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» Diario Cordoba
Fecha: 28/09/2025 19:03
Ha exactamente casi un siglo, el periodo autumnal de 1945 se reveló como una etapa decisiva en el devenir del mundo. En Nueva York, epicentro de la superpotencia norteamericana, se inauguraron las sesiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organismo consagrado a la ordenación y regulación del sistema diplomático que reemplazaba a la fracasada Sociedad de Naciones ginebrina, que tantas ilusiones despertara con su nacimiento a mitad de los «felices veinte»… A la fecha, las esperanzas alumbradas con las derrotas de las potencias del Eje y el flamante orden mundial respaldado por EEUU y Rusia son notablemente menores como lo patentizan incuestionablemente las sesiones conmemorativas del presente otoño. Marginando en estas líneas las glosas que suscita ya en sus mismos inicios la justa conmemoración ahora celebrada, resulta imperativo, incluso más que obligado, detenerse unos instantes en la coyuntura ofrecida por nuestro país en momentos tan cruciales como los atravesados estas semanas otoñales por causa de las crisis gazatí y ucraniana que impactan con fuerza irrefrenable en el panorama internacional. Entre discusiones acaloradas en punto a ascensos y descensos futbolísticos, fichajes deportivos estratoféricos y alarmas bien fundadas acerca de la decadencia de todo nuestro organigrama educativo -desde las escuelas de párvulos a las enseñanzas de los mejores centros del Alma Mater hispana (los tuvo en abundancia hasta hace una generación, justamente la glamurosa y controvertida de Bolonia…)-, la tesitura mundial planteada con suma acuidad en la actualidad española apenas si suscita discusiones de un mínimo fuste intelectual y cívico. Con su acostumbrada audacia, el presidente Pedro Sánchez se ha afanado por otorgar a España un papel destacado en la órbita internacional, que, ostensiblemente, no es el que se acomoda a las muy limitadas ofertas de una nación hoy de segundo rango en todo, menos quizás en su protagonismo en la historia universal de tiempos pasados o, hélas, muy pretéritos. Pero, por desgracia, la Historia, incluso la más deslumbradora y positiva en el progreso de la Humanidad, no es materia muy cotizada en los foros internacionales. *Catedrático
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