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» El Ciudadano
Fecha: 01/10/2025 07:34
Héctor Galiano / Zona Critica La Fiscala Alejandra del Río Ayala desestimó y pidió el archivo de las actuaciones abiertas en el marco del crimen de María Florencia Morello porque en el Poder Judicial no encontraron “un grupo crucial de muestras biológicas” que debían estar archivadas debidamente frente a la hipótesis de aparición de un nuevo o varios sospechosos. El 7 de noviembre de 2022 la Secretaría de Gobierno de la Corte le informó al MPA que las pruebas biológicas del expediente abierto en el juzgado de la Sexta Nominación en 2007 “no fueron encontradas (…) entre ellas la bombacha de la joven asesinada y el hisopado vaginal”, de acuerdo a lo que pudo reconstruir Zona Critica luego de varios meses de consultas oficiales. Morello fue encontrada brutalmente golpeada y con mínimos signos vitales el sábado 1 de octubre de 2005 en el acceso a un edificio ubicado en calle Vera, entre 4 de enero y Urquiza, a pocas cuadras de la Escuela de Comercio. La chica, murió finalmente cuatro días después productor de las lesiones graves, entre ellas la quebradura de la cadera y el estallido de uno de sus ojos, producto de los golpes. La hipótesis que manejó la justicia y los pesquisas policiales desde el minuto uno fue que la mujer fue atacada y violada en otro lugar y abandonada allí en estado agonizante alrededor de las 6 de la mañana del primer día del mes de octubre. Morello – entonces de 21 años – era oriunda de Calchaquí (departamento Vera) y había llegado a la capital santafesina a trabajar, y en lo posible, a estudiar arquitectura. Pero el empleo de moza en el bar de la terminal de ómnibus y las tareas comunitarias en un centro de recuperación de adictos le insumía gran parte del tiempo. La mañana en la que fue atacada se había levantado a las 5 para llegar a tiempo al turno del bar que comenzaba una hora más tarde. Casi siempre se iba en remís desde la casa que compartía con amigas y compañeras de trabajo en Zavalla al 2.800 en barrio Roma, pero aquélla vez lo hizo a pie, para poder “volantear” información de la asociación con la que colaboraba, relacionada a la Cienciología. “Fue extraño que ella haya salido sola de la casa para ir al trabajo caminando, siempre hacía el trayecto con alguna de las chicas que trabaja también en el bar. Pero el día anterior le cambiaron los turnos y entonces Florencia fue sola”, recuerda la madre, Blanca Cuatrín. “Floppy” había arribado a la ciudad dos años antes de encontrar la muerte. En 2003 colaboró con los grupos de estudiantes que ayudaron a los evacuados y afectados por la inundación provocada por una obra inconclusa que permitió el ingreso del rio Salado. Cada vez que podía iba a nadar a Unión, pero su máxima pasión era ayudar a los chicos adictos a las drogas que intentaban recuperarse de los consumos problemáticos en la Asociación Dianética. La causa estuvo a cargo del ex juez de instrucción Carlos Ferrero y dejó varios puntos sin explorar. Entre ellos la hipótesis de que la joven había escuchado de boca de un interno en la Asociación en la que trabajaba una versión sobre una banda de narcos que operaba en la ciudad con muchas terminales en el poder económico y policial. Y habría dicho a un grupo de personas de su entorno que ella no se iba a callar, que lo iba a denunciar. De acuerdo a la reconstrucción que pudo hacer Zona Critica, en el 2018 se remitió el expediente a las Unidad GEFAS de delitos sexuales del MPA y se intentó reimpulsar la causa con una serie de medidas hasta que la Corte informó en noviembre de 2022 que las pruebas claves se habían perdido. Las fiscales de la causa pidieron entonces al Laboratorio Forense del Organismo de Investigaciones que procesara todo el resto de la evidencia secuestrada con la que contaban, “y tampoco fue posible obtener evidencia biológica de utilidad, puesto que ninguna de la muestras arrojó material genético analizable”. La Resolución firmada por la Fiscal Alejandra del Río Ayala señala que, el tiempo transcurrido -entre el episodio criminal y el reimpulso de la pesquisa – es muy extenso y tiene como elemento primordial la inmediación con la escena. Destaca que, cualquier medida resultaba suficiente para generar «información de calidad» que permita señalar posibles sospechosos o mejores precisiones en torno a «circunstancias fácticas». “Nadie me avisó ni me notificó de esa situación, yo vivo en el mismo lugar de siempre y tengo el mismo teléfono”, destacó Cuatrin ante la consulta de Zona Critica. Requerido por este caso, un funcionario jerarquizado del actual sistema de enjuiciamiento penal informó que “en el viejo sistema penal, la evidencia se archivaba en depósitos de las viejas instalaciones de la Unida Regional Uno y no tenían el mejor resguardo, sin embargo, las pruebas servían en muchos casos, aquí el paso del tiempo ha sido determinante (…) hoy todo se centraliza en Recreo, donde están los laboratorios de PDI y el Organismo de Investigaciones” Blanca Cuatrín, madre de María Florencia, sigue reclamando por justicia para su joven hija que fue violada en forma reiterada y golpeada brutalmente hace 20 años. “Estos días son muy especiales, justo hoy me acordaba del hecho. Nunca tuve un abogado que quisiera llevar la causa, siempre fui yo a Santa Fe para entrevistarme con el juez. Hace tres años vinieron a mi casa mujeres policías, a buscar prendas de Florencia, pero yo les dije que todo eso debía buscarse en Santa Fe (…) siempre tendré dudas, por qué ese día estuvo sola, a veces pienso que fue una entregada”, se lamentó la madre. UN PASO EN FALSO El 16 de abril de 2013 el juez de la causa Morello, Sergio Carraro, ordenó detener a un ex policía en el marco de la investigación. Lo sometieron a estudios de contrate de ADN con el material obtenido del cuerpo de la chica de Calchaquí, que resultaron negativos en la compulsa. El suboficial, oriundo de Helvecia recuperó su libertad un mes después. ¿Cómo se llegó hasta él?. A finales de 2012 un hombre se presentó en el juzgado a cargo de Carraro y dijo tener información sobre un posible sospechoso del crimen de Morello. Dijo que en octubre de 2005 había estado internado en el Hospital Cullen y que en el pabellón de internación estaba, en la cama contigua, un hombre que preguntaba con insistencia sobre el caso del asesinato de Florencia. Cuando Carraro logra identificar a la persona, advierte que era un policía en estado de disponibilidad, imputado por tentativa de homicidio contra su pareja. El magistrado ordenó su detención y lo llevó al despacho para imputarle “abuso sexual con acceso carnal con resultado de muerte”. J.L – las iniciales de entonces policía – negó todos los cargos, aunque sí confirmó que, para octubre de 2005, trabajaba en la Terminal de Ómnibus, en la misma época que la chica de Calchaquí lo hacía como moza en el bar “Terminal 24”. J.L quedó bajo la lupa de la justicia sin embargo por un tiempo, para luego quedar desvinculado del caso.
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