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» El Ciudadano
Fecha: 29/09/2025 21:20
Miguel Passarini Un momento siniestro de la historia argentina reciente es evocado en escena donde el poder del fenómeno vivo pone al espectador en jaque y, como suele pasar con el teatro cuando es verdadero, la convención se rompe y la realidad irrumpe, dejando en claro que la mentira está en otros lugares, no en el teatro. Desde Buenos Aires llega por primera vez a Rosario Nogoyá, una pieza teatral con dramaturgia y dirección de Sebastián Moreno al frente de Teatro Carnero que, con algo de inquietante impronta performática, narra la Masacre en el Pabellón Séptimo, otro de los capítulos oscuros de la última dictadura cívico-militar en la Argentina que se cobró la vida de, al menos, 65 “presos comunes” de la Cárcel de Devoto, el 14 de marzo de 1978. Se trata de un crimen de lesa humanidad, sistemáticamente ocultado durante décadas que, como reza el lema de los familiares de las víctimas, “mientras no haya justicia, el fuego seguirá quemando”. Basada en el libro de Claudia Cesaroni Masacre en el Pabellón Séptimo (2013), que en el marco de las tres funciones que la obra ofrecerá en la ciudad (9, 11 y 12 de octubre en distintos escenarios) tendrá también su presentación con un conversatorio (el viernes 10), esta obra teatral, que se inspiró además en la icónica canción del Indio Solari “Pabellón Séptimo (Relato de Horacio)”, surge como un grito de memoria, verdad y un reclamo de justicia que, como un eco, llega desde los tiempos del fatídico Mundial 78 hasta el presente. Poética y política “La puesta en escena de Nogoyá es una inmersión total en el horror de aquella jornada. Desde el primer momento, el espectador es transportado al ambiente asfixiante del Pabellón Séptimo, escenario de la represión más brutal en la historia carcelaria argentina. Las actuaciones constituyen una canalización visceral del tormento de aquellos silenciados por las balas y el fuego, ofreciendo una representación vívida y descarnada de la lucha por la supervivencia en el infierno carcelario”, adelanta su autor y director, Sebastián Moreno acerca de un material en el que actúan Alicia Aguilar, Carlos Ariel Amadeo, Miguel Cervera, Carlos González, Ernesto Guridi, Lautaro Liverani, Julián Szmulewicz y Celeste Tepedino, con el diseño sonoro y las luces de Agustín Bandi, diseño de afiche de Joaquín Valdés, operación técnica de Gonzalo Szmulewicz, diseño de escenografía de Rodolfo Machado, también colaborador de la puesta junto con Ramiro Biscarra, María Andrea Camarillo Galicia, Fabián Bertonazzi, Carina Romero, Claudia Cesaroni, Lucas Amaya y Damián Valdés, con la prensa y comunicación en Rosario de Pamela Di Lorenzo, asistencia de producción de Malena Wilfrido y producción general de Teatro Carnero. Respirar la cárcel “Nuestro teatro está a una cuadra y media de la cárcel de Devoto; yo llegué a este espacio hace trece años. Lo primero que me surgió, incluso antes de empezar a reciclar la casa para convertirla en un teatro, fue la sensación de que tenía que hacer algo con la cárcel, era como una necesidad, casi una obligación. Decía: «No puedo estar tan cerca de un espacio donde hay casi dos mil personas encerradas y no hacer nada con eso»; pensé en dar algún taller, entablar algún tipo de vínculo, finalmente fue una obra”, contó Sebastián Moreno. Y sumó: “Casi al mismo momento conocía la historia por la canción del Indio Solari, pero hasta que no llegué a Devoto no la relacionaba tanto con lo que había pasado allí en el 78. Y el propio Indio Solari recomienda en uno de sus conciertos el libro de Claudia Cesaroni. De inmediato me compré el libro y es un texto tremendo, de una crudeza atroz, que cuenta una historia poco conocida de la última dictadura. Mi lenguaje es el teatro, la obra era algo inevitable; el libro incluye además los testimonios de los sobrevivientes. Luego la investigación de Claudia se volvió a abrir, ya con la causa caratulada como una masacre y no como un motín. Y ahí también aparecen otros testimonios que me ofrecían un material que se volvía muy teatral, porque la historia empieza con estos presos mirando una película en lo que sería el espacio del comedor del pabellón. Allí se da una discusión y eso, a las horas, se transforma en la peor masacre carcelaria de la historia argentina. Y hay algo en esa película