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» Comercio y Justicia
Fecha: 02/10/2025 16:39
Por Claudia Sciú (*) En el marco de la Segunda Jornada Provincial de Mediación de Córdoba, el Dr. Amado Yunes compartió un valioso aporte sobre el encuentro entre neurociencias y mediación, abriendo nuevas perspectivas para comprender los conflictos y transformar las relaciones humanas desde una mirada neurocientífica. Como psicóloga y coach en neurociencias cognitivas aplicadas, esta intervención me motivó a reflexionar sobre cómo los conocimientos neurocientíficos pueden integrarse a la práctica mediadora y enriquecerla. A partir de ese cruce fértil entre ciencia, experiencia y mirada humana, comparto aquí algunas ideas. ¿Qué son las neurociencias y por qué aplicarlas a la mediación? Las neurociencias reúnen disciplinas que estudian el cerebro y el sistema nervioso, buscando entender su estructura y funcionamiento, y cómo se relacionan con la conducta, las emociones, el aprendizaje y la toma de decisiones. Uno de sus hallazgos clave es que no existe una división real entre razón y emoción, ni entre mente y cuerpo. Todo lo vivido deja huella en nuestra biología: lo que sentimos impacta en cómo pensamos y actuamos, y viceversa. Nuestras experiencias, aprendizajes y crianza moldean el cerebro, tal como afirma Ramón y Cajal con su célebre frase: “cada uno es arquitecto de su propio cerebro”. Una alianza posible: neurociencias y mediación Sabemos que la mediación no es solo una herramienta para resolver disputas, es un espacio de encuentro, comprensión y transformación de vínculos. Desde esa perspectiva, las neurociencias aportan claves esenciales para comprender cómo las personas perciben, sienten, procesan y responden en situaciones de conflicto. Para comenzar a caminar esta alianza, rescato tres aportes clave: Regulación emocional En la mediación, no se trata de alentar a reprimir las emociones, sino de permitir su expresión segura, reconocerlas y canalizarlas de forma constructiva. Emociones intensas como ira, miedo o tristeza son habituales en situaciones de conflicto. Está comprobado que la emocionalidad es contagiosa gracias a las neuronas espejo. Por ello, un mediador que gestiona sus propios estados emocionales puede convertirse en un verdadero “regulador emocional” del grupo, creando un clima propicio para el diálogo. Sesgos cognitivos y narrativas del conflicto Las partes llegan con un entramado de creencias, vivencias y contexto cultural. Cada una presenta su propia historia, que no solo relata “lo que pasó”, sino cómo lo percibió, lo sintió y lo significó. La neurociencia cognitiva aporta el concepto de mapas neuronales llamados conectomas, únicos como huellas digitales, y de sesgos cognitivos, que moldean la forma de contar y comprender los hechos. Esto conecta con el Modelo Circular-Narrativo de Sara Cobb, que entiende el conflicto como un relato que la mediación busca resignificar para abrir nuevas interpretaciones y construir sentidos compartidos. Plasticidad cerebral y apertura al cambio La plasticidad neuronal convierte a la mediación en un espacio de entrenamiento neuro-relacional, donde las personas ensayan nuevas formas de comunicarse, expresar necesidades y construir acuerdos. Así, no solo se resuelve un problema puntual; se transforman patrones de interacción, diseñando nuevas posibilidades de relación. Esta visión coincide con el Modelo Transformativo de Bush y Folger, centrado en mejorar la calidad de la interacción. Reflexión final Integrar las neurociencias a la mediación no requiere ser especialista, sino adoptar nuevos aprendizajes que permitan a los mediadores observar, escuchar y modular la intervención a partir de lo que el cuerpo, la emocionalidad y el lenguaje expresan. Las neurociencias amplían la mirada sobre el conflicto, invitándonos a concebirlo como un sistema vivo neurorrelacional, donde cuerpo, emoción y mente se entrelazan y danzan. De este modo, es posible sostener procesos más humanos y eficaces, fortaleciendo soluciones y humanizando vínculos. En definitiva, detrás de cada conflicto hay más que posiciones enfrentadas; hay historias, emociones y significados esperando ser escuchados e integrados. Y cuando eso sucede, no solo se resuelve un problema; se abre la puerta a una nueva forma de operar en conflictos, más consciente, más empática y más humana. (*) Mediadora, psicóloga sistémica, coach en Neurociencias Cognitivas Aplicadas.
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