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» Diario Cordoba
Fecha: 04/10/2025 11:59
Hay una realidad que, más allá de las cifras oficiales, preocupa a las empresas de este país. Me refiero a la falta de trabajadores para ocupar determinados puestos, una situación que, sin ser crítica todavía, se va propagando cada vez más en las conversaciones y encuentros de los emprendedores, independientemente del tamaño de sus negocios. Cada día surgen nuevos informes y análisis que se ocupan de esta circunstancia, pero hasta el momento no se logra frenar un fenómeno que, a mi modo de ver, no obedece únicamente a una causa salarial, sino también social. Para el común de los mortales, resulta extraño que se hable de este asunto cuando España tiene registrados más de 2,4 millones de desempleados, de los que en torno a 52.000 están en la provincia de Córdoba. Con esos números, llama la atención que haya vacantes en las empresas y que quienes tienen una oportunidad de trabajo descarten esas ofertas sin, aparentemente, una razón que se adapte a la lógica de lo que ha sido históricamente la cultura laboral predominante a nivel mundial. Es obvio que hay coyunturas irrefutables, como el hecho de que la población, principalmente en Europa, está envejeciendo y que el llamado relevo generacional presenta dificultades serias debido al descenso demográfico. Por ello, es fundamental seguir apostando por políticas que impulsen la natalidad y por modelos de inmigración que mitiguen en la medida de lo posible este déficit, pese a los mensajes cargados de odio e inhumanidad que algunos vomitan. En cuanto a los salarios, es un problema en algunos sectores, pero no en todos, si bien en aquellos en los que esta circunstancias es palmaria, no les va a quedar más remedio que revisar las condiciones que se ponen sobre la mesa a la hora de captar personas que quieran asumir determinadas labores, ya sea en el sector primario o en el de determinados servicios. Otra situación a valorar, y que quien firma ya la expuso en estas páginas, es que el problema de la vivienda y los precios desorbitados tanto en alquiler como en la compra está afectando ya seriamente a la movilidad laboral, con lo que hay candidatos que descartan determinadas ofertas ante la imposibilidad de poder asumir un traslado de residencia. Hay compañías que advierten también de una carencia de competencias o cualificaciones específicas entre quienes optan a determinados puestos, por lo que el aspecto formativo necesita igualmente de una revisión para adaptarse a la nueva realidad de la actividad económica global. No obstante, considero que habría que analizar determinados factores culturales y generacionales a los que tal vez no les estamos prestando la debida atención. Así, por ejemplo, leí recientemente que casi la mitad de los trabajadores españoles dejaría su trabajo por la imposibilidad de conciliación familiar. O que cuatro de cada diez están dispuestos a abandonar su empleo pese a no tener una oferta alternativa. Queramos o no, hay valores que las nuevas generaciones han ido incorporando a las condiciones que se exigen a la hora de desarrollar una tarea productiva. Ya no solo se tienen en cuentan los salarios o el horario, sino otros conceptos como el de compatibilizar la actividad con el cuidado personal, el descanso, la salud mental, el ocio o la atención a parientes cercanos. Guste más o menos, esas variables no están siendo tenidas en cuenta en la dimensión que realmente tienen para quienes aspiran a un puesto de trabajo. Está claro pues que existe una disociación entre la expectativas de quienes están en el mercado laboral como potenciales empleados y las prioridades de las empresas. La misión de todos para frenar esa falta de trabajadores pasa inevitablemente por una adecuación a esas nuevas demandas o, al menos, tenerlas en cuenta en los procesos de selección. Ahora que con excesiva frecuencia forzamos el lenguaje para dulcificar el significado real de las palabras, me viene a la cabeza el uso del término talento, una palabra que el diccionario detalla como la «aptitud» para el desempeño de una labor y que tanto se utiliza en el ámbito laboral. Olvidamos que esa es la segunda acepción que recoge la RAE, ya que la primera define el término como «inteligencia». Pues así las cosas, con un poco (o mucho) de talento, igual somos capaces de solucionar un problema que tiene visos de ir agravándose en los próximos años si no planteamos alternativas convincentes. *Presidente de Comercio Córdoba
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