preocupación por los aparcamientos Lo que está sobre plano son 236 viviendas, 72 de protección oficial y 164 de régimen libre, que estarán rodeadas de zonas ajardinadas e irán acompañadas de unas 500 plazas de aparcamiento subterráneo y en superficie. Precisamente la falta de aparcamiento es una de las preocupaciones de los vecinos. «Yo no sé qué pasará cuando perdamos estos terrenos porque si antiguamente había un coche por casa, ahora hay dos y hasta tres, y habrá más que ahora cuando venga a vivir más gente al barrio», explican Carmen y Antonio, «por esa parte, el solar este viene muy bien, ya veremos cómo nos apañamos cuando construyan los pisos». Para Francisco Bellido, ese es un problema menor. «En todos los barrios de Córdoba faltan zonas de aparcamiento, lo importante es que se lleve a cabo la urbanización del solar cuanto antes y que se levanten las viviendas que hacen mucha falta y que traerán a más vecinos a este barrio». Mientras tanto, no hay demasiadas quejas. «Sadeco desbroza la hierba y limpia el solar todos los años», explica el presidente, «por la noche, no hay mucha iluminación y ha habido momentos en los que se han producido robos en los coches, pero esto no es un parking vigilado y lo que queremos es que deje de ser un aparcamiento cuanto antes y se urbanice de una vez». Las últimas buenas noticias al respecto se produjeron en octubre de 2023 cuando se anunció la licitación de las obras de urbanización. El proceso concluyó con la adjudicación a la empresa Jicar, que finalmente renunció al contrato por desajustes en los precios. Foto retrospectiva del derribo de la antigua cárcel de Fátima, que tuvo lugar en octubre de 2005, cinco años después de su desalojo. / A. J. González / Rafa Alcaide En octubre del año pasado, el Gobierno de España anunciaba que la urbanización de los terrenos estaría lista en 12 meses aunque todo estaba «pendiente de actualización de presupuestos». Los presupuestos no se actualizaron entonces ni se han actualizado todavía. Hace unos días, el Consejo del Movimiento Ciudadano exigía al Ministerio celeridad en los trámites. Según fuentes de la Subdelegación del Gobierno consultadas por este periódico, el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana afirma que los terrenos están pendientes de pasar «próximamente» de la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado (Siepse) a la Entidad Pública Empresarial de Suelo (Sepes), tras lo cual se procederá de nuevo a la licitación de la obra de urbanización. Veintinco años después, de cronograma y plazos, ni rastro.

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