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  • USA detectó la “maniobra” turca y suspendió la exportación de motores para sus aviones furtivos, que compiten directamente con el F-35

    » Nova Entre Rios

    Fecha: 30/09/2025 13:49

    ¿Qué pensaba el dictador turco cuando intentó apuñalar a Trump por la espalda y dañar la niña de sus ojos: la industria militar estadounidense? Turquía intenta desarrollar un avión de combate furtivo de fabricación propia, basándose en componentes críticos estadounidenses, como el motor de la aeronave. Trump no dejó pasar la jugada turca: comprar un motor estadounidense pero construir localmente un avión turco que compita directamente con la joya de la corona estadounidense, el F-35, cuyo costo supera los 100 millones de dólares. Si la maniobra turca hubiera tenido éxito, habría permitido a países pobres equiparse con un caza de quinta generación furtivo a precio de ganga, mientras los turcos se embolsaban una ganancia considerable. Los esfuerzos de Turquía por dotar a su caza de quinta generación, el KAAN, con los motores necesarios se toparon con un obstáculo importante después de que el Congreso de EE. UU. decidiera prohibir la exportación de esos componentes críticos. La decisión llega en un contexto de tensiones persistentes entre Washington y Ankara por la compra del sistema ruso de misiles S-400 por parte de Turquía, además del apoyo estadounidense a las fuerzas kurdas en Siria. El ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, confirmó que el Congreso de EE. UU. bloqueó la exportación de los motores F110 destinados al programa del caza furtivo KAAN. Se trata de una decisión sin precedentes que refleja la profunda fractura dentro de la OTAN y la creciente desconfianza entre Estados Unidos y Turquía desde el acuerdo de Ankara con Moscú para adquirir el sistema S-400. La prohibición amenaza con frenar el programa KAAN en una fase crítica, perjudicar la ambición turca de unirse al reducido club de países capaces de fabricar cazas de quinta generación y complicar sus aspiraciones tanto de uso nacional como de exportación. Sin embargo, las implicaciones van más allá de lo técnico: tienen un peso estratégico, ya que afectan el equilibrio de poder en el Mediterráneo oriental, en Oriente Medio y en el sur de Asia, regiones donde Ankara busca ampliar su influencia a través de exportaciones de defensa y el desarrollo de su industria militar nacional. El caza KAAN, ambicioso proyecto nacional de defensa aérea de Turquía, está diseñado para sustituir aeronaves antiguas y reforzar las capacidades defensivas del país. Sin embargo, el programa se enfrenta a dificultades debido a las restricciones en el acceso a tecnología sensible estadounidense, en particular a los motores. Washington se muestra reacia a suministrar estas tecnologías a Ankara por temor a que el sistema ruso S-400 comprometa las capacidades furtivas del caza estadounidense F-35, del que Turquía fue socio antes de ser expulsada del programa. La reciente decisión del Congreso complica aún más las relaciones entre ambos aliados de la OTAN. En el pasado, Ankara había propuesto establecer un mecanismo técnico-militar para supervisar el uso del sistema S-400 dentro de un marco limitado, pero se topó con un rechazo absoluto por parte de Estados Unidos. Washington insiste en que Turquía debe abandonar por completo el sistema ruso como condición para cualquier acuerdo. Las discrepancias no se limitan a la cuestión de los aviones; el apoyo de Estados Unidos a las fuerzas kurdas, que Ankara considera una amenaza terrorista, es una fuente constante de tensión. La negativa de Turquía a sumarse a las sanciones internacionales contra Rusia y su posición continuada como importador clave de petróleo ruso añadieron más complicaciones a las relaciones bilaterales. Sin embargo, Ankara aún conserva una ventaja en su relación con Washington. Su ubicación geográfica estratégica en las fronteras de zonas de conflicto en Medio Oriente, y su papel histórico como barrera frente a la influencia rusa durante la Guerra Fría, le otorgan un peso político y militar significativo. Su mediación en el acuerdo de granos del mar Negro, que permitió un paso seguro para las exportaciones de grano ucraniano, destacó su importancia en asuntos europeos e internacionales. Estas tensiones crecientes, junto con la prohibición de exportar motores, se espera que tengan profundas consecuencias sobre la industria de defensa de Turquía y sobre el equilibrio geopolítico en la región. Mientras Ankara busca soluciones a este dilema, el futuro de sus capacidades defensivas y su papel en la OTAN seguirán siendo objeto de escrutinio e interés regional e internacional. Nuevas evaluaciones de inteligencia de institutos de investigación europeos advierten que cualquier retraso significativo en la entrada en servicio de los cazas Ka-35 dará a Grecia e Israel una ventaja generacional gracias a su creciente flota de aviones de combate F-35. Por otro lado, fuentes de la industria de defensa turca revelan que TRMotor ha acelerado el trabajo en el programa nacional de motores mediante apoyo financiero de emergencia, pero la mayoría de los analistas coincide en que el proyecto necesitará al menos siete años para alcanzar su madurez.

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