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  • Crecen los casos de una enfermedad silenciosa que transmiten los perros

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 03/10/2025 17:54

    En silencio, sin dar señales durante años, una enfermedad parasitaria avanza en distintos rincones del país.Se trata de la hidatidosis o equinococosis quística, una patología endémica poco conocida pero cada vez más frecuente, cuyo origen está en un ciclo que involucra perros, ganado y seres humanos.Su progresión es lenta, pero sus consecuencias pueden ser graves: desde quistes de gran tamaño en órganos vitales hasta la muerte en los casos más complicados. En la Argentina existe una enfermedad poco conocida que cada año suma cientos de casos nuevos. Se trata de la equinococosis quística, llamada popularmente como hidatidosis, una patología de origen parasitario que afecta al ganado y a los seres humanos, y que puede permanecer oculta durante años antes de manifestarse con síntomas graves. Los registros oficiales muestran que entre 2019 y 2023 se notificaron en promedio 470 casos anuales, pero el último reporte nacional anual de 2024 indicó que la cifra ascendió a 643. Si bien el aumento encendió las alarmas porque expone un problema que no sólo compromete la salud de las personas sino que también impacta de manera directa en la producción ganadera, una especialista en el tema aclaró la situación a Infobae y cómo se deben leer esos datos. “Concretamente no hay un aumento de casos. Probablemente hay un mayor reporte de notificaciones en el último año, lo cual no es lo mismo que decir que crecieron los casos. No necesariamente es que aumenta el número de casos. Cuando el sistema de salud está saturado, se demora la notificación y luego aparecen todos los casos juntos. Mismo, también puede haber una mayor notificación y testeos”, aclaró a Infobae la doctora Susana Lloveras, jefa de la Sección Zoopatología Médica del Hospital Muñiz. La experta afirmó que la hidatidosis se caracteriza por ser una enfermedad silenciosa indicó que los quistes que se forman dentro del organismo crecen lentamente y pueden alcanzar un tamaño de hasta 30 centímetros de diámetro, alojándose en órganos vitales como el hígado o los pulmones. Muchas veces, los pacientes descubren la infección en la adultez, aunque el contagio ocurrió en la infancia. Esta demora en el diagnóstico complica el tratamiento. “Es una enfermedad crónica, sintomática o asintomática, que a largo plazo puede complicarse”, dijo Lloveras, que apuntó que la misma tiene una evolución silente hasta que la persona consulta. Sobre la forma de contagios, la experta destacó: “El perro tiene el parásito adulto en el intestino. Al defecar, elimina los huevos del parásito, que luego pueden quedar adheridos al pelaje o al hocico del perro. Allí ocurre el contagio directo. También puede darse el indirecto, a través de la alimentación con verduras de huerta que han estado en contacto con estos huevos del parásito, o con agua contaminada”, sostuvo Lloveras. Más allá de la amenaza sanitaria, la enfermedad revela la estrecha relación entre los hábitos culturales, las costumbres rurales y la salud pública. En zonas del sur y del centro del país todavía es frecuente que los perros sean alimentados con vísceras crudas de ganado, lo que perpetúa el ciclo del parásito. En paralelo, las condiciones de higiene y el acceso limitado al agua segura en determinadas regiones facilitan la transmisión. ¿Qué es la hidatidosis y cómo se contagia? “La hidatidosis es una enfermedad producida por un parásito llamado Echinococcus granulosus que transmite el perro a través de su materia fecal”, explican desde el Ministerio de Salud de la Nación. Este parásito encuentra en el intestino del perro a su hospedador definitivo, sin causar síntomas en el animal, pero sí representando un peligro para las personas y el ganado. El contagio ocurre cuando los huevos del parásito, expulsados en las heces, contaminan el ambiente. Agua, tierra, pasturas y hasta el pelaje de los animales pueden quedar impregnados. A partir de allí, el ciclo de transmisión se retroalimenta con facilidad en los ámbitos rurales y semirrurales. El ganado se infecta al pastar en campos contaminados y, en muchos casos, los perros consumen vísceras infectadas de animales faenados en domicilios o en frigoríficos que no controlan los desechos. Los especialistas señalan que este círculo vicioso se sostiene por costumbres muy arraigadas y difíciles de erradicar. El problema es que cada eslabón refuerza al siguiente, multiplicando las posibilidades de que el parásito siga circulando y llegue al organismo humano. ¿Cómo es el ciclo de transmisión? Cuando un perro infectado defeca, libera miles de huevos microscópicos del parásito. Estos permanecen en el suelo, en el agua, en las verduras de huerta e incluso en el pelo del animal, que luego se lame y mantiene los huevos en su hocico. El ganado que consume pasturas contaminadas se convierte en hospedador intermediario. Los parásitos viajan por su