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  • Avellaneda: recién ahora llega una indemnización por la muerte de siete personas en 1993

    » Clarin

    Fecha: 03/10/2025 00:39

    A pocos días de cumplirse 32 años de una tragedia que conmovió a Avellaneda, la Justicia determinó que los familiares de las siete víctimas de intoxicación con cianuro de hidrógeno cobrarán por fin una indemnización. El caso ocurrió el 27 de septiembre de 1993 y parece el argumento de una película de terror. Ese día, Manuel Guim (79) y su esposa María Ángela (80) empezaron a sentirse muy mal en su casa ubicada en 25 de Mayo 319. Llamaron a su hijo Horacio (43) para que los ayudara, y el hombre acudió inmediatamente, acompañado por su esposa Rosa Scala (43). Al llegar, ingresaron junto a un grupo de médicos que había llegado en ambulancia: eran la doctora Bibiana Otero de Turcutto, el enfermero Orlando Cáceres y el camillero Roberto Voytezko. Pero al ingresar, todos y cada uno de ellos murieron. Las siete víctimas habían inhalado, sin saberlo, gas cianhídrico que emanaba desde las alcantarillas de la casa. Alguien había vertido cianuro de hidrógeno en la cloaca y se generó un efecto letal y rápido. El ácido cianhídrico es un líquido incoloro, volátil, con un olor característico a almendras amargas. Su efecto es nocivo y muy rápido. Se filtra en forma de gas hacia la superficie, que es lo que pasó aquel día en Avellaneda. La noticia generó conmoción en 1993. La única sobreviviente fue Romina Amoedo, que encontró los cuerpos de sus padres, sus abuelos y el personal médico y llegó a advertir a los bomberos. Por más de tres décadas esperó que alguien fuese condenado por lo ocurrido, pero no obtuvo justicia desde el punto de vista penal. El juez Guillermo Roberts de Lomas de Zamora procesó por contaminación seguida de muerte al transportista Juan Ernesto García y a Juan Manuel Sánchez del depósito de camiones de donde se arrojaron los químicos. A los empresarios de la curtiembre Ernesto Pizzio y Luciano Mondolo también se les abrió una causa por contaminación. El escape se debió a una combinación de sustancias tóxicas: alguien echó ácido sulfúrico a las cloacas y, a pocas cuadras, otra persona tiró sales de cianuro. En el agua estancada se formó el ácido cianhídrico. Aunque podría haber sido la oportunidad de aplicar por primera vez la Ley 24.051 de Residuos Peligrosos de manera ejemplar, nada pasó: algunos acusados fueron sobreseídos y otros se beneficiaron con el paso del tiempo y la prescripción. Ahora, la vía civil le dio a los familiares de las víctimas cierto alivio. a Cámara Federal de La Plata confirmó las indemnizaciones que deberán pagar la Municipalidad de Avellaneda (un 30% del monto total por no controlar adecuadamente los locales habilitados); el Estado Nacional y la provincia de Buenos Aires (con un 15% cada uno por su inacción); y Aguas Argentinas con el 5% restante por no haber previsto un sistema de alerta para gases tóxicos en la red cloacal. El 50% restante corresponde a los particulares involucrados en el derrame. Para los voceros de Aguas Argentinas en ese momento, hubo un error que costó vidas: "La familia tenía conectada la red pluvial a la cloacal, y el patio donde estaba la rejilla había sido convertido en un comedor diario. Allí se concentraron los vapores." Las siete víctimas murieron al instante y los bomberos tuvieron que evacuar toda la manzana. La tragedia de Avellaneda dio paso a homenajes. Dos años después de los hechos, el Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados promulgaron la Ley 24.605 que declaraba el 27 de septiembre como "Día Nacional de la Conciencia Ambiental". Mediante esa medida se busca que todas las escuelas en sus diversos niveles difundan los derechos y los deberes constitucionales relacionados con el medio ambiente. Romina, quien descubrió aquel día los siete cuerpos, tiene el recuerdo tan fresco como si hubiese ocurrido ayer. "Había sangre en el piso del comedor. Pensé que había entrado alguien, que todavía estaba adentro y que había hecho una masacre”, relató en una charla con TN. Ella vivía con sus padres a una cuadra de la casa de los abuelos y ese día había asueto en los jardines de infantes, donde Romina hacía prácticas para convertirse en maestra.

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