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» Clarin
Fecha: 03/10/2025 08:41
Empezando a cerrar el primer cuarto del siglo XXI, pocos especialistas dudarían en afirmar que uno de los grandes dramas de la salud (actual y futura) se centra en que vivimos más años, pero el cerebro no siempre nos acompaña: suele imponerse un deterioro neurocognitivo asociado con la edad. Para dar con las variables que promueven esa merma, un equipo de investigadores argentinos que vienen haciendo avances enormes en materia de Alzheimer empezarán muy pronto a reclutar, para un estudio nunca hecho en el país, personas que integran el selecto grupo de los llamados “superagers”. En una licencia periodística -descontracturada y que por supuesto no pretende ofender-, los llamaremos “súper viejos”. Los súper viejos o superagers “son ancianos de 80 años o más, que envejecieron superlativamente o excesivamente bien. Exceden lo esperable, entre otras cosas porque su memoria es normal para una persona de 60 años, y no para tener 80”, describió (con el entusiasmo de quien acaba de recibir un subsidio internacional para estudiar todo eso), Lucía Crivelli, la investigadora de FLENI a cargo del proyecto, que además acaba de lograr un reconocimiento bien distintivo, por ser la única argentina entre 40 científicos del mundo que firmó como coautora en una serie especial con los avances del Alzheimer, publicada en la exigente revista The Lancet. Es difícil desligar el Alzheimer y las otras enfermedades neurodegenerativas del tema de los súper viejos. Todo tiene que ver con todo, da a entender Crivelli, comprometida con el asunto bastante más allá de lo científico y bastante más acá de lo meramente emocional. De formación es psicóloga orientada hacia las neurociencias. De perfil, organizada, detallista y metódica. Una profesional de agenda apretada y dedicación absoluta a su campo de trabajo, que -se nota en la conversación- conoce sus objetivos y los cumple. También, la imagen que debe dar. Y, sin embargo, puede aflojar. Por ejemplo, para hablar de su abuelo. “Me interesé por estos temas, supongo que por mi abuelo. Tuvo un ACV siendo muy joven y quedó con una afasia. Es un trastorno del lenguaje en el que mucha gente, si tiene la variante Wernicke, habla fluido pero no comprende. En cambio mi abuelo tenía afasia de Broca, lo que le provocaba no poder hablar, pero entendía lo que pasaba”, recordó. Y rememorando el instante de esa noticia que nunca tuvo, tiene ni tendrá sentido, sentenció: “Estaba preso dentro de sí mismo”. Lucía Crivelli, neuropsicóloga experta en Alzheimer, investigadora de FLENI. “Lo vi así, dentro de sí mismo. Por ninguna vía podía comunicarse. Ni hablar, ni escribir o hacer gestos. No podía llevar las ideas a símbolos, pero entendía. Es un tema que siempre me intrigó, esto del pensamiento y el lenguaje. ¿Se puede pensar sin tener lenguaje?”, se preguntó. En busca de los súper-viejos argentinos La investigación va a durar tres años y van a empezar a reclutar mayores de 80 “superlativos” en noviembre próximo. La búsqueda pretende dar con un puñado de las entre 2,8% y 5% de personas mayores de esa edad que cumplen con el exigente requisito de ser "súper viejos". Esto significa no sólo que su memoria se corresponde con la de una persona dos décadas más joven, sino que tienen buena salud mental (menos síntomas de depresión y ansiedad) y también física. Su habilidad motora es superior respecto de lo esperable. Por ejemplo, suelen caminar rápido. Y es sabido, por estudios hechos en otros países y análisis locales retrospectivos (o sea, en función de bases de datos confeccionadas con otro propósito), que tiende a ser una población asociada a un mejor nivel educativo. Pero si hay dos datos llamativos, son estos: los súper viejos analizados hasta ahora tienen "alguna clase de formación musical" en su historial infantil y -sorprendentemente- estar “separados o divorciados”, sorprendió Crivelli. O sea que viven de manera autónoma y su calidad de vida suele ser buena. La científica aclaró que las anteriores no son condiciones para "ser" superager, pero resulta que los estudios hechos hasta acá muestran esos patrones. La delimitación de (estos u otros) patrones en común entre los mayores de 80 años "súper viejos" es lo que -a la larga, estudios mediante- debería permitir dilucidar por qué la carencia de esas variables positivas hace que suban las chances de que aparezca algún deterioro neurocognitivo. Demencia y Alzheimer en mayores de 80 Crivelli (que es jefa de Neuropsicología de FLENI) trabaja en dos líneas de investigación. Una son los “súper viejos” y, la otra, una iniciativa de prevención de la mundialmente llamadas “demencia” o "demencias" (son