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» Impactocorrientes
Fecha: 01/10/2025 00:11
Desalojo encubierto y amenazas: puesteros de Itatí denuncian maltrato, improvisación y abandono oficial Familias enteras que dependen de la feria para subsistir en Itatí viven días de angustia, miedo y humillación. Según relatan los propios puesteros, la Municipalidad los notificó —en plena peregrinación juvenil y sin previo diálogo— que debían abandonar la plaza céntrica por supuestos arreglos, sin ofrecer un lugar digno, sin garantías y bajo amenazas veladas. Compartir en Facebook Compartir en Twitter Muchos se enteraron recién esta semana; otros fueron advertidos por comentarios extraoficiales: si no se retiran por voluntad propia, podrían intervenir fuerzas de seguridad como Gendarmería o Policía Federal. Incluso se habló de incautar la mercadería de quienes compran productos en Paraguay. El mensaje es claro: obedecer o ser desalojados a la fuerza. El predio que les asignarían, detrás de la terminal, es inundable, insalubre y completamente inaccesible para el turismo. “Eso es un chiquero, una laguna cuando llueve. No se puede trabajar ahí”, denunciaron. No hay baños, ni energía eléctrica, ni agua, ni infraestructura mínima. A pesar de eso, se les seguiría cobrando tasas municipales. Los feriantes sostienen que no se trata de un hobby ni de una elección cómoda, sino de la única forma de llevar un plato de comida a sus casas en medio de una crisis económica que golpea a los más pobres. Trabajan bajo el sol, la lluvia y el frío; pagan impuestos, generan movimiento turístico y aportan ingresos al municipio. Sin embargo, denuncian que fueron tratados como estorbo. Lo más grave: nadie los reunió, nadie escuchó sus propuestas. Están dispuestos a mejorar los puestos, invertir en cartelería, uniformar colores y ordenar el paseo, pero jamás se llamó a una mesa de diálogo. “Quieren mandar, no conversar. Se olvidan de que están donde están porque el pueblo confió en ellos”, expresaron con indignación. La gran incógnita sigue sin respuesta: ¿de qué van a vivir estas familias durante los meses que podrían durar las obras en la plaza? ¿Quién se hará cargo del traslado, del sustento, de la seguridad y del acceso de los turistas? ¿Quién piensa en los niños, en los adultos mayores, en los que dependen de cada venta diaria para comer? Itatí, uno de los destinos religiosos más visitados del país, exhibe así una postal que el poder local intenta barrer debajo de la alfombra: trabajadores pobres, amenazados, silenciados y empujados a zonas invisibles. El silencio oficial contrasta con la desesperación creciente de quienes viven “del día” y temen represalias si alzan la voz. Mientras tanto, la pregunta que retumba entre los puesteros resume toda la indignación: ¿cómo puede ser que paguen impuestos todos los meses y aún así los manden a trabajar al barro, sin luz, sin baños y lejos de la gente?
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