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Parana » Informe Digital
Fecha: 28/09/2025 18:54
Para quienes no la vieron, no la leyeron o no la recuerdan, la historia es así. Dorothy Gale, una niña de Kansas, es arrastrada por un huracán, junto a su perro Toto, hacia la incógnita Tierra de Oz, gobernada por el Mago, un ser inaccesible y malvado que aterroriza a sus habitantes con su inmenso poder. Allí, Dorothy —pura e ingenua— se encuentra con otros personajes extraviados como ella: el Espantapájaros (metáfora del agricultor), el Hombre de Hojalata (símbolo del industrial) y el León Cobarde (alegoría de los miedos internos que paralizan a las personas). Juntos vivirán extravagantes aventuras en su afán de llegar al castillo del Mago, en la Ciudad Esmeralda, convencidos de que él puede devolverlos a casa. Además, el Espantapájaros aspira a que el Mago le provea de inteligencia, el Hombre de Hojalata quiere recibir un corazón y el León Cobarde adquirir valentía. En el camino dorado que conduce a Ciudad Esmeralda, entre otras experiencias, se encontrarán con la Bruja Mala del Oeste, que pretende arrebatarle a Dorothy sus mágicos zapatos de plata. Dorothy la elimina echándole agua (verdadero veneno para la bruja) y cuando el Mago se entera de esto, y de que la niña calza los anhelados zapatos, accede a recibirlos, de a uno, en sus aposentos. Tras encargarles algunas curiosas misiones a cambio de concederles sus deseos, y cumplidas éstas, se descubre que el tal Mago (que se llama Oscar Zoroastro Phadrig Isaac Norman Henkle Emmannuel Ambrosio Diggs y bautizó a su reino con las iniciales de sus dos primeros nombres) es en realidad un embustero carente de poderes y de magia, que manipuló a los habitantes de Oz, sometidos a él por miedo o por adulación sin atreverse a ver la realidad. Todos descubren entonces que pueden vivir una vida verdadera y alcanzar sus propósitos sin necesidad de rendirse a falsas ilusiones y poderes externos. El Mago de Oz, un clásico de la literatura infantil, sólo en apariencia es para niños, como ocurre con las mejores obras del género. Publicada en 1900 por el periodista y narrador Lyman Frank Baum (1856-1919), autor también de Mamá Oca, forma parte de una saga de 15 títulos ligados al reino de Oz. En 1939 se llevó al cine con Judy Garland como Dorothy con varios cambios y omisiones en la trama, y no perdió su poder cautivante a lo largo del tiempo, cualidad de las historias míticas desde los antiguos griegos en adelante. En el film, además, nació la legendaria canción Over the Rainbow. Los argentinos asistimos en la última semana a una grotesca representación de este mito cuando Javier Milei (algo así como una mala reencarnación de Dorothy) desembarcó en Nueva York, una Oz contemporánea, para pedirle al Mago (en versión rudimentaria, grosera y poco agraciada de Donald Trump) que le permita regresar a casa con una valija llena de dólares. Para salvar su gobierno. No sabemos cuánto tardará en desbaratarse esta fantasía, pero conocemos el final porque lo hemos vivido una y mil veces y hemos pagado sus costos en la vida colectiva de la sociedad y en destinos individuales. En su momento Carlos Menem lo llamó “relaciones carnales” (que terminaron en un embarazo y parto trágicos) y el Mago tenía la forma de George Bush padre. En otros casos se disfrazó con la máscara del FMI, uno de los atuendos habituales con los que envuelve a los países en deudas eternas. En la versión actual las características originales están transformadas. La bondad e inocencia de los personajes de Baum se remplazan por la impericia en el manejo económico, la impiedad, indiferencia y carencia de empatía ante los efectos sociales de una política sin plan B ni gestores confiables y la creciente certeza de que el final no será feliz. * Escritor y periodista
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