varias enfermedades asociadas a la edad), el gran tema de la salud en el último tramo de la vida, de la que “el Alzheimer es la enfermedad paradigmática, entre los trastornos neurocognitivos”, enfatizó la experta. El trabajo argentino busca el perfil de las personas que escapan a la demencia. Foto. Shutterstock, “Por eso me llamaron para este artículo”, contó Crivelli. La frase tiene dos partes. El “por eso” se refiere a que dirige la edición latinoamericana del estudio finlandés FINGERS (por The Finnish Geriatric Intervention Study to Prevent Cognitive Impairment and Disability), una experiencia que demostró el peso específico que tiene el estilo de vida (qué comemos, cuánto ejercicio físico y cognitivo hacemos y hasta qué punto controlamos nuestra salud) en el desarrollo de las demencias, según mostraron los resultados difundidos en 2015 en ese país. En cambio, el “para este artículo” alude a la edición especial de The Lancet publicada el 22 de septiembre, dedicada al Alzheimer. En los más de 200 años de historia de esa prestigiosa revista científica, es la primera vez que dedican un segmento especial a esa temática. Y de los 40 autores que firman los papers incluidos, Crivelli es la única argentina. El trabajo en el que colaboró (con científicos franceses y suizos, entre otros) se titula “Nuevo panorama del diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer”. Trata un tema crucial, que son los avances en el hallazgo de biomarcadores para detección de la enfermedad. Aunque el tema está verde en Argentina (recién alguna que otra institución privada empezó a importar la maquinaria indispensable para este estudio), vale la pena seguirlo de cerca, ya que implicará poder “ver” la enfermedad con una simple muestra de sangre, sin necesidad de (como se hizo históricamente) esperar a que el paciente muera y confirmar su diagnóstico por autopsia, o como se logró hacer después, aproximar la presencia de Alzheimer vía la costosa e invasiva técnica de tomografía, o PET. “Invasiva”, porque implica inyectar en el paciente una sustancia que se “enciende” ante la presencia de las proteínas tau y beta-amiloide, que son las que proliferan de más en el cerebro, cuando el paciente desarrolla la enfermedad. Alzheimer: tratamientos, desafíos y polémicas El desafío de los tratamientos en marcha no es curar o revertir la enfermedad sino (por ahora) demorar la aparición de nuevos signos de esta dura enfermedad que, de hecho, “arranca 20 años que los primeros síntomas, cuando se depositan las dos proteínas”, explicó Crivelli, en referencia a los temas profundizados en los otros dos papers de la serie de The Lancet. Sumó, además, un dato crucial: “Se estima que el 60% de los casos de Alzheimer son prevenibles”. Mientras se discuten los efectos adversos y los requisitos que deben cumplir los pacientes candidatos para recibir los nuevos anticuerpos monoclonales que van recibiendo aprobación de los organismos internacionales competentes, Crivelli fue clara en el mensaje de que, para arrancar, “hay que fortalecer la reserva cognitiva; es decir, la capacidad del cerebro para no mostrar síntomas”. “Si tengo más reserva, aunque tenga Alzheimer, la aparición de los síntomas se demora. Entonces, conviene evitar trastornos de todo tipo y estimular el ejercicio físico y mejorar la alimentación. Todo eso fortalece tus ramas neuronales y, con ellas, mejora la capacidad del cerebro para tolerar los cambios patológicos sin mostrar manifestación clínica de la enfermedad”, explicó. Con el subsidio que le permitirá estudiar a los "súper viejos”, Crivelli va a intentar comprender lo que pasa en la vereda de enfrente: “Quiero entender la biología, la genética y los aspectos ambientales. O sea, qué tipo de vida tuvieron y su nivel educativo”. El tema la tiene entusiasmada. Particularmente, “porque en Argentina hay mucho por hacer en términos de prevención de demencia. Hay poca información disponible sobre las pautas de prevención y sería muy fácil informar a la población general. Una de las cosas que se probó es que dando información, la gente cambia su conducta. Y si les das servicios, un gimnasio, comida saludable accesible, más información sobre cómo cuidarse, con muy poco se logra muchísimo”. Al cierre de la entrevista, Clarín le preguntó qué le gusta de este trabajo con pacientes que requieren especial sensibilidad, paciencia y dedicación. Lo explicó así: “Me encanta estar con gente mayor. Está esa paradoja de sentirte útil -porque tienen una dificultad explícita y manifiesta- mientras a la vez te están enseñando cosas todo el tiempo. Todo el tiempo te están enseñando cosas. Y todo el tiempo les poder dar algo”.
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