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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/09/2025 05:05
“Todos los judíos de la ciudad de Kiev y sus alrededores deben presentarse el lunes 29 de septiembre de 1941 a las 8 AM en la esquina de las calles Melnikova y Dokterivskaya", instaba el comunicado (The Grosby Group) Fue la primera gran masacre de europeos judíos que llevó adelante el nazismo, cuando todavía la eliminación de los judíos del continente no estaba decidida de manera formal por la cúpula de Adolf Hitler. La eliminación física de los judíos de Europa, calculada en once millones de personas, y la expansión del territorio alemán hacia el Este a costa de Polonia primero y de la Unión Soviética después, había sido anticipada por Hitler en su compendio político que bautizó Mi Lucha, escrito en 1925 y que Europa no vio, no leyó, o no quiso ver ni leer. En sólo dos días entre el lunes 29 y el martes 30 de septiembre de 1941, treinta y tres mil setecientos setenta y un judíos ucranianos fueron asesinados en Kiev, siempre la sufrida Kiev, por las tropas de las SS alemanas, por los Einsatzgruppen, grupos de operaciones, escuadrones itinerantes, móviles, integrados por SS, por la policía secreta del Reich y por voluntarios locales, encargados de llegar a los territorios ocupados y liquidar a toda la población judía. La cifra es estremecedora y un simple cálculo dice que, a lo largo de dos días, sin parar un solo minuto, de día y de noche, fueron asesinadas más de setecientas personas por hora. La matanza tuvo como escenario un barranco profundo de unos ciento cincuenta metros de largo, treinta de ancho y unos quince metros de profundidad, conocido como Baby Yar, que tiene una traducción infantil y evocadora: “El barranco de la abuela”, ubicado en lo que entonces eran las afueras de la capital ucraniana y que a lo largo de la ocupación alemana fue también escenario de otros masivos fusilamientos. La de Babi Yar es la primera gran matanza documentada de puño y letra por quien tomó la decisión, el general Kurt Eberhard, secundado por el comandante de la policía del Grupo Sur del ejército nazi, Friedrich Jeckeln y el comandante Otto Rasch, jede de los Einsatzgruppen C. Cumplían órdenes, no específicas, de Hitler. Cuando la guerra se dio vuelta, en enero de 1943 después de la batalla de Stalingrado y de la rendición del poderoso Sexto Ejército alemán a cargo de Friedrich von Paulus, los alemanes intentaron borrar el horror de Babi Yar (The Grosby Group) Apenas un mes después de invadir la Unión Soviética con la “Operación Barbarroja”, en junio de 1941, una traición al pacto ruso alemán firmado en 1939, Hitler dijo a sus altos mandos que Ucrania debía ser “administrada” por las SS. Era el primer esbozo de la ambición del Führer de instalar un gobierno alemán en la URSS. La invasión dejó sorprendido y paralizado al dictador soviético José Stalin, que tardó incluso un par de días en encarar la defensa y en dar la mala nueva a su nación. La resistencia del Ejército Rojo, empeñado en detener el avance alemán fue inútil. El 17 de septiembre de 1941 el general Mijail Kirponov recibió la orden de retirada de Ucrania y, en especial, de su capital, Kiev. No se rindió, escapó con sus tropas, o con lo que quedaba de ellas: Kiev no recibía abastecimientos, con las rutas en poder de los nazis; decenas de miles de soldados rusos habían muerto en las batallas por la conquista de la ciudad y más de medio millón de tropas eran prisioneras de los alemanes. Antes de dejar Kiev, Kirponov minó la ciudad, pobló de bombas con detonación retardada los principales edificios públicos, en especial en la céntrica calle Khreshchatyk, en lo que sería una de las primeras manifestaciones de la orden de Stalin de dejarle al enemigo “tierra arrasada”. Como fuere, el general Karl Rudolf Gerd von Rundestedt, el jefe del Ejército Sur, había cumplido la orden de Hitler un par de días antes de que empezara el otoño. Ucrania en manos nazis favorecía los planes del Führer, que pensaba tomar Moscú antes de la llegada del invierno. El ejército alemán tenía entonces un primer enemigo inesperado: el gran cronista ruso de la guerra, Vasili Grossman, reproduce en una de sus fantásticos escritos la carta de un oficial alemán que dice a su familia: “Me sorprende la vastedad de Rusia…” Y el tipo no había visto nada todavía. La ocupación alemana de Kiev fue recibida en parte con alivio por parte de la población, los ucranianos tampoco habían visto nada todavía, pero los nazis fueron tomados, aunque por un lapso breve, como una especie de liberadores del yugo comunista: Stalin había desatado una hambruna brutal en Ucrania a inicio de los años 30, cuando sus agricultores se negaron a colectivizar sus cosechas. Los nazis se agenciaron enseguida de lituanos, letones y ucranianos para incorporarlos a sus Einsatzgruppen; los vistieron con uniformes y brazaletes