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  • Aumentan los casos de cáncer en menores de 50 años: los factores que investiga la ciencia

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 03/10/2025 08:38

    Investigaciones recientes y datos del Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. confirman la tendencia al alza. (Imagen Ilustrativa Infobae) Un fenómeno inquietante acapara la atención de la comunidad médica internacional: el cáncer entre jóvenes, tradicionalmente enfocado en edades avanzadas, aumenta de manera sostenida en personas menores de 50 años. Más de 12 tipos, incluidos el de mama, colorrectal, renal y pancreático, incrementan su incidencia en adultos jóvenes, sobre todo en países desarrollados. Esta tendencia, documentada por investigaciones recientes y recogida por The New York Times, genera inquietud entre especialistas que buscan entender las causas del cambio epidemiológico. La oncóloga Kimryn Rathmell, al frente del programa de cáncer en la Universidad Estatal de Ohio, fue una de las primeras en identificar el patrón. Hace una década, Rathmell atendió a un paciente de 18 años con cáncer de riñón metastásico, un caso inusual que la empujó a preguntarse si era una anomalía local. Un informe del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, publicado recientemente y citado por The New York Times, confirmó que, entre 2010 y 2019, la incidencia de 14 tipos de cáncer aumentó en menores de 50 años en ese país. En ese sentido, Rathmell señaló: “Me di cuenta de que lo que estaba viendo era una tendencia que ocurría en todas partes”. Entre 2010 y 2019, la incidencia de 14 tipos de cáncer creció en menores de 50 años en Estados Unidos (Imagen Ilustrativa Infobae) Aunque el cáncer de aparición temprana sigue siendo poco común, los datos señalan un aumento constante desde 1990. En 2019, se registraron 4.800 casos adicionales de cáncer de mama en adultos jóvenes en Estados Unidos respecto a los esperados si se hubieran mantenido las tasas de 2010. Si bien las mejoras en los métodos de detección y el auge de los programas de cribado explican parcialmente este aumento, los expertos mencionados por The New York Times coinciden en que existen otros factores relevantes. Cambios en el estilo de vida y ambiente Los científicos han comenzado a investigar los cambios sociales y ambientales desde los años 50. El epidemiólogo molecular Shuji Ogino, del Brigham and Women’s Hospital de Boston, indica que generaciones nacidas en esa época y posteriores han experimentado un aumento progresivo del riesgo de cáncer en la adultez joven. Las personas nacidas en 1990 presentan un riesgo dos o tres veces mayor de desarrollar ciertos cánceres, en comparación con quienes nacieron en 1955. Este “efecto cohorte de nacimiento” sugiere que exposiciones ambientales y hábitos de vida recientes podrían estar impulsando el fenómeno. Entre los factores de riesgo identificados, la obesidad destaca de forma significativa. La investigadora Yin Cao, del Centro Oncológico Siteman de la Universidad de Washington en St. Louis, remarcó en declaraciones a The New York Times la dificultad para identificar nuevos factores de riesgo, aunque la evidencia que vincula obesidad, consumo de alcohol y una dieta poco saludable con el cáncer de aparición temprana es sólida. Los incrementos de cáncer en adultos jóvenes son más marcados en generaciones recientes (Imagen Ilustrativa Infobae) Un análisis de casi 15 millones de casos de cáncer en Estados Unidos mostró que seis de los 12 tipos de cáncer relacionados con la obesidad aumentaron en adultos jóvenes entre 1995 y 2014, con incrementos mayores en generaciones recientes. En el cáncer colorrectal, un área ampliamente estudiada, las mujeres con obesidad duplicaron el riesgo de desarrollar la enfermedad antes de los 50 años respecto a las que mantuvieron un peso saludable. El estilo de vida occidental, marcado por una dieta baja en frutas y verduras y rica en carnes rojas, ultraprocesados y bebidas azucaradas, también se relaciona con el aumento de cáncer colorrectal en jóvenes. La doctora Cao apuntó que aún no se sabe si el riesgo depende del patrón alimentario completo o de algún componente