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» Misionesopina
Fecha: 27/09/2025 17:57
Montecine nació como un árbol de guatambú: tupido, verde y robusto. Prendido a raíces teñidas de rojo cobrizo, se abre camino en la tierra misionera. Montecine son Yamila y Diego, pero también muchos más, porque según su propia definición es una cadena de vínculos. Y, según la mía, es una pieza del talento irreverente que brota en Misiones, el espejo de una sociedad que busca y afirma su identidad. Fundada en 2018, MonteCine se ha consolidado como una productora audiovisual misionera con fuerte proyección nacional e internacional. Bajo la dirección de Yamila Barnasthpol (productora) y Diego Bellocchio (productor y director), la compañía se dedica a brindar servicios integrales de producción y comunicación audiovisual, con un enfoque en películas y documentales. Su propuesta se distingue por una mirada artística disruptiva y un compromiso con contenidos de calidad, que lograron posicionar a MonteCine como referente del cine independiente en la región. En estos años han participado en coproducciones premiadas y reconocidas en festivales internacionales, como Los que vuelven (Laura Casabé), Carvão (Carolina Markowicz), Legiones (Fabián Forte) y Fantasma vuelve al pueblo (Augusto González Polo). También produjeron el cortometraje Bienvenido, seleccionado en más de diez festivales en América, Europa y Asia, y hoy avanzan en la etapa de finalización de Mitra, apaga la luz para poder ver, dirigida por Bellocchio. Con base en Posadas, Yamila y Diego entienden al cine como un modo de vida y al monte como la principal fuente de inspiración. En esta charla, reflexionan sobre el presente del cine en Misiones, los desafíos de producir desde la periferia y la importancia de sostener redes que fortalezcan la industria audiovisual local como bandera de militancia. Entrevista –¿De dónde viene esa chispa inicial por contar historias? –Desde chicos nos atraparon los mitos y leyendas de la frontera. El monte tiene un magnetismo especial: ahí se cruzan la cultura guaraní, lo sobrenatural y lo cotidiano. Eso marcó nuestra forma de narrar. –¿Qué tiene de especial Misiones como escenario para el cine? –Misiones tiene escenarios naturales únicos, que no existen en otro lugar del país. A eso se suma la identidad cultural, que aporta un lenguaje propio a las películas. Y además, hoy es posible filmar acá: hay técnicos, hay servicios y hay políticas públicas que lo hacen viable. –¿Nunca pensaron en irse a otra provincia para trabajar? –Siempre nos preguntan eso. La respuesta es no. El sentido de lo que hacemos está acá. Podríamos vivir en Buenos Aires, pero perderíamos lo más valioso: ese arraigo con el territorio que nos inspira. –En sus trabajos aparecen lo marginal, lo gore, lo fantástico. ¿Por qué esa búsqueda? –Porque en los márgenes y en lo que asusta está la verdadera potencia narrativa. Nos interesa lo que incomoda, lo que revela lo oculto. Y Misiones es un territorio ideal para eso: está lleno de mitos que dialogan con el presente. –¿Cuáles son hoy los principales desafíos del cine misionero? –El descreimiento social. A veces cuesta que se entienda que el cine es trabajo, no un pasatiempo. Además, dependemos de políticas nacionales que están siempre en discusión. Eso genera inestabilidad. –¿Qué implica para ustedes contratar gente local? –Significa responsabilidad. Cuando una productora de afuera viene a filmar, nosotros somos el nexo: técnicos, servicios, logística. En cada rodaje se mueven decenas de familias. Eso es empleo directo. –¿Qué lugar ocupa la militancia en su trabajo? –Es central. Nos organizamos en redes, porque el cine no se hace solos. Esa militancia también atraviesa nuestras películas: se ve en cómo elegimos los temas y en cómo nos paramos frente a la industria. –¿Cómo se logra visibilidad internacional desde Misiones? –Hay que trabajar desde el desarrollo. Cuando un proyecto está naciendo, se empieza a mover en laboratorios, mercados y festivales. El estreno es solo una etapa. Lo más importante es el recorrido previo, que es el que posiciona a la película y a la provincia. –¿Qué proyectos tienen en el horizonte? –Ahora estamos trabajando en varios, pero hay uno muy ambicioso que todavía no podemos contar en detalle. Va a ser un salto para nosotros. –¿Cómo se sorprenden todavía del trabajo del otro? –Todo el tiempo. A veces creemos que ya sabemos lo que el otro va a aportar, y de repente aparece algo nuevo. Eso mantiene vivo el vínculo creativo. –¿El cine es entonces una forma de vida? –Sí. No lo concebimos de otra manera. Atraviesa todo: la vida personal, la familiar, los vínculos. No es un trabajo de oficina que termina a las seis. Es un modo de estar en el mundo. –¿Por qué eligieron el nombre MonteCine? –Porque el monte es nuestro punto de partida. Es el lugar del misterio, de lo indescifrable, de lo que siempre se escapa. MonteCine es una forma de homenajear ese espacio que nos inspira y que, de algún modo, también nos protege.
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