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  • La vida de película de Touba Niang, el senegalés que llegó a la Argentina y pasó de vender anteojos en la calle a ser un fenómeno del boxeo

    » Clarin

    Fecha: 03/10/2025 01:00

    Cuatro veces en el último semestre, el estadio de la Federación Argentina de Boxeo se cargó de una energía muy particular. Una atracción magnética mantuvo en estado de agitación, casi sin licencia para parpadear, a un público tan numeroso como entusiasta durante el tiempo que transcurrió entre la primera campanada y el desenlace de cada pleito (en algunos casos, ese período fue muy breve). Lo llamativo fue que esa sensación cuasihipnótica la provocó un púgil que atesora solo un puñadito de combates profesionales. “Hay mucha gente que siempre está ahí, me sigue, me apoya, me desea el bien y quiere que llegue a lo más alto, y eso me motiva. Tengo muchas ganas de triunfar y de cambiar mi vida y la de los míos. Ese es mi objetivo. Vengo de abajo, sé que cuesta, pero no es imposible”, se ilusiona Touba Niang, quien este sábado mudará su fogosidad al Casino de Buenos Aires. Allí enfrentará al rosarino Sergio Donaire en un pleito pactado a seis asaltos (TyC Sports transmitirá desde las 22). Niang tiene 24 años y 33 hermanos. Boxea desde hace cuatro años y debutó como profesional hace apenas 10 meses. Reparte su tiempo entre el deporte y la venta de indumentaria. Nació en Watef, un pequeño pueblo rural ubicado a poco más de 100 kilómetros de Dakar, pero vive en Quilmes desde hace casi una década. “Acá encontré a personas muy buenas, que me ayudaron muchísimo, me dieron una mano para todo. Hasta el último día de mi vida voy a estar agradecido a Argentina y a su gente. Me siento como en mi país”, asegura. La Mamba Negra (apodo que eligió por una serpiente africana extremadamente venenosa) es uno de los miles de migrantes senegaleses que se afincaron en el país especialmente durante las últimas dos décadas. Según un estudio de la Dirección Nacional de Población, en agosto de 2023 eran 2.267 los ciudadanos de ese país que contaban con DNI y residencia en Argentina -favorecidos por los regímenes de regularización que se implementaron en 2004, 2013 y 2022-, de los cuales el 95% eran hombres y el 73% vivía en el Área Metropolitana de Buenos Aires. En ese mismo informe, se estimaba que una cantidad similar o incluso algo mayor vivía en el país sin contar aún con su documentación en regla. La migración senegalesa fue impulsada principalmente por motivos laborales y el caso de Niang no fue una excepción. En 2008, cuando él tenía siete años, su familia se trasladó de Watef a Dakar, aunque su padre continuó con el trabajo rural. “Yo tuve la suerte de poder ir a la escuela. Allá muchos no tienen esa posibilidad. Mi vida era estudiar e ir al campo a ayudar a mi padre”, cuenta. Touba Niang reside en Quilmes desde noviembre de 2016. Foto: Antonio Becerra. - ¿Qué fue lo que te empujó a salir de Senegal y por qué elegiste Argentina como destino? - Yo quería una vida diferente y allá no había futuro. Un vecino, que había venido a Argentina en 2001, fue de visita a Senegal en 2015 y cuando llegó, vi que había progresado. Entonces le dije a mi padre: “Vas a tener que vender un par de animales y pagar a los coyotes (NdeR: las organizaciones que trasladan irregularmente a migrantes) para que yo pueda irme de acá”. Al principio, me dijo que yo era muy chico y que tenía que esperar unos años más. Yo me enojé y dejé de ir a la escuela porque ya había tomado la decisión de cambiar mi vida. La edad no me importaba. Sabía que, adonde fuera, podría sobrevivir y salir adelante. Al final, mi papá me entendió, habló con los coyotes, le dijeron cuándo había que pagar y qué había que hacer, y él hizo todo. Gracias a Dios, todo salió bien. Porque algunos pagan y pierden su plata, no llegan a viajar o viajan y los devuelven a Senegal. La travesía duró tres meses, con varias escalas intermedias (entre ellas, en Madrid y en Quito), recorridos en avión, barco y ómnibus, e incluso con largos trayectos a pie. Niang llegó a Buenos Aires en noviembre de 2016, cuando tenía solo 15 años. “Ese día no paró de llover. Yo estaba ansioso, quería salir y conocer las calles, pero no paraba de llover”, rememora. “Al otro día, una persona que llevaba tiempo acá me acompañó a Once y compramos cosas para vender. Con 1.000 pesos, compré lentes. Y empecé a vender en la peatonal de Quilmes. Esta persona me anotó los precios, yo solo sabía decir 'hola' y los precios de los lentes”, agrega. Touba Niang con la bandera de Senegal a su espalda. Foto: Antonio Becerra. - ¿Qué idea tenías de Argentina antes de viajar y con qué te encontraste? - Pensaba que acá no había pobreza, que eran todos millonarios y que la plata se ganaba más fácil. Pero nunca me arrepentí de haber