organismo y se alojan en órganos como el hígado y los pulmones, donde se forman los llamados quistes hidatídicos. Si esos órganos infectados son ingeridos por un perro, los parásitos completan el ciclo y vuelven a reproducirse en el intestino del animal, que expulsa nuevamente huevos al ambiente. De esa manera se genera un circuito de transmisión permanente. La vigilancia en el ganado permite dimensionar la magnitud del problema. Estudios en faenas revelan la presencia de quistes en ovejas, bovinos, caprinos y porcinos en distintas provincias del país. En las regiones del sur, donde predomina la producción ovina, los índices son particularmente elevados. ¿Cómo se transmite a las personas? Las personas son el último eslabón de la cadena. No contagian a otros, pero sufren las consecuencias más graves de la enfermedad. El ingreso de los huevos del parásito al organismo ocurre cuando estos llegan a la boca, una situación muy frecuente en los niños. El contacto directo con perros infectados es una vía clara de transmisión. Actividades cotidianas como dejarse lamer por la mascota, jugar en la tierra contaminada o besar al animal en el hocico facilitan la entrada del parásito. También el consumo de verduras regadas con agua no segura o la ingesta de agua contaminada representan riesgos concretos. En los últimos años, la vigilancia epidemiológica oficial reveló que hubo 217 casos en menores de 15 años, con mayor incidencia en 2022. Este dato es clave porque indica transmisión activa en áreas específicas. Las provincias patagónicas, como Neuquén y Chubut, registran las tasas más altas, superiores a 20 casos por cada 100.000 habitantes. ¿Cuáles son los síntomas? Uno de los rasgos más engañosos de la hidatidosis es su carácter silencioso. Las personas pueden pasar años sin manifestar síntomas hasta que los quistes alcanzan un tamaño considerable. El hígado es el órgano más afectado, seguido por los pulmones, aunque los quistes también pueden localizarse en otros tejidos, como huesos o cerebro. Los síntomas dependen del lugar en que crecen. Pueden provocar dolor abdominal, tos persistente, dificultad respiratoria o alteraciones neurológicas. En muchos casos, el diagnóstico se produce de manera casual, a través de una ecografía o una tomografía solicitada por otro motivo. Cuando los quistes se rompen, liberan líquido parasitario que puede provocar reacciones severas en el organismo. En esas situaciones, el riesgo de complicaciones es elevado y el tratamiento se vuelve más complejo. ¿Cómo es el tratamiento? El abordaje terapéutico depende del tamaño y la localización de los quistes. En casos pequeños, el tratamiento se realiza con albendazol, una droga antiparasitaria provista por el Ministerio de Salud. El tratamiento se extiende por un período de tres meses, aunque no siempre es suficiente. Muchos pacientes deben repetir el esquema, y la tasa de finalización es baja: sólo el 13 por ciento completa el tratamiento indicado. Cuando los quistes alcanzan un gran tamaño, la indicación médica es la cirugía. La extracción no siempre resulta sencilla, sobre todo en órganos vitales o en casos de hidatidosis ósea, que son de difícil resolución. En los perros, el tratamiento consiste en la desparasitación periódica con medicamentos específicos. En el ganado, la herramienta más prometedora es la vacuna para ovinos y caprinos, que logra niveles de protección de hasta el 100 por ciento tras tres dosis. Esta estrategia permite cortar el ciclo del parásito antes de que llegue al ser humano. ¿Qué cuidados debemos tener para evitar contagios? Las medidas de prevención son simples, pero requieren compromiso social y un cambio de conductas en ámbitos rurales y urbanos. No alimentar a los perros con vísceras crudas es la principal recomendación, acompañada de la desparasitación cada 45 días. Mantener a los animales alejados de los lugares donde se realiza la faena y controlar el destino de los desechos son pasos clave para frenar la transmisión. En el hogar, es fundamental lavar frutas y verduras con agua potable y a chorro fuerte, lavarse las manos después de jugar con los animales y evitar que los perros laman a los niños en la cara. También se recomienda cercar las huertas para impedir el ingreso de los perros y limitar la cantidad de mascotas por familia. El desafío es sostener estas prácticas en el tiempo y lograr que se conviertan en hábitos cotidianos. La hidatidosis no se transmite de persona a persona, pero cada caso nuevo refleja la persistencia de un problema estructural. La hidatidosis combina aspectos de salud, cultura y economía que requieren respuestas integrales. Cambiar costumbres, garantizar controles en la faena y mejorar el acceso a agua segura son pilares para reducir la transmisión. La prevención, una vez más, se presenta como la herramienta más eficaz para enfrentar una enfermedad que avanza de manera silenciosa y que, pese a no ocupar grandes titulares, afecta cada año a cientos de familias argentinas. Fuente: Infobae

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