específico de la dieta. Cambios reproductivos y cáncer de mama Los cambios reproductivos tienen un impacto particular en el cáncer de mama. A modo de ejemplo, las mujeres estadounidenses experimentan su primera menstruación a edades más tempranas y postergan el primer embarazo hasta los 27 años y medio, contrario a los 20 años observados en la década de 1950. La edad de la primera menstruación y el retraso del primer embarazo influyen en el riesgo de cáncer de mama (Imagen Ilustrativa Infobae) La oncóloga Sherene Loi, del Peter MacCallum Cancer Center de Melbourne, advierte que cada ciclo menstrual implica fluctuaciones hormonales y divisiones celulares en el tejido mamario, aumentando la probabilidad de mutaciones. El periodo entre la menarquia y el primer embarazo resulta especialmente vulnerable a exposiciones dañinas como radiación, alcohol o alteraciones metabólicas, según el epidemiólogo Graham Colditz. La investigación de Camila dos Santos, del Cold Spring Harbor Laboratory, señala que el embarazo y la lactancia incrementan las células inmunitarias en el seno, lo que contribuye a eliminar células potencialmente cancerosas y favorece la reparación del ADN. Loi explicó a The New York Times: “Todo ese proceso transforma el seno de manera favorable”. Sin embargo, al retrasar la maternidad y tener menos hijos, las mujeres pasan por más ciclos menstruales y pierden parte de los beneficios protectores asociados a la maternidad temprana. Genética, microbioma y nuevas vías de investigación Las investigaciones actuales exploran mecanismos genéticos y el papel del microbioma en el cáncer en jóvenes. Exposiciones tempranas, incluso durante el embarazo, pueden alterar el código genético y la expresión de genes, acelerando el desarrollo de la enfermedad. Los expertos insisten en que las mutaciones genéticas por sí solas no bastan para desarrollar la enfermedad. (Imagen Ilustrativa Infobae) En el intestino, las células jóvenes tienen mayor plasticidad y pueden, en contextos de estrés como la inflamación, adoptar comportamientos más agresivos que facilitan la formación de tumores, explica la oncóloga Karuna Ganesh, del Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Un hallazgo relevante es la presencia de mutaciones asociadas a la toxina bacteriana colibactina, producida por ciertas cepas de Escherichia coli, en pacientes jóvenes con cáncer colorrectal. Ludmil Alexandrov, de la Universidad de California en San Diego, destacó que la infección por E. coli productora de colibactina ocurre mayormente en los primeros años de vida, cuando el microbioma y el sistema inmunitario aún se desarrollan. La prevalencia de los genes responsables de esta toxina alcanza hasta el 40% en muestras de heces infantiles de Estados Unidos y Francia, mientras que resulta casi inexistente en África o la India rural. Esta relación sugiere que la industrialización, los cambios alimentarios y el uso de antibióticos influyen en el aumento de cáncer colorrectal en jóvenes. Las investigaciones actuales exploran mecanismos genéticos y el papel del microbioma en el cáncer en jóvenes (Imagen Ilustrativa Infobae) El vínculo entre ambiente, inmunidad y expresión genética también aparece en otros cánceres. Dos Santos demostró en modelos animales que las infecciones urinarias, cada vez más comunes en mujeres, originan cambios en el tejido mamario que promueven la aparición de células precancerosas. A pesar de la complejidad de estos mecanismos, los expertos insisten en que las mutaciones genéticas por sí solas no bastan para detonar la enfermedad. Según Ogino, incluso los bebés sanos presentan mutaciones en genes asociados al cáncer, pero el desarrollo tumoral requiere décadas. Esta extensa ventana temporal representa una oportunidad relevante para la prevención. Estimaciones recogidas por The New York Times indican que hasta un 40% del riesgo de cáncer puede reducirse mediante transformaciones en el estilo de vida, como dejar de fumar, moderar el alcohol y mantener un peso saludable. La posibilidad de actuar durante varias décadas abre un horizonte esperanzador para disminuir la carga del cáncer en las generaciones futuras.

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