venido. Si pudiera elegir, siempre elegiría Argentina. La adaptación no fue sencilla. Debió soportar situaciones de hostigamiento policial por su labor como vendedor callejero (“varias veces me secuestraron mercadería y me llevaron preso un par de días”, cuenta) y experimentó situaciones de discriminación, aunque remarca que eso nunca lo afectó: “No me molesta que me digan 'negro'. Soy negro, estoy orgulloso de serlo y si volviera a nacer, volvería a ser negro”. Como contrapartida, valora el buen trato que recibió de la mayoría de los argentinos con quienes se relacionó y el apoyo de la red de migrantes senegaleses, que conforman el colectivo más numeroso dentro de la comunidad africana en el país. Touba Niang ganó sus siete peleas profesionales. Foto: Antonio Becerra. Hoy, a casi una década de su llegada, Niang regularizó su situación migratoria, consolidó su proyecto comercial de venta de indumentaria (Anti Dólar tiene un local en la Galería Colón de Quilmes), ayudó a dos de sus hermanos a afincarse en el país, está en pareja desde hace cinco meses y habla castellano con fluidez y con algunos giros típicamente argentinos como “me hice el boludo” o “me hacen el aguante”. Además, el año pasado pudo viajar a Senegal, donde celebró su 23° cumpleaños el 12 de junio. “Fue lo más lindo que pudo pasarme, viví momentos inolvidables. Cuando aterrizó el avión, no podía creerlo. Vi a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos de la infancia. Fue muy hermoso. Eso es lo que más extraño: la familia, los amigos y también algunas comidas”, revela Niang, a quien sus conocidos llaman Bamba. El nombre remite al califa Ahmadou Bamba, un teólogo islámico, fundador del muridismo (una hermandad asentada principalmente en Senegal y Gambia), quien fue condenado al exilio dos veces por la autoridades coloniales francesas entre fines del siglo XIX y principios del XX (Niang es musulmán practicante). - ¿Y en qué momento apareció el boxeo en tu vida? - En Senegal nunca había practicado boxeo, solo un poco de lucha libre. En 2021, cuando pude acomodarme un poco acá, pude empezar a pagar el alquiler, a comer y que me sobraran unos pesos, fui a probar y enseguida me enamoré. Dije: “Esto es lo mío”. Y no paré nunca. Para mí, el entrenamiento es todo. Porque si estás física y mentalmente bien, nada te puede parar. Touba Niang junto a su entrenador, Daniel Salguero. Foto: Antonio Becerra. Sus primeros golpes los lanzó en el club El Porvenir de Quilmes, de la mano de Javier Segovia, su primer técnico. “Siempre le estaré muy agradecido por su tiempo y su paciencia. Él fue muy amable conmigo. Al final, ya no era solo un profesor, era mi familia”, asegura. Hace dos meses, mudó su base de trabajo al gimnasio Horizonte de Claypole, donde es entrenado por Daniel Salguero. El 23 de noviembre pasado, Bamba debutó como profesional con una victoria por nocaut en el primer asalto sobre el paraguayo Héctor Torres en el Polideportivo Vecinal de San Francisco Solano. A ese triunfo le siguieron otros seis (cuatro por la vía rápida). Los últimos cuatro fueron en el estadio de la FAB, con un respaldo de público creciente, un acompañamiento sonoro de instrumentos de percusión en cada caminata hacia el ring y un estilo de combate frontal, por momentos excesivamente temerario, pero sumamente vistoso. Video El colorido ingreso al ring de Touba Niang para su pelea con Axel Córdoba en el estadio de la FAB. “A veces hay algo de ansiedad, pero a mí me gusta ese estilo. En cada pelea trato de no dejar dudas porque cuando se define por puntos, (la victoria) puede ser para cualquiera de los dos. Por eso trato de no llegar a eso”, razona el púgil, que en su última presentación, hace un mes, despachó en solo 53 segundos al experimentado chaqueño Gonzalo Chaparro. A corto plazo, Niang se propone cerrar el año con 10 contiendas en su currículum (la del sábado será la octava) y proyecta combatir en el exterior el año próximo, aunque, en principio, su idea es construir una carrera en el país. “Obviamente, si me llega una propuesta que pueda cambiar mi vida y si sé que me van a cuidar, la aceptaría. Pero tiene que ser algo que valga realmente la pena y que no me deje dudas en ningún sentido”, sostiene. Touba Niang se entrena en el gimnasio Horizonte de Claypole. Foto: Antonio Becerra. Además, se ilusiona con apoderarse de los títulos argentino y sudamericano de la categoría wélter (los monarcas son Marcelo Rateka Sánchez y Lucas Argañaraz, respectivamente), aunque para ello tendría que adoptar la nacionalidad argentina. “Lo estoy pensando porque me encantaría, antes de ser campeón del mundo, ser campeón argentino y sudamericano. Además, Argentina es mi segundo país. Adonde me toque pelear, voy a representar a Senegal y a Argentina”, asegura.

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