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  • El huracán se transformó en temporal, pero la historia no terminó

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 28/09/2025 12:59

    El viento de las aspas del helicóptero llegaba lejos. Era fuerte porque el combo era perfecto. Derrota electoral local, aunque derrota al fin; corrida cambiaria; olor a default y la mancha de la corrupción. Además, el resultado de la provincia de Buenos Aires potenció a un rival como Axel Kicillof y lo posicionó para 2027. Marchas por las universidades, la discapacidad y reveses sucesivos en el Congreso por los famosos vetos. Un estilo presidencial que, en la adversidad, a ciertos votantes empieza a disgustar y, sobre todo, una economía densa, pesada, que le cuesta trasladar los bajos índices de inflación a la mayor parte de la población. Por la estabilidad, o la baja de la inflación, después de un tiempo, cada vez más corto, por cierto, deja de ser una prioridad. Más si el piso de arranque fue extremadamente bajo. Las expectativas sociales son efímeras y se ven afectadas por múltiples factores externos. Los medios tradicionales más las redes son actores imposibles de soslayar en cualquier análisis. Así como le sirvieron a Milei para penetrar en un sector de la población que consume cada vez menos los medios habituales, se vuelven un arma de doble filo en las malas. Eso forma parte de las reglas de juego e ignorarlo es una tontería. Tanto como las facturas que los grandes medios le pasan al Gobierno por el recorte de la pauta oficial. Que sigue existiendo, pero no es ni por asomo lo que era antes. El Presidente fue cosechando enemigos en lugar de sumar aliados. No se propuso nunca, quizás por su aversión a la política, construir poder. Que no es mala palabra, es la praxis esencial del ejercicio de una primera magistratura. La Argentina es un país híper presidencialista. No se puede gobernar ignorando la ola, no importa para dónde vaya. El buen gobernante la intuye y se suma. O la surfea. Puede interesarte La suma de errores se precipitó con la derrota en la provincia de Buenos Aires. Que fue puesta ahí por cuestiones estratégicas. La política terminó de afectar a la economía. El mundo sabía lo que pasaría el lunes y la corrida cambiaria que se produciría. La alternativa de recurrir a Estados Unidos no fue sorpresa. Cuando la cotización oficial pasó el techo de la banda y obligó al Central a intervenir las cartas estaban jugadas. Fueron tres días frenéticos. El apoyo de Donald Trump no deja de sorprender por su magnitud. Estados Unidos sólo salió al rescate de México en el Tequila, en los ’90. La reunión, el tweet y la foto de ambos podría enmarcarse en la política de sobreactuación. Efectiva, claro. Estados Unidos y Trump hoy no tienen amigos, tienen intereses. Y la Argentina, en ese equilibrio peligroso con China, es importante. En ese ajedrez imaginario, Estados Unidos no quiere perder al único aliado real que tiene con Milei en Sudamérica. De hecho, le disgusta cierto coqueteo argentino con China y la presencia del famoso swap en el Banco Central, por eso propone algo similar, pero hacia el norte. Cambiar una deuda por otra, en definitiva. El respaldo estadounidense y la medida de bajar a cero las retenciones fueron efectivos. La corrida paró y se modificó la expectativa de los mercados. Ese rulo peligroso, que tomaba velocidad de huracán, se volvió brisa. Un elixir en comparación a lo que podría venirse. La batalla que tiene por delante el Gobierno no está ganada. Tiene como horizonte más corto aún la elección de octubre, su resultado y su impacto. Dicen que el Presidente volvió de su viaje a New York con la valija llena de sugerencias. Hacer más política y recuperar su relación con antiguos aliados. ¿Será por eso el apretón de manos y la foto sonrientes entre Macri y Francos? Puede interesarte Trump no vota en la Argentina y es para preguntarse el verdadero alcance de su influencia en la opinión pública. Algo tan viejo como debate en la política argentina que huele a naftalina. El Gobierno enfrentará sus propios desafíos de acá al 26 de octubre. Con el Tío Sam de aliado se ha cubierto del temporal, pero no de sus consecuencias. Esa es la parte que le toca. Desde principios de año, cuando el conflicto por las criptomonedas jaqueó la imagen presidencial, el Gobierno perdió la iniciativa. Se dedicó a correr detrás de los incendios y dejó que la agenda se la marque la oposición. Y cuando en la oposición está el peronismo, el riesgo es doble. La historia lo demuestra. Tanto como darlo por muerto. Al peronismo ya lo han velado muchas veces. Se equivocan. No se trata de hacerlo desaparecer, sino de conocerlo para aprender a convivir con él. Es que la democracia se trata de eso. Ojalá algún día lo entendamos.

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