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  • Siembra directa ya no alcanza: pasar a la ofensiva en soja

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 01/10/2025 10:54

    Para sumar kilos se propuso medir suelos, fortalecer raíces, sostener la nutrición hasta el llenado y ordenar rotaciones que mejoren estructura e infiltración, con foco en eficiencia hídrica Para que la soja vuelva a crecer en rinde, el manejo debe correrse de la inercia defensiva y asumir una estrategia ofensiva con decisiones concretas: diagnóstico de suelos antes de sembrar; mayor ingreso al lote para anticipar estreses bióticos; fortalecimiento radicular temprano para explorar más volumen; y una nutrición que acompañe hasta el final del ciclo. El cuadro de partida es nítido: rendimientos estancados, deterioro físico y químico del suelo y un rezago en prácticas clave como el tratamiento de semillas. Sin mediciones confiables, ajustar fecha, densidad y grupo de madurez es, en la práctica, navegar a ciegas. Estas definiciones se ordenaron días atrás en el Panel Agronómico “De una agricultura defensiva a una ofensiva”, realizado durante el Seminario anual de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina, en la Bolsa de Comercio de Rosario. Para que la soja vuelva a crecer en rinde, el manejo debe correrse de la inercia defensiva y asumir una estrategia ofensiva con decisiones concretas Periodo crítico: que la nutrición llegue hasta R6 El tramo decisivo de la soja está en postfloración, entre R3 y R6: allí se fijan número y peso de granos. La nutrición no puede agotarse en el arranque; debe sostener la formación y el llenado. Se sugiere ampliar la noción de “momentos críticos” y tomar decisiones dentro del ciclo —ajustes de fecha, densidad y grupos más cortos según ambiente—. Con el agua como principal limitante, entender la dinámica de absorción del cultivo es clave para potenciar la fijación. Como resumió Daniel Miralles (FAUBA): “El manejo y la genética deben evolucionar conjuntamente para mejorar rendimientos”. Brecha de fertilidad: fósforo en rojo El balance promedio de fósforo (P) es negativo en 11 kg/ha y explica buena parte de la brecha. La puerta de entrada es medir: solo uno de cada diez productores conoce la oferta real del lote antes de sembrar. El costo del muestreo y análisis resulta menor que lo que se pierde a cosecha. Con una estrategia nutricional correcta, el retorno potencial ronda los 153 USD/ha solo por cerrar la brecha desde la nutrición, según los ensayos presentados por Nahuel Reussi Calvo (UnMP). Suelo vivo: química, física y biología en secuencia La caída de fertilidad no es solo química; también hay fatiga física y biológica. La respuesta propuesta es sistémica y secuencial: rotaciones que aporten raíces y rastrojos, más cultivos de servicio para abrir poros, estabilizar agregados y favorecer la infiltración. Un suelo con mejor estructura almacena más agua útil, reduce encostramiento y anegamientos y, además, amplifica la respuesta a la fertilización. En palabras de Reussi Calvo, conviene ayudar al suelo a “construir mejores ambientes, porque tiene vida y también tiene memoria”. Respuesta a la fertilización: equilibrio y agua La fertilización balanceada —fósforo, azufre, boro y zinc— se identificó como el paquete que más impacta en la eficiencia del agua y, por lo tanto, en el cierre de la brecha. En lotes con buena infiltración, la respuesta al fósforo aplicado mejora de forma consistente. La recomendación es pensar la nutrición como un plan, no como un insumo aislado: objetivo de rinde claro, calendario y medición de resultados. Obstáculos y planificación posible Un condicionante estructural es la alta proporción de suelos en alquiler anualizado, que dificulta planificar a mediano plazo y ver la secuencia completa. Aun así, hay margen táctico: ajustar ventanas de siembra, evaluar grupos más cortos en determinados ambientes, apuntalar raíces desde el arranque y entrar más veces al lote para corregir a tiempo. En los ensayos comparados, incluso en ambientes de alto potencial, quedó evidencia de que el manejo oportuno agrega kilos. Lección regional y hoja de ruta El espejo cercano es Brasil: en los últimos 8–10 años pasó de 28 a 34,5 qq/ha, con una estrategia que separa claramente lo biológico de lo químico dentro de la fertilización y sostiene decisiones consistentes. La hoja de ruta que emerge es operativa: medir suelos, nutrir en equilibrio hasta R6, promover raíces activas, ordenar rotaciones para mejorar estructura e infiltración y monitorear con mayor frecuencia. Con esas piezas alineadas, la soja tiene margen real para recuperar rendimiento sin resignar sustentabilidad. Fuente: Acsoja

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