especiales, diferentes a los uniformes nazis, pero que de todas formas los identificaba como parte de la maquinaria homicida del Reich. En dos días, los nazis mataron a más de 33 mil judíos. El resto fue asesinado al intentar huir o durante la toma de la ciudad de Kiev. El general Eberhard, comandante de las SS, estuvo a cargo de la operación (The Grosby Group) Hasta la invasión alemana habían vivido en Kiev cerca de ciento cincuenta mil judíos, el veinte por ciento de los habitantes de la capital. La mayor parte de esa población judía había huido de Kiev cuando la entrada de los nazis en la URSS y otra gran parte, hombres y mujeres jóvenes, se había alistado en el Ejército Rojo. Cuando los alemanes cercaron Kiev, el 16 de septiembre, unos sesenta mil judíos no habían podido, o no habían querido, dejar la ciudad: en su mayoría ancianos, mujeres y chicos. Los nazis ocuparon la ciudad el 26 de septiembre y al día siguiente empezó el terror. El general Eberhard y el comandante de la policía militar, general Jecklen, llegaron al hospital psiquiátrico de Babi Yar, que atendía a setecientos cincuenta y dos pacientes, y ordenaron fusilarlos a todos. Luego, los nazis colocaron un cartel en las instalaciones que decía: “Basura humana" (Menschlicher Müll). Para entonces, los nazis estaban golpeados porque habían estallado en la ciudad las minas y las bombas de acción retardada dejada por los soviéticos en su retirada: novecientos cuarenta edificios residenciales y administrativos quedaron destruidos, entre ellos el Hotel Continental del que los nazis se habían apropiado para que funcionara allí el cuartel general de las fuerzas de ocupación: allí murieron decenas de jefes y soldados alemanes. Era evidente que los estallidos habían sido obra de las tropas soviéticas y de la NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la URSS, antecesor de la KGB. Pero los nazis, en especial el general Eberhard que obraba como gobernador militar de Ucrania, decidió exterminar a la población judía de la ciudad. El 28 de septiembre un comunicado escrito en ruso, ucraniano y alemán ordenó a todos los judíos de Kiev a reunirse para un supuesto “reasentamiento”. El bando especificaba: “Todos los judíos de la ciudad de Kiev y sus alrededores deben presentarse el lunes 29 de septiembre de 1941 a las 8 AM en la esquina de las calles Melnikova y Dokterivskaya. Deben llevar consigo documentos, dineros, así como ropa de abrigo, ropa de cama, etcétera. Aquel judío que no cumpla esta orden y sea encontrado en otro lugar, será ejecutado. Cualquier agente de la ley que penetre en los apartamentos dejados por los judíos y confisque las cosas, será ejecutado”. Baby Yar iba a convertirse en una gran tumba masiva. Los que llegaban hasta allí con vida eran despojados de sus ropas, de sus pertenencias y de su dinero (Holocaust Encyclopedia) Obedecieron la orden unas treinta mil personas convencidas de que iban a ser deportadas en tren. Ni siquiera sospecharon otra cosa, dado que el cruce de calles al que fueron convocados era vecino al cementerio local. En cambio fueron a parar todos a manos del Standartenführer, coronel, Paul Blobel, jefe de los comandos especiales de las SS, (los sonderkommandos), que era también el jefe del Einsatzgruppen C. En total eran tres mil nazis que formaban los cuatro grupos de operaciones especiales: dos tuvieron a cargo trasladar a los judíos convocados cerca del cementerio hacia el barranco de Babi Yar; los otros dos se encargaron de asesinarlos a tiros de fusil, ametralladora o pistola. A medida que llegaban al barranco, aquellos desdichados eran obligados a desnudarse, a dejar sus ropas, pertenencias, relojes y dinero y caminar hacia el borde del barranco, que iba a convertirse en una gran tumba masiva. Desnudos y en el borde de la gran hondonada, eran baleados, sus cuerpos caían en el fondo de la depresión, mientras llegaba una nueva oleada de víctimas. Uno de los pocos sobrevivientes describiría luego: “No se podía escapar. Los golpes eran brutales, la sangre fluía inmediatamente, de las cabezas, partes posteriores y hombros, a la izquierda y a la derecha. No se podía escapar o huir. Los soldados gritaban: ‘Schnell, schnell’ (“Rápido, rápido”) y reían divertidos, como si miraran un circo actuar. Incluso habían encontrado la manera de golpear con mayor dureza en los lugares más vulnerables, las costillas, el estómago y la ingle”. Las nuevas víctimas caían sobre los cadáveres frescos y los alemanes, cada tanto, ametrallaban el conjunto para asegurarse que nadie quedara con vida; sin embargo los cálculos y algunos testimonios dicen que muchas víctimas fueron enterradas con vida o en plena agonía. La matanza duró dos días. Cuando terminó, dos tercios del total de judíos de Kiev yacían bajo la tierra de una enorme fosa, vecina a un paisaje idílico: campos de trigo y de girasol, un extenso bosque de pinos, abedules, robles y tilos, todos poblados