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La Paz » Politica con vos
Fecha: 29/09/2025 12:18
Aníbal Rucci marca un paralelismo entre el golpe del 55 y el gobierno de Javier Milei, tanto en lo politico como en lo economico. «Aunque llegó por las urnas, gobierna con las mismas recetas económicas y represivas que aquel régimen que derrocó a Perón», remarca. De la Fusiladora al Ajuste: la misma receta contra el Pueblo Compañeros y compañeras, la historia argentina tiene páginas marcadas por la sangre, la persecución y la entrega. Una de ellas fue la dictadura cívico-militar de 1955, la llamada “Revolución Libertadora”, que de libertadora no tuvo nada: fue fusiladora, antipopular y antiperonista. La otra la estamos viviendo hoy, con el gobierno de Javier Milei, que aunque llegó por las urnas, gobierna con las mismas recetas económicas y represivas que aquel régimen que derrocó a Perón. La similitud no es casual. Ayer y hoy, los enemigos de la Patria Grande, los que representan los intereses de la oligarquía local y del imperialismo extranjero, no dudan en usar el aparato del Estado para disciplinar al pueblo trabajador y garantizar la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. La represión como política de Estado En 1955, la primera medida del gobierno militar fue proscribir al peronismo, encarcelar a dirigentes sindicales, intervenir los sindicatos y prohibir la sola mención del nombre de Perón y de Evita. El peronista que levantaba la voz, era perseguido, torturado o fusilado. Bombardearon Plaza de Mayo en junio, con cientos de muertos inocentes, y luego llenaron las cárceles de trabajadores y militantes. El pueblo fue sometido a un verdadero terrorismo de Estado que buscaba quebrar su organización y borrar su identidad. Hoy, con otros métodos pero la misma lógica, el gobierno de Milei repite ese camino. No necesita tanques en la calle, porque tiene un aparato represivo modernizado, con Patricia Bullrich como ministra de Seguridad, desplegando protocolos para criminalizar la protesta social. En 1955 fusilaban a los militantes; en 2024, los cercan, los apalean y los persiguen judicialmente. La proscripción ya no es formal, sino mediática y judicial: buscan silenciar al peronismo demonizándolo en los grandes medios y persiguiendo a sus dirigentes con causas armadas. El hilo conductor es claro: cuando el pueblo protesta, cuando la organización popular se hace escuchar, la respuesta es represión. La economía de entrega En lo económico, las coincidencias son aún más evidentes. La Fusiladora vino a desarmar la justicia social construida por el peronismo entre 1946 y 1955. Volvieron al país del coloniaje, abrieron la economía al capital extranjero, firmaron acuerdos con el FMI y destruyeron la industria nacional. El salario real cayó, el desempleo creció, y el trabajador perdió derechos que había conquistado con lucha. Fue el retorno a la Argentina semicolonial, agroexportadora, al servicio de unos pocos terratenientes y banqueros. Milei, con su prédica de “libertad”, hace exactamente lo mismo. Ajusta brutalmente sobre los jubilados, congela salarios, libera los precios y entrega los recursos naturales a las corporaciones internacionales. Desmantela el Estado, destruye la educación y la salud públicas, y nos ata de pies y manos al FMI, repitiendo el mismo libreto que se ensayó en 1955 y se profundizó en la dictadura del ’76. Detrás del discurso de la motosierra está la misma vieja receta: transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los grandes grupos económicos. La historia demuestra que este camino solo conduce al hambre, la desocupación y la dependencia. Ayer lo impusieron con bayonetas y fusiles; hoy lo hacen con decretos, con blindaje mediático y con represión policial. Pero el objetivo no cambia: destruir al peronismo como herramienta política de los humildes y garantizar el saqueo del país. El enemigo es el mismo Algunos pretenden hacernos creer que Milei es una novedad política, que representa algo “nuevo”. Pero, compañeros, no nos confundamos: detrás de él están los mismos de siempre. Ayer eran Aramburu y Rojas; hoy son Caputo, Bullrich y las corporaciones financieras. Son los voceros de la embajada, los mismos intereses antinacionales que en 1955 se disfrazaban de “libertadores” y hoy de “liberales”. El paralelismo es innegable: persecución política, criminalización de la protesta, desguace de la industria nacional, entrega de los recursos y hambre para el pueblo. Ayer lo hicieron con uniforme; hoy lo hacen con corbata y con un presidente que se pasea por el mundo mendigando aplausos de los poderosos. La respuesta del Pueblo Pero también la historia nos enseña otra cosa: cada vez que el pueblo argentino fue golpeado, supo organizarse y resistir. El peronismo sobrevivió a la proscripción más larga de la historia, y volvió al poder con Perón en el ’73, gracias a la lealtad y la lucha de millones. Hoy, la militancia tiene la misma tarea: enfrentar el ajuste, la entrega y la represión con organización, con unidad y con coraje. No nos van a disciplinar ni con balas ni con protocolos. Como en 1955, como en cada etapa de nuestra historia, la fuerza del pueblo peronista se va a imponer. Porque podrán encarcelar dirigentes, podrán prohibir banderas, podrán llenar las calles de gendarmes, pero nunca van a poder matar la esperanza de un pueblo que quiere justicia social, independencia económica y soberanía política. Conclusión El gobierno militar de 1955 y el actual gobierno de Milei son dos caras de la misma moneda: la de la oligarquía entreguista y represora. Ambos representan la negación del peronismo y de los derechos del pueblo trabajador. Ambos se apoyan en la represión para sostener un modelo económico que beneficia a una minoría y castiga a las mayorías. Compañeros, el desafío que tenemos es el mismo que tuvieron nuestros padres y abuelos en 1955: resistir, organizarnos y construir la alternativa nacional y popular que vuelva a poner a la Argentina de pie. Porque como decía el General, “mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar”. La Patria no se vende. El pueblo no se rinde. Y el peronismo siempre vuelve, porque es el corazón mismo de la Argentina.
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