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  • Nº7 calle Melancolía

    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/09/2025 19:06

    Me insistieron en que el mejor concierto de Joaquín Sabina ya había sido. Nunca lo he negado. De hecho, con esto de sacar las entradas con tanta antelación, hay hasta quien dudaba de la posibilidad de que el concierto saliera adelante. Pero allí estábamos, en una Maestranza que fue mencionada en los sublimes versos que pronunció cuando fue nombrado hijo predilecto de Andalucía y que, clavados en mi alma y mi conciencia, a dentelladas hieren cuando estoy lejos de aquí, y que tan solo son equiparables a lo de Antonio Banderas recordando a nuestro García Caparrós. Un disco suyo suena en un coche camino del mar. Antes había sonado aquella de ‘Let it be’ y otras tantas de un polvoriento CD. Yo soy tan pequeño que juego con una moto, pero, de repente, alguien que quiere ser pirata reclama mi curiosidad. La cara de malo ya venía de serie, así que solo me faltaba el parche en el ojo. A partir de ahí, fui creciendo soñando vivir en sus canciones, de rimas y leyendas inacabables frente a la rectitud de una moral impuesta. Me acompañó en lugares remotos y en vagones y tascas de la capital. El caprichoso destino quiso que la canción más hermosa del mundo fuese interrumpida por la llamada de mi madre anunciando la muerte de mi abuelo. Al igual que sus letras, no todo tiene un feliz desenlace. Así es la vida misma, vestimos de purísima y oro. Y hay que contarlo. Y cantarlo. Porque solo de lo perdido canta el hombre. El olor del café del desayuno de septiembre me trae la nostalgia de aquello que no me tocó vivir, de historias heredadas de otros que sí que corrieron esa suerte. Cuando la vida era más vida o, al menos, más humana. Con alegrías y desgracias puras. Y se celebró el mejor concierto de Sabina. Infancias que recuerdan patios, hambres que roían manteles, huelgas a la patronal, un gallinero arrebatado por una copla, faenas de Curro, hasta de la caída de un muro, ¡pero si hoy hay quien quiere poner más y más altos! Y en esta mi melancolía, de veinteañero náufrago, siempre admiré el cuidado por el lenguaje, tan importante para la civilización que así nos luce el pelo. Su atractiva poesía es tan atemporal como la descripción de la calle Feria por Chaves Nogales en la biografía de Juan Belmonte. Mas no todo es la poesía, en mi interior fantaseaba con los placeres de don Carnal y quería viajar en el tiempo, asistir a aquel concierto con Esteban o con aquellos caballeros que hice un pacto muy lejos de aquí, quizá con un paquete de cigarrillos y una petaca camuflada en mis vaqueros. Pero amigo, en ninguna de sus canciones hablaba de ella o, cuando menos, yo no supe verlo. Ahora todas sus canciones son de ella, hasta las que aún no he escuchado. Así que a ver quién es el guapo que me dice que el mejor concierto de Sabina no es el que acabo de vivir. En un lugar donde el mes de abril no puede ser robado. El contoneo de sus hombros al compás de un bolero me hace soñar con que nunca se ponga la luna de miel. Ya saben dónde vivo. *Profesor de Derecho

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