de pájaros. Baby Yar es un barranco en las afueras de Kiev, Ucrania, que los nazis convirtieron en patíbulo de miles de judíos. En la antesala a esa masacre, habían asesinado a sangre fría a más de 752 pacientes de un psiquiátrico Los alemanes se dedicaron luego a perseguir a quienes habían logrado escabullirse de la matanza: hallaron a muchos y los fusilaron. Los que sobrevivieron dieron luego un testimonio sobrecogedor. Las matanzas siguieron en Babi Yar durante dos años, hasta 1943 y hasta meses antes de que los soviéticos recuperaran el control de Kiev, mientras perseguían a los nazis hasta Berlín. Cuando la guerra se dio vuelta, en enero de 1943 después de la batalla de Stalingrado y de la rendición del poderoso Sexto Ejército alemán a cargo de Friedrich von Paulus, los alemanes intentaron borrar el horror de Babi Yar. En agosto, recurrieron al campo de concentración de Syrets, vecino al barranco. Era un campo abierto en mayo de 1942 y en el que fueron encerrados prisioneros de guerra soviéticos, guerrilleros antinazis y judíos. Trescientos veintiún prisioneros de ese campo fueron llevados a la gran tumba masiva de Babi Yar para que la abrieran y quemaran los restos de las más de treinta mil víctimas, y que hicieron lo mismo con otras vecinas tumbas masivas. El avance del Ejército Rojo dejó la maniobra a medio terminar. El 6 de noviembre de 1943 los rusos recuperaron Kiev y dieciocho sobrevivientes de la odisea narraron aquellos asesinatos a las autoridades soviéticas. Los cálculos dicen que cerca de cien mil personas murieron en Babi Yar, la mayor parte judíos, pero también rumanos, gitanos, comunistas, homosexuales y opositores al Reich. En diciembre de 1943, Vasili Grossman escribió otro estremecedor texto en el que afirmó: “En Ucrania ya no hay más judíos”. Durante los meses siguientes, el resto de los judíos que habían logrado escabullirse fueron también muertos a tiros. En esos barrancos también murieron gitanos y prisioneros de guerra (Holocaust Encyclopedia) En enero de 1946, a ocho meses de terminada la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos juzgaron a quince miembros de la policía alemana por los crímenes de Babi Yar. En ese juicio dio testimonio Dina Pronicheva, una de las sobrevivientes de la matanza de septiembre de 1941: “Cada momento veía llegar a un nuevo grupo de hombres y mujeres, ancianos y niños que eran obligados a quitarse la ropa. A todos los llevaban a una fosa abierta, donde les disparaban con metralletas. Después llevaban a otro grupo... Yo vi este horror con mis propios ojos. Aunque no estaba parada cerca de la fosa, los terribles gritos de gente en estado de pánico y las suaves voces de los niños que llamaban ‘Madre, madre...’ llegaban hasta mí”. A los juzgados en Kiev los hallaron culpables y los ahorcaron a todos al día siguiente de dictada la sentencia, en una ceremonia espectral en la plaza principal de la ciudad, a la que rodearon miles de personas. Los soviéticos armaron quince cadalsos, estacionaron quince camiones de culata, subieron a los condenados a la culata de los camiones, les enlazaron el cuello con las sogas y después echaron los camiones a andar. Quedaron colgados y expuestos todo el largo día. En 1947, Paul Blobel, el comandante de las SS y de la unidad especial de Einsatzgruppen fue juzgado ante el tribunal militar estadounidense de Núremberg como uno de los responsables de la matanza de Babi Yar. Se declaró inocente. Su defensa dijo que sólo había cumplido órdenes. Fue hallado culpable y condenado a muerte. El 8 de junio de 1951 murió en la horca de la prisión de Landsberg. Paul Blobel, uno de los encargados de la matanza de babi Yar. Fue uno de lso que diseñó la ejecución. En la fotografía, durante el Tribunal de Nuremberg en marzo de 1948 En 1959, un tribunal polaco juzgó y sentenció a muerte a Erich Koch, que había sido el administrador del Reichskommissar, el gobierno militar de Ucrania a cargo del general Edberg. Fue condenado a muerte acusado de infinidad de crímenes cometidos por los nazis durante la ocupación de ese país. Pero nunca fue juzgado ni condenado por los crímenes de guerra cometidos por los nazis en Ucrania bajo su gestión como administrador del gobierno militar alemán. Su sentencia a muerte fue conmutada por cadena perpetua “por su mala salud”. Tan precaria no sería su salud, dado que murió por causas naturales en la prisión de Barczewo, Polonia, el 12 de noviembre de 1986, veintisiete años después de su condena. El general de las SS Kurt Eberhard, responsable directo de la matanza de Babi Yar, logró escapar del frente de guerra, pero en noviembre de 1945 fue capturado por soldados americanos muy lejos de Kiev y de la URSS: estaba oculto en Alemania y quedó preso en Stuttgart. A punto de ser juzgado por sus crímenes, se suicidó en su celda el 8 de septiembre de 1947. Jamás pidió perdón.
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