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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/09/2025 12:59
Moria Casán aplaudida en la obra de Sofía Gala El ambiente en los camarines del Multiteatro Tabarís era, hasta ese momento, el esperado para una noche más de Viuda e hijas. Pero la rutina, o lo que se suponía rutina, se quebró. De pronto, Moria Casán irrumpió entre bastidores para abrazar a cada uno de los artistas que participan de la obra. Nadie vio venir ese gesto. Nadie imaginó que el clima nocturno cambiaría de esa manera tan fulminante. Deslizó su figura entre los largos pasillos, cruzando miradas con María Fernanda Callejón, Nora Cárpena, María Valenzuela, Gonzalo Urtizberea y Sofía Gala, su hija y testigo privilegiada de ese momento. “Sé que están en descanso, perdónenme todos”, murmuró la diva, una suerte de disculpa a medias que suspendió cualquier otra urgencia. ¿Quién se atrevería a decirle que no, a negarse a ese ritual verdadero? El silencio dio paso a una confesión desbordada. La primera fue Callejón, cuya cara podía capturar el desconcierto, la admiración y las palabras presas. “Mo, te quiero”, alcanzó a pronunciar, su voz envuelta en asombro y afecto, y el abrazo que siguió se volvió casi una revelación para todos. Las palabras de Moria Casán antes de ver a Sofía Gala Para muchos, ese gesto es algo más profundo que la mera camaradería: una complicidad que solo el escenario y las noches de función pueden forjar. En otro rincón, alejada del bullicio inmediato, pero atenta a las cámaras, Moria Casán ofreció su propio testimonio. “Bueno, después del éxito en Cuestión de género—la obra de la que ella es parte—me vine hasta el Multiteatro Tabarís... ¿A qué? A ver Viuda e hijas, donde está mi hija, Sofía Gala Castiglione”. Las palabras de la diva, capturadas en video, ampliaron el trasfondo de esa noche inesperada. ¿Por qué resultaba tan especial esa visita al teatro? “Además, nunca había podido venir a ver a So; siempre la voy a ver, pero en esta oportunidad no coincidíamos en horarios ni en ensayos generales. Estoy para disfrutar con mi Sofía y el grupo de mujeres sensacionales, que lo dan todo en escena”, concluyó. Esa confesión —sincera, casi al borde de una deuda emocional saldada— resonó con quienes conocen las dificultades de conciliar agendas, de sostener los vínculos en medio de los éxitos y las rutinas vertiginosas. Moria Casán fue a ver su hija, Sofía Gala, al teatro ¿Por qué abrazar así, por qué irrumpir minutos antes de la función? Quizás porque el teatro no tolera indiferencias ni hace pactos eternos con la rutina. Y allí, uno a uno, los actores de la obra en cartel buscaron ese contacto, esa energía irrepetible antes de subir al escenario bajo una propuesta, esta vez, marcada por el gesto inesperado. La función avanzó, despojada ya de toda previsibilidad. Nadie contaba con contratiempos; la emoción se filtró por todos los rincones. Y entonces, el saludo general sobre las tablas guardó un instante especial. Nora Cárpena tomó el micrófono y, ante la sala repleta, soltó palabras que habrían de encender la noche: “Nosotras queremos dedicar especialmente la función de hoy a una querida compañera, la mamá de Sofía Gala”. El encuentro en camarines entre Moria y los actores de la obra El público entendió de inmediato. Los aplausos estallaron, más fuertes que nunca, envolvieron a la diva que se puso de pie, plena y absorbida por esa corriente de gratitud. ¿Alguna vez el teatro tuvo sentido sin la comunión del amor y la admiración? “Aguante el teatro!”, proclamaron al unísono, mientras la ovación continuó tejiendo un cierre distinto, imborrable. La nostalgia viajó a los 34 años compartidos en Brujas, la obra con la que hicieron historia y de la que se despidieron este año. Así las cosas, la presencia de Moria en la sala, esa noche, fue mucho más que una visita de cortesía ante una nueva propuesta. Se convirtió en la celebración de un reencuentro largamente postergado, en la reivindicación de los lazos familiares y artísticos que solo el teatro puede iluminar con esa intensidad, y de la que el público termina siendo parte. .
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