que es premonitorio: estaban viendo El cañonero del Yangtzé que también cuenta la historia de un incendio; todo lo demás fue un proceso de trabajo muy largo y colectivo. Siempre sentí una responsabilidad muy grande a la hora de representar a las víctimas, a sus familiares a lo que pasó en aquél momento”. El gran desafío “El proceso fue largo y el desafío enorme: queríamos contar esta historia con mucha responsabilidad y respeto pero también con un sentido estético porque yo hago teatro. Arrancamos entre 2013 y 2014, fueron varios años de ensayos pero no terminábamos de cerrar el proceso, después llegó la pandemia. Retomamos unos años más tarde y fue casi mágico, porque cuando anunciamos el estreno de la obra, que fue en abril del 2024, esa misma semana, la Justicia anunció el inicio del juicio que se concretó el 9 de octubre del año pasado. Esa coincidencia también fue muy movilizante; si bien desde un inicio la idea era hacer una obra de teatro sobre esa historia, obviamente con el permiso de Claudia, cuando sucede esto de que el juicio comienza en el mismo momento, porque es una causa de muchos años que incluso se declaró delito de lesa humanidad en 2012, obviamente se redimensiona, adquiere otra relevancia. Con la obra empezamos a acompañar las instancias del juicio y hasta se dio otra relación con los familiares de las víctimas y los sobrevivientes en esa búsqueda de justicia de tantos años”, destacó el realizador escénico acerca de la propuesta que generó gran repercusión y una larga saga de funciones siempre a sala llena. Como en todo proceso de hallazgo de un material real que deriva en una experiencia escénica como en este caso, la idea de contar una historia más allá de la historia en sí misma, fue el otro gran desafío de Nogoyá, obra que toma su nombre de una de las calles de la cárcel de Devoto y que, dada su impronta, adquiere una singular resonancia en el presente socio-político que atraviesa el país. “La idea siempre fue contar lo que sucedió aquél 14 de marzo del 78 en el Pabellón Séptimo. Pero sin duda hay algo del presente que aparecía, una historia que se repetía, porque sigue sucediendo. Parece que siempre pasó lo mismo, ha habido otras masacres en cárceles y el día a día del sistema carcelario, de las personas que están privadas de su libertad, es como una masacre por goteo: las torturas, las vejaciones, las humillaciones que viven las y los presos son permanentes. Sentimos que debíamos también hablar de los presos del presente, de la situación que se vive en las cárceles, y ahí apareció algo que también fue muy chocante: las personas, en su mayoría mujeres, que visitan a los detenidos y lo que viven afuera. Entonces la obra, si bien cuenta lo más explícito y contundente de lo que sucedió en la masacre, también habla de esas mujeres que sufrieron la desidia de no recibir información, de luchar, de estar buscando a sus hijos y después reclamando justicia, y también las historias de las presas políticas detenidas en aquél momento en Devoto, frente a esos otros a los que llamaban «presos comunes», algo que está muy marcado en la obra donde se fueron abriendo todos esos puntos para trabajar”, destacó el artista que vinculó esos momentos de la obra con La mujer de la fila, reciente película de Benjamín Ávila protagonizada por Natalia Oreiro. Soltar y compartir “Nosotros hicimos un preestreno de la obra en diciembre del 2023; había una necesidad de poder mostrar lo que estábamos haciendo, pero además de ponerlo en juego y al mismo tiempo de empezar a soltarlo, para que ese peso de la responsabilidad que implicaba construir el espectáculo fuera compartido con los espectadores y sobre todo con esas personas que sentíamos que queríamos que la vean y desde sus devoluciones, repensar quizás algunas cosas. Y en ese preestreno yo estaba muy angustiado, porque para mí a la obra todavía le faltaba un montón, sentía que no representaba lo que quería contar, que la puesta en escena no era esa. Y a ese preestreno vino Claudia y vinieron algunos familiares; Claudia es una mujer muy fuerte, que lleva adelante una lucha de muchísimos años con una trayectoria muy grande. Se nota esa fortaleza que ella fue construyendo y ese día en el preestreno la vi llorar viendo la obra. Si bien teníamos un esqueleto aún bastante desnudo, sentí que la obra estaba bien, que iba por buen camino, más allá de que terminó siendo otra cosa, con su escenografía, vestuario, objetos, la puesta», planteó el artista. «Y después el estreno real fue maravilloso, fue un momento de comunión con todos los familiares y los sobrevivientes; es una hora casi exacta más allá de la hora previa a cada función a la que llamamos preludio y donde suceden muchas cuestiones escénicas, además de una instalación donde mostramos objetos, fotos y videos de la masacre real, a partir de un material que recopilamos junto con una bandera que recorrió las marchas y el juicio y que hoy acompaña cada función y que vuelve cada vez que hay audiencias”, rememoró el director y gestor cultural quien evocó conmovido las anécdotas y momentos ante la visión de la obra de Hugo Cardoso, uno de los sobrevivientes que fue quien permitió que la causa se reabra, “porque él se presentó como como víctima ante el juez”, y de la hija de Dante Sosa, quien falleció en la masacre. “Hugo, cuando la vio, dijo que volvió a vivir lo que pasó allí, pero no lo decía con el dolor y la tristeza, por decirlo de algún modo, sino que volvió a sentir lo que lo que vivió, pero desde otro lugar, sublimando o transformando esa vivencia muy dolorosa y traumática que fue estar en el infierno mismo. Cuando terminó la función se paró, nos abrazó a todos, a todos los actores y a mí, fue algo muy conmovedor. Y esas devoluciones hicieron crecer mucho la obra. Eso también pasó con una de las familiares, la hija de Dante Sosa, uno de los detenidos que falleció en la masacre, a la que encontramos en los alegatos porque el juicio está en su etapa final. Ella está estudiando en la Universidad de las Madres y nos contó que estaba haciendo un trabajo de investigación basado en la obra, haciendo un cruce con (Walter) Benjamin y cómo nosotros recuperamos esta historia que estaba en el olvido y la llevamos a otro lugar, a través del arte, a través del teatro, y cómo la historia se modifica o cambia a partir de eso”, destacó el director que vivió muchos años en Rosario y que gran parte de su formación en las escénicas comenzó en el espacio de El Rayo Misterioso donde se estrena la obra en la ciudad. “El Rayo es un lugar donde encontré un sentido ético y estético para entender el teatro y de cómo encarar los intereses personales, pensando en lo político y en lo social, al momento de dar forma a un material escénico sin que eso se transforme en algo panfletario o que confunda al espectador”, dijo el artista finalmente. Para agendar Nogoyá, obra de teatro declarada de Interés Cultural por la Cámara de Diputados de la Nación y de Interés para la Promoción de los Derechos Humanos por la Legislatura de CABA, ofrecerá en Rosario tres únicas funciones. El jueves 9 de octubre se presentará en El Rayo (Salta 2991, desde las 20, preludio + instalación audiovisual y función a las 21). Anticipadas al 341-5842730. El sábado 11 ofrecerá otra función en El Refugio (Urquiza 2646, 20 preludio + instalación audiovisual y función a las 21). Anticipadas al 341-5839307. Y el domingo 12 ofrecerá una tercera y última función en el Complejo Cultural Atlas (Mitre 645, 19 preludio + instalación audiovisual y función a las 20). Anticipadas al 341- 275-9725. Entradas a la venta también en www.teatrocarnero.com. Por su parte, la presentación del libro Masacre en el pabellón séptimo de Editorial Tren en Movimiento (2013), que cuenta con el auspicio del Sindicato de Prensa de Rosario (SPR) tendrá lugar, con entrada libre y gratuita, el viernes 10, a las 18, en el Atlas (Mitre 645), con el conversatorio Cárceles en debate, del que participarán la autora del libro, Claudia Cesaroni (abogada, Mágister en Criminología, querellante en el juicio Masacre en el Pabellón Séptimo), Matilde Bruera (abogada, especializada en DD.HH, docente de derecho penal en la UNR, presidenta de Justicia Legítima), Carlos Del Frade (periodista y escritor, Diputado provincial por Santa Fe por el FSP), María Chiponi (docente, investigadora, a cargo de la dirección socioeducativa en contextos de encierro del área de Derechos Humanos de la UNR, militante de DD.HH), Santiago Bereciartua (abogado, docente de la facultad de derecho de la UNR en las cátedras de Criminología y de Políticas democráticas de seguridad ciudadana), Celeste Bolmaro (presidenta de la ONG Mujeres Tras Las